Minutos después, nos encontrábamos parados fuera del estadio en el que pelearía Ares, era enorme, la gente no dejaba de entrar y se escuchaba la voz de un locutor dentro.
—Rulos. —Llamó Ares, llamando mi atención, mientras se acercaba a mí. —No te muevas de mi lado, aquí son un poco brutos por lo que cuando entremos quizás te empujen, tu quédate a mi lado y hagas lo que hagas no te muevas del vestuario ¿sí? — Aseguró el tatuado a mi lado. Abrumada por el ruido solo asentí y le seguí entre la multitud a los vestidores. —Este es mi vestidor desde que peleo aquí, así que vas a tener que quedarte conmigo, no quiero dejarte allí fuera sola, espero no te moleste. —Mencionó él tomando de mi brazo, haciéndome seguirlo dentro del vestidor. —No me agrada nada este ambiente, ¿cómo puedes soportarlo? —Pregunté mirando alrededor del vestidor, en él habían unos lockers en una esquina de la habitación, pósters de los 80', botellas de agua alrededor de un pequeño banco y unas vendas sobre este. — Me crie viendo esto rulos, no es nada nuevo para mí. —Respondió el tatuado sentándose en el pequeño banco de la habitación. — ¿Sabes hacer vendajes?— Preguntó Ares mientras se sacaba la remera y me dejaba ver su torso cubierto de tatuajes raros, o más bien, exóticos, esa palabra lo describía bien, Ares era exótico, tanto él, como sus tatuajes. — Dame tu mano. — Ordené tomando sus grandes manos, mientras agarraba una venda de su regazo y comenzaba a vendarlo.
— Pareces algo nerviosa, Gin no es mi intención causarte incomodidad, si quieres puedo llevarte a casa. — Mencionó él buscando mi mirada, pero no quería mirarlo directamente a los ojos, por lo que me concentre en los vendajes. — Yo quise venir acá, por lo tanto asumo mis decisiones hasta el final Aáron. — Finalicé la conversación.
Termine de vendarles sus manos, y por unos segundos nuestras miradas chocaron, pero al instante Ares se levanto y comenzó a practicar con una bolsa que había en el medio de la sala.
— ¿Por qué no usas guantes? — Pregunté curiosa llamando su atención. — Porque así son las reglas de está pelea, hay diferentes reglas para cada pelea, no son todas iguales, en algunas se pueden usar esos guantes y en otras son solo vendas. — Respondió serio, escuchando al locutor llamar a su oponente. — ¿Ya te habías enfrentado a esta persona? — Pregunté nerviosa por salir a donde se encontraban toda esa gente. — No, dicen que es uno de los mejores, así que hoy veremos. — Mencionó él listo para salir cuando el locutor lo nombrara.
Por instinto, tome mi celular, abrí el chatt de Jade y le mande la ubicación en la que me encontraba ahora, por alguna razón me inspiraba desconfianza todo esto, era una tontería, pero tenía miedo y sabía que Jade estaba de camino a mi casa, por lo que me dejaba más tranquila. Cuando salí detrás del moreno vi a una multitud de gente abrirse, para que él pasara. Unos cuantos hombres parados cerca de los vestidores, me miraban mientras me tiraban besos, hasta que el moreno a mi lado se giró mirándolos, ellos solo miraron hacia otro lado. Odiaba esa clase de gente.
Observé unos segundos a su oponente, era calvo, parecía de treinta y un poco más, tenía una serpiente en la pierna derecha y una calavera en el cuello, era delgado pero parecía ejercitado. El oponente del moreno levantaba sus brazos, victorioso, y la gente gritaba lo que parecía ser un mote, "el cuervo" era lo que se sentía de la gente. Asimile que así era el apodo del contrincante, lo observe unos segundo, el parecía tranquilo, parecía tenerse confianza en ganar esta pelea. De pronto mis ojos chocaron con los ojos del cuervo, este me guiño uno de ellos y siguió sonriendo a su gente, en cuanto a mi, mi estomago se contrajo de miedo, mis manos sudaban completamente, y estaba muy nerviosa.
—Ares deberías tener cuidado, parece tenerse mucha fe y confianza. — Dije tirando del gran brazo del moreno que se encontraba a mi lado, para que lograra escucharme por sobre los gritos de la gente.
Al escuchar lo que le dije, volteo su cuello y me observo unos segundos, no sabía exactamente porque estaba observándome así, pero notaba que algo de lo que le dije le causo alguna clase de sorpresa quizás, no podía deducirlo. El finalizó nuestro cruce de miradas con una sonrisa y salió caminando hacía el ring.
— ¿Qué quiso decirme con esa mirada? ¿estaba tan seguro de que iba a ganar? ¿tan tranquilo? —Pensaba, mientras miraba la remera que me había dejado en mis manos.
Estaba tan curiosa, abrumada y desconcentrada, que solo la campana hizo que saliera de mis pensamientos, haciéndome saber que la pelea había comenzado.
La pelea comenzó tranquila, mientras ambos caminaban paralelamente dentro del cuadrilátero, el oponente de Ares se adelantó y lanzo el primer golpe a lo que el moreno esquivo rápidamente, tomando ese golpe como momento para pegarle en el estomago a su contrincante y derrumbarlo al suelo del ring. Pero el oponente de Ares se levanto fácilmente, tomando un poco de distancia del moreno para poder recomponerse.