Hay tanto calor sobre su cuerpo, que de pronto continuar dormido parece una gran y hermosa idea. Es como estar envuelto en un suave capullo, cómodo y cálido, tan suave. Harry siente cosas dando vueltas en su cuerpo, es como algo presionando, como un ligero tirón insistente.
Algo lo quiere conducir a algún lugar... O a alguien.
De pronto, cuando el cambio del aire le trae notas extrañas, interpreta ese algo como aquello que quiso matar en primer lugar. Y ahora, había un leopardo de las nieves muy vivo, orgulloso de estarlo, y esperando por su reconocimiento, como si esperase que despertara de la inconsciencia para decirle “Hey, estoy bien, no puedes con mis nueve vidas”
Por primera vez en mucho tiempo quiso reír en vez de ahogarlo en un mar de presión hasta hacerlo dormir, anhelando el momento en que dejara de respirar. Por primera vez, Harry saludó a la mente animal con un gesto de respeto, y silencio. Si esto era un sueño, ahora era el momento de despertar para encontrar su cerebro hecho agua, la mente animal perdida para siempre mientras la humana se regocijaba por su liberación.
Harry despierta, hay sonidos diferentes viniendo desde todas direcciones, algunos electrónicos, otros..., vivos, personas y animales, pájaros y palabras cruzándose en el aire. Él no entiende casi nada de lo que está pasando, el primer argumento llega para hacerle creer que está en algún tipo de hospital. Recuerda haberse desplomado frente a Sage cuando su animal hizo un último intento de salir.
Harry había hecho tanta presión en su cerebro que literalmente se dejó fuera a sí mismo.
Mover la cabeza cuando sintió un peso sobre el costado derecho de su cuerpo fue un suplicio doloroso y lento, se sentía torpe, inútil, como si estuviera hecho de gelatina. Los pensamientos quedaron atrás cuando, vio una cabellera castaña extendida desde su pecho y un poco sobre sus costillas.
Sage.
Quiso darse un golpe de puño directo al rostro, pero sus extremidades no respondían bien.
¿Qué rayos le había pasado?
Su corazón latió con fuerza, dando saltos junto a las emociones opuestas que se desperdigaban por todo su cuerpo, alegría, temor, rabia y afecto..., Sage se veía agotada durmiendo junto a él, un brazo extendido protectoramente a lo largo de su pecho, la mano quedó en el otro lado, colgando hacia sus costillas. Una de sus piernas se había subido encima de las suyas, es como si la mujer temiera que se escapara de su agarre, tan protector como cuidadoso.
El sonido de una cortina al correrse le obliga a prestar atención al intruso, apenas ve al hombre su leopardo se levanta para presionar sus garras contra sus dedos. Instinto protector. Harry está cayendo tan rápido...
El sujeto se acerca con una expresión conciliadora en un rostro de rasgos fuertes, no dice una palabra mientras revisa la dilatación de sus pupilas, su respiración, su pulso, la frecuencia de los latidos y su presión sanguínea. Todo, aún con el cuerpo de Sage dormido junto a él, abrazando al suyo como si estuviera segura que alguien vendría para quitárselo.
Eso, en vez de despertar su enojo, le hace sentir... Seguro.
«Despiertame, despiertame ya maldita sea»
Un par de ojos color verde claro se cruzan en su línea de visión, van bien con la cabellera rubia y ligeramente ondulada que cae alrededor de su rostro. Esos ojos se vuelven dorados en un rápido instante y Harry se estrella contra un conocimiento que le hace reaccionar las manos, pero solo consigue formar puños. Ojos de lobo le analizan con detalle, este debía ser el jodido Dashiell del que había oído hablar gracias a Sawyer.
Dashiell, medico y jefe de la enfermería del clan Moon Fighters. Dashiell, quien había luchado para salvar a un mal herido leopardo de Amur para devolverle la vida mientras sus compañeros de clan bloqueaban el paso del Alfa sanguinario que quería verlo muerto, o fuera de su clan.
Estaba en el corazón del territorio de esas despreciables bolas de pulgas... «Mátenme, mátenme ahora»
—Estuvieron fuera durante un día completo —dice, y cruza las manos por detrás de su espalda mientras rodea la camilla, su mirada verde se eleva, por encima de la pared en la que está pegada la camilla, hay una ventana—. Sage le salvó la vida y tú... —En esa última palabra, el lobo apareció—. Eres un maldito inconsciente, descuidado, egoísta y desagradecido.
Harry gruñe, dentro de su cuerpo el animal se mueve, está de acuerdo con las furiosas palabras del medico, ¿qué mierda le importa lo que hizo? No lo conoce, no tiene derecho alguno de hablarle como si lo hiciera. Harry es un desconocido y necesita salir del nido de lobos.
—Los gatos son tan obstinados... —Agrega, y su voz se hace más amable—. Pero tienes una segunda oportunidad, no la desperdicies. —Le mira, el color queda opacado por las pestañas, luego Dashiell se queda observando a Sage durante un buen tiempo—. Ella es tan maravillosa... Y tú eres lo más humanamente parecido a una lapa.
En eso, concuerda.
—Pero si ella está junto a ti ahora, en vez de haberte dejado agonizando en la ruta, quizá..., haya visto algo bueno, lo suficiente como para querer conservarte.
Harry traga saliva, el monstruo ve a la pequeña Omega, tan dulce y frágil que duele, las palabras del lobo se clavan en esa cosa débil y brillante que ellos llaman: Alma. Un atisbo de esperanza rompe contra su pecho, y le provocan ganas de llorar, la única vez que sintió eso fue cuando Sawyer le ofreció ser su amigo, el niño de brillantes ojos grises había sido comprado como una mascota por el dueño que tenía a Harry desde que tenía consciencia de sí mismo.
Sawyer había cumplido una función diferente, él era una reliquia para engrandecer el ego de un humano despiadado, Harry... Fue criado para cazar y matar. Un monstruo, un asesino.
«¿Qué debo hacer ahora?» se pregunta, porque su voz está perdida en algún sitio fuera de alcance, su cuerpo demasiado dormido como para mover siquiera un dedo. Había intentado alejar a Sage usando su lado más cruel, podía defenderse creyendo que lo aprendió de su dueño, pero parte de eso era verdad, el resto... Harry había visto la peor cara de la humanidad, salir completamente cuerdo de eso era casi imposible.
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Editado: 05.11.2021