TRAIDOR
Ian estaba en el cielo, se sentía así, estar entre los brazos de su alfa era el paraíso, se sentía protegido y amado.
— No sabes cuanto te extrañé —murmuró mientras olfateaba las feromonas con olor a naranja de Erlan.
— Yo también, moría por tenerte entre mis brazos —murmuró Erlan abrazando con más fuerza a Ian.
— Nain ha estado muy cerca de ti últimamente... ¿No te vas a arrepentir, verdad? —cuestionó con temor él omega que estaba sentado en el regazo del alfa, ambos bajo un árbol del bosque del lado norte de la capital, se habían escapado a media noche solo para verse, frente a ellos el pequeño lago que brillaba gracias a la luz de la luna era el único testigo de su encuentro.
— No, estoy planeando decirle todo a mi madre —contestó Erlan con un suspiro de cansancio, su madre se opondría fuertemente— Incluso si no nos acepta, jamás me voy a arrepentir de enamorarme de ti, eres mi único amor Ian
— Y tu eres el mío —murmuró él omega girando un poco para besar a su alfa en los labios.
Ambos eran felices con lo que tenían y pronto, muy pronto serían más felices, ya que se iban a casar y tendrían su final feliz.
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— Como le mencioné Duque Edwin, puedo darle todo lo prometido para que su pueblo florezca —prometió Nain mientras miraba al Duque Skildpadde, quien gobernaba en el norte del Imperio de Storm, era alguien que era apodado el Duque sangriento ya que para ascender a su título hizo una masacre a gran escala con la sangre de su familia en sus manos, ahora él era el único de su linaje, un alfa dominante bastante peligroso que aterrorizaba a cualquiera que se acercara a él, pero Nain no tenía miedo de hecho estaba fascinado por la excéntrica personalidad del Duque, nunca conoció a alguien tan interesante— Estoy seguro que no se arrepentirá
— Reconozco que es bueno para negociar, pero no me convence sus palabras ni sus promesas —negó él Duque— ¿Qué me asegura que no me uses como ficha política?
— Duque Edwin —Nain decidió ser honesto, con una leve sonrisa se acercó más al borde de su asiento que estaba frente al Duque, ambos separados por una mesa que tenía muchas frutas con caramelo— Seré honesto con usted, yo quiero mucho a mi hermano, compartimos el vientre materno, la infancia, la niñez y la adolescencia, incluso si fuera una orden directa del Emperador no voy a traicionar a mi hermano, jamás lo haré, incluso si muero —declaró con firmeza— No usaré a mi hermano como herramienta política, su casamiento solo será para mostrar, prometo en el nombre del amor que tengo por mi hermano, por mi mismo y mi familia que no voy a romper mi promesa, el día que lo haga yo mismo —él omega saco un pequeño frasco de la manga de su muñeca, era un frasquito que contenía un líquido transparente— Beberé este veneno para expiar mi pecado, mi muerte será dolorosa, llena de sufrimiento y prolongará por días y días —prometió.
Edwin había conocido a omegas guerreros, mercenarios y algunos asesinos, ninguno tenía una mirada tan decidida como este omega frente a él, su promesa era enserió, podía confiar en al menos esa promesa.
— Mandaré mi propuesta de matrimonio al Condado Valenthe al anochecer —decidió aceptar el trato, los papeles frente a él que eran un contrato fueron firmados rápidamente sin ninguna duda— Como estipula nuestro contrato, cuidaré de su hermano, no le haré vivir una vida indigna, tampoco lo forzaré a nada, no se preocupe mientras cumpla su parte del acuerdo
— No habrá ningún inconveniente, se lo aseguro —prometió Nain mientras se levantaba de su asiento— Hasta mi ceremonia de casamiento, Duque Edwin —se colocó la capucha de su capa que cubría su hermoso cabello y su rostro, dejando solo una pequeña transparencia en la parte de los ojos para que pueda ver— Cuídese mucho
— Igualmente, futuro príncipe consorte —Edwin se rió mientras se ponía de pie y hacía una reverencia.
Sin más Nain se alejó saliendo del bar donde se había reunido con el Duque Edwin, como reservaron el bar no había nadie así que pudo salir secretamente y se subió de inmediato a un carruaje que no tenía ningún logotipo, finalmente partió con dirección a su mansión en la capital.
— ¿Salieron las cosas bien joven maestro? —cuestionó nerviosamente su sirvienta omega que lo había acompañado esa noche.
— Si, finalmente pude negociar un buen matrimonio para Ian, él Duque es casi seis años mayor pero se que podrán llevarse bien —sonrió con felicidad sincera él omega— Mi hermano será feliz, yo me voy a asegurar de eso y quien sabe, talvez le guste él Duque, es guapísimo —comentó recordando los ojos de iris celestes como un glaciar del Duque, su mandíbula prominente, masculina y sin bello facial, además esos músculos, su pecho era enorme que en un momento de la reunión no pudo dejar de ver a un pobre botón del traje de Edwin que sufría para no romperse a cada respiración del alfa dominante, su altura era como la de un oso si tuviera que comparar y lo más notable eran sus nalgas, ni como negarlo le había visto en tres ocasiones la retaguardia al Duque, le pidió que le pase cosas que lo obligó a levantarse y aprovechó cada segundo— Si fuera yo, estaría muy satisfecho —murmuró Nain con la cara roja y sintiendo que la temperatura de sus mejillas subía— Los hombres del norte siempre son tan musculosos, un día te casaré con uno —mencionó mirando a su sirvienta personal— Te conseguiré a alguien que pueda darte una buena vida y también te complazca en la cama
— ¡Joven maestro! —regañó la sirvienta con la cara roja, aunque ya se imaginó a un hombre o mujer con músculos, hermosos, carnosos, con unos pechos enormes y brazos fuertes.
— Estás tan roja —se burló Nain y la sirvienta omega solo pudo undirse en la vergüenza.
Por otro lado Nain tenía planeado casar a su sirvienta con alguien digno, que la haga feliz, en el Imperio Storm se tenía la costumbre de que los nobles casen a sus sirvientes que eran exclusivamente de ellos, era una práctica que nació como un tipo de agradecimiento por el buen servicio, aunque esa práctica en la actualidad no era con esa intención Nain iba respetar la antigua tradición, un día cuando llegue el momento va a casar a sus sirvientes personales con personas respetables, con estabilidad económica y sobre todo que les agraden, hoy en día los matrimonios sin amor eran la moda, él no dejaría que eso les pase a sus sirvientes que le servían con dedicación, dejaría que ellos puedan rechazar sus propuestas y al menos tener voz en sus futuros matrimonios.