—Oh, pobre hombre..., ¿quién te ha hecho tanto daño para pensar de esa forma?
La pregunta queda en el aire, no hay nadie para responderla, el único que podría se ha dormido otra vez, rindiéndose ante un cansancio que hasta ella podía sentir.
Sage queda sentada sobre el borde de la camilla, observando al leopardo, incluso en sus sueños no deja de tener una expresión tosca en su rostro, ella no mintió cuando le dijo que era lindo, incluso con los rasgos afilados y bruscos, la extraña coloración roja en las puntas de su cabello negro, Harry tenía una belleza masculina que expresaba la brutalidad de un corazón herido. Había entendido parte de su comportamiento, alguien lo dañó a tal punto que decidió matar a su animal al no dejarlo salir, pero eso no resolvía todas las dudas y ella estaba decidida a obtener respuestas, poco a poco.
Le mostraría a este cambiante la alegría de vivir, de ser uno.
Pero primero... Debía aprender a ser un leopardo de las nieves, siendo ella una loba, no podía enseñarle, pero ya trazaba un plan para poder hacerlo. Con una energía renovada en su corazón, Sage le deja un beso en su frente, solo para tener un poco de su esencia, como musgo y hielo, luego se pone de pie y estira su cuerpo junto con su ropa.
En el baño de la enfermería arregla su cabello y toma una pastilla blanqueadora con sabor a menta.
—Miren quien despertó —anuncia Dashiell.
El médico le ve salir del baño desde la otra punta de la enfermería, donde él y dos enfermeros vendan la rodilla de uno de sus compañeros de clan. Dashiell les da instrucciones y una mirada severa al lobo guardián, luego corre para alcanzarle.
—Un momento, espera, debo revisarte primero. No puedes darte de alta tú sola.
Riendo por la frustración enredada en alegría del medico, Sage aminora sus pasos.
—Estoy bien Dash, quiero que vigiles a Harry mientras no estoy.
Dashiell parpadea, incrédulo.
—¿No me has oído?
Sage le besa en la mejilla, como siempre, el lobo se ruboriza.
–Debo hacer una cosa, tengo un plan.
—Dios..., apiádate...
—Estaré bien, regreso pronto. Cuidalo.
Sage sale de la enfermería, cruzando la casa de Dashiell, llega a la sala de estar y recogió un par de galletas de avena y manzana que había en un tazón de mimbre sobre la pequeña mesa central de vidrio, al salir afuera un escalofrío recorre su espalda, ajustando su abrigo toma una bocanada de aire y echa a andar hacia la cabaña de Logan.
El clan ya no es completamente cerrado, no lo ha sido desde que Derek pactó una alianza con el Alfa de los pumas White Claws, pero incluso en esos días aquellos quienes se sentían atraídos por miembros del clan vecino, o que se vinculaban con ellos, debían decidir entre el amor o su lealtad.
Sean Wells era más permisivo que Derek, acogiendo a las parejas mixtas que se formaron luego de la alianza, sin embargo, con los lobos tardó más. Ahora, gracias a la alianza política con el clan Ice Daggers, hecha por el vinculamiento de Logan Hale con Emerald Wilkins, se comenzó a considerar la completa aceptación de las parejas mixtas.
Era difícil ser leal a dos Alfas...
Pero Emmy estaba dando lecciones a más de un lobo, la lealtad no era solo un juramento, eran acciones.
Ella es una mujer difícil de tratar, salvaje es un adjetivo que podría definirla, pero es mucho más que eso, solo se muestra amable y sonriente a aquellos que se ganan su confianza, con el resto de los lobos es más tosca que otra cosa.
Rebeldía en estado puro.
La cabaña de la pareja está en la parte más alejada del territorio, cerca de la frontera con el clan Ice Daggers, de esa forma podían estar cerca la mayor parte del día, Emmy haciendo su trabajo de vigilante a medio tiempo en las tierras de su clan, y Logan como Guardián de este lado.
Habían otras tres parejas mixtas cuyos miembros eran parte del clan de leopardos de las nieves, pero con ninguno de ellos tenía tanta confianza como con Emmy, por extraño que pareciera.
Así que, al llegar a la puerta de la gran cabaña, Sage procura mantenerse normal, aún cuando las emociones corren libres por su cuerpo, aceleradas por la curiosidad. Golpea varias veces la puerta y espera, ha escuchado sonidos desde el interior, sabe que están en casa.
—Sage —Logan saluda con sorpresa en sus ojos marrones, tiene el cabello revuelto, los labios un poco hinchados, y a juzgar por como usa la puerta como barrera, puede que se encuentre semi desnudo—. No esperaba verte.
—¿Interrumpí algo? —Pregunta, de solo pensarlo se ruboriza.
Rayos, había intervenido en el amoroso encuentro de la pareja.
—No, no..., espera un segundo, ¿sí?
Asintiendo, Sage vuelve a quedarse sola en la entrada mientras Logan desaparece por el comedor dejando la puerta entre abierta. Tras cerrarla, espera, han traído nuevos muebles para la sala de estar, unos muy extraños asientos de mimbre, son como cápsulas sin tapa, con almohadones de colores en su interior, cuatro en total ubicadas en cada esquina y que cuelgan de cadenas atornilladas al techo.
Hay más plantas de interior, raros árboles bonsái en la repisa de la chimenea. Sage jamás ha visto a Logan con uno de esos, así que supone que debe ser afición de su pareja.
—Hola Sage.
Emmy aparece por la entrada circular del comedor y le saluda, acomodando su cabello castaño, lleva puesto una camisa de tirantes color blanco y un par de pantalones cortos de un tono aguamarina con lineas negras en los costados. Luego aparece su compañero con un tazón de galletas de chocolate rellenas de caramelo, lo coloca en la mesa central de madera y luego rodea el sillón gris para darle un beso en la mejilla a Emmy.
Logan se ha cubierto con una remera gris de manga larga y vaqueros azules.
—Lamento si interrumpí algo.
Emmy sonríe, y le invita a sentarse en el sillón más grande.
—Descuida —responde Logan, de un salto cae en el sillón—. ¿Qué te trae por aquí? —Pregunta, tomando una gallera—. Haz llegado de imprevisto.
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Editado: 05.11.2021