¿Qué rayos ha pasado? Se pregunta Harry, mirándose al espejo redondo y pequeño empotrado a la pared de azulejos de un celeste muy claro, ubicado por encima del lavabo blanco. Lleva una toalla atada a la cintura, el cabello húmedo por el agua helada de la ducha, pero aún cuando el frío beso del liquido pudo mitigar el calor que lo había inundado desde que Sage lo echó de su coche y lo dejó a mitad del bosque desconocido, no hizo nada con el torbellino de su mente.
Se siente extraño, como si estuviera a punto de enloquecer, si es que no lo ha hecho ya.
Una vez más, incursiona en su atormentada existencia dentro de su cabeza, halla el grueso cúmulo de nubes que envuelve un jodido vínculo real, vivo e inestable.
—Mierda.
¿Y por qué carajos lo está bloqueando con tanta fuerza?
No ha sido de manera consciente, él ni siquiera tuvo el tiempo suficiente para asimilarlo, o considerar la idea de un bloqueo.
Entonces...
—Eres un desgraciado —se dice a su reflejo, aunque no está hablando con el lado humano, sino con el animal materializado en sus ojos, amarillo pálido como una hoja seca—. Un jodido desgraciado.
La tormenta de emociones vuelve a crujir dentro de él una vez más, el conocimiento es innato, instintivo, sabe que no fue provocada desde el interior. Es de Sage. Él puede sentir todas sus emociones y ahora la loba está llorando, su alma tiembla con dolor y rabia.
Rabia que él ha provocado, aunque no puede entenderla. No entiende lo que pasó más allá de este vínculo inesperado. Harry solo dijo la verdad, ¿por qué entonces ella reaccionó de esa forma? Como si lo que en realidad hubiera dicho fuera te voy a abandonar para siempre.
Mujeres.
Por esta razón nunca quiso tener una relación, su trato con el sexo opuesto fue solo encuentros rápidos de una noche.
Ahora, sin embargo, la idea de un encuentro con alguien diferente a Sage provoca que su bilis suba a su garganta.
Negando, Harry se concentra en el bloqueo que ha construido y no sabe cómo quitar. Recibe una respuesta cruel y poderosa, garras y dientes azotando su mente, es como un rotundo ¡No! Que lo empuja, lo obliga a retroceder.
—Le haces daño, maldito infeliz.
El leopardo de las nieves gruñe sin hacerle caso, y la niebla espesa vuelve a enroscarse alrededor del vínculo. Le muestra los colmillos, un siseo de advertencia.
—Uh, la estás protegiendo, ¿de qué?
El animal lanza una línea de pensamiento que se escurre a través de las imágenes del pasado y luego vuelve, empuja, y Harry regresa a la realidad de este pequeño baño de hotel, al reflejo del espejo, del hombre al borde del colapso.
—De nosotros —entiende, y aunque eso ya no suena como una idea terrible, en el fondo sabe que están haciendo las cosas muy mal.
Sage es una criatura sensible, ella vive en la emoción, impedirle sentir las suyas debe tener alguna clase de efecto nocivo.
—Le hacemos daño.
Harry intenta encarar la niebla pero recibe la misma respuesta, y un rugido furioso.
—¿Por qué?
El leopardo lo ignora, las imágenes llueven, recuerdo tras recuerdo, cada uno atado a fieras y negras emociones, Harry había pensado que había olvidado esas cosas, está muy equivocado. Él vinculo solo ha hecho que todo vuelva con mayor fuerza, ¿por qué? No puede saberlo.
—Hay que enterrarlos.
Su animal se queja, lamentándose con la verdad.
«No estamos listos»
—¿Listos para qué?
El pelaje se mueve bajo su piel, como si tratara de consolarlo y entonces, Harry obtiene una respuesta que duele. Por más que quisiera, no pueden admitir que otra persona vea en su interior, las cosas que ha hecho..., son un tormento y una pesadilla. Sage no tiene acceso a los recuerdos, pero puede sentir las emociones atadas a ellos y eventualmente si llegasen a emparejarse ella lo verá todo.
—Ella no debe ver eso.
Es la conclusión del animal, quien parece desesperado por protegerla de sí mismo.
—En algún momento lo hará, no podemos esconder todo debajo de la alfombra.
«Y el miedo no puede dominarnos»
Porque Sage le ha hecho sentir cosas que no había sentido antes, le hizo despertarse con ganas de vivir. Ella tenía su promesa de tener algo mejor. Ella tenía su esperanza.
—Debe haber una forma.
Necesitaban dar el salto, pero al parecer el coraje los había abandonado a los dos.
Además está el hecho de que ambos quedaron en un punto muerto, y para colmo de males, enojados.
—Maldita sea.
Terminó de vestirse con la misma ropa ya que no tenía nada más, dormir en un hotel no le gustaba mucho pero fue la segunda mejor opción dada las circunstancias. La primera fue su casa, pero el instinto le hizo descartarla, cuando salió Sawyer había estado tan lleno de enfado y amargura que reconoció la advertencia silenciosa. El leopardo de Amur necesitaba un tiempo a solas.
Harry quiere saber lo que le había pasado, pero sabe que es mejor darle su espacio.
Así que por lo que quede de esta noche dormirá en una cama usada por vaya a saber cuantas personas antes que él.
Hizo una mueca, pero no hay otra opción.
Apenas sale del baño tiene una sensación de peligro que le eriza el pelaje, la habitación está en sombras profundas, de mediano tamaño y con solo una cama doble, dos mesas de noche, una lámpara sobre una de ellas y una pantalla en la pared frontal. Pero nada de eso parece haber sido alterado, así que viaja más allá de los insípidos objetos y encuentra una figura sentada en el único sillón pequeño junto a la ventana grande con vista a la calle. Las cortinas están corridas, solo un poco, lo suficiente para que la luz de la luna bañe su presencia.
Harry aprieta los puños, el leopardo muestra los dientes al ver que ha sido invadido. Por supuesto, ella sabe que ha sido descubierta, que se muestre de esta forma indica que así lo quiere. Alguien que haya decidido invadir su lugar de descanso habría preferido mantenerse en la oscuridad y luego atacarlo, pero esta mujer escogió una ubicación visible e ignorarlo deliberadamente.
#17772 en Fantasía
#7002 en Personajes sobrenaturales
#37640 en Novela romántica
cambiantes felinos, cambiantes lobo saga moon fighters, romance dolor secretos
Editado: 05.11.2021