Opal & Rose: Critical Mistake // #o&r1

Capítulo V

  Como ya se dijo, no había muchas estrellas del tipo buscado en una zona relativamente cercana, por lo que a cada una rechazada se iba perdiendo un pedacito de esperanza. Rose se mostraba ligeramente inquieta, tal vez fuera por el temor ante su posible error. No podía saber, en realidad, si su visión no fue más que eso: una visión. Sintió en un momento el roce de dedos ajenos contra los suyos, giró levemente el cuello mientras caminaban recorriendo un pequeño planeta en el que se detuvieron a descansar. Opal buscaba algún lugar con la mirada, uno en el que pudieran sentarse por un rato, a comer o beber algo, por lo que no les prestaba atención. Entonces, Rose giró el cuello, encontrándose con los ojos de Nathan sobre los suyos. Él sonreía, de manera casi imperceptible, pero así era. Sus dedos ya se habían alejado de ella, tal vez solo se acercaron para llamarle la atención.

—Tranquila, nadie te juzgará si estás equivocada.

—No estoy tan segura de ello, tu hermano está fastidiado, Opal nerviosa, Liam intenta contenerlos pero... si no fue más que un error me lo echarán en cara, habremos gastado tiempo en nada y yo...

—Ya, es cierto, Derek va a reclamarte. Pero está más concentrado en levantarle el ánimo a tu hermana, y sabes que no debes hacer caso a sus palabras, rara vez dice lo que realmente piensa. —Se encogió de hombros, desviando la mirada nuevamente hacia el camino, ella seguía viéndolo mientras pensaba en aquello que él decía. Nathan hizo un breve gesto, pareciendo restarle importancia a sus siguientes palabras—. Además, si dice algo hiriente, estaré cerca para callarlo.

  Y aceleró el paso, ella lo observaba, disminuyendo su velocidad. Nathan siguió caminando, sin más, dejando a su amiga detrás. Al prestarle mayor atención a la imagen de ese hombre alejándose creyó notar algo extraño en él, algo que no solía estar ahí. ¿Interés? Lo dudaba, pero sin poder negar del todo que aquel se hubiera preocupado bastante por su persona, fuera por la razón que fuese. Entonces lo vio voltear en su dirección, deteniéndose momentáneamente.

— ¿Vienes? Entiendo que es un lindo lugar, pero...

—Sí, sí. —Sonrió Rose, poniéndose en unos momentos de nuevo junto a él—. Solo cierra la boca.

  Más tarde estaban los cinco sentados a un lado, dos de ellos comiendo, uno pensando con la mirada perdida, los demás interrogando a la chica que hasta ahí los había llevado. Aunque, bueno, no del todo. Entre Liam y Nathan intentaban hacerla recordar, en su visión, algo que hubiese pasado antes por alto. Opal comía en silencio, al igual que el chico de sus mismas tonalidades, algo que podría llamar fruta. Rose, mientras tanto, se esforzaba por ver y rever una vez más lo que antes había visto, con cierta presión invisible sobre los hombros. Demasiado concentrada estaba, al igual que sus interrogantes, para notar cuando su hermana dejó de comer.

—Chicos... Opal.

  La voz de Derek, hasta entonces callada, sacó de esa situación similar a un trance donde nada importaba más que lo hablado, a quienes le acompañaban. Los tres giraron hacia él, luego esos seis ojos se posaron sobre el cuerpo de la gemela restante. Estaba ella sentada, en una de sus manos permanecía esa fruta, similar a una pera, la otra parecía apagada. Sus ojos veían el fruto, pero no lo miraban, y habían perdido esa apariencia arcoíris de la que gozaban. Estaban vacíos, transparentes, en su rostro un gesto también vacío. Ya no estaba.

  Cuando lo comprendió, cosa que le tomó varios segundos, su hermana se abalanzó sobre ella. La habían perdido, sus miedos tomaban cuerpo poco a poco y, entonces, ese cuerpo era el de Opal. Uno idéntico al suyo, más blanco, visiblemente más puro y confiable, uno que le pareció asquerosamente triste. Dejó de verse blanco, puro, confiable. Dejó de ser ella por momentos, era nada más que su envase sin contenido alguno. Los muchachos se levantaron tras la reacción apresurada de Rose, rodeando a las gemelas desde una distancia para ellos segura. La morocha se desesperaba a cada segundo que Opal tardaba en despertar de un sueño aparentemente incesante, llevándole a una enorme angustia. Le parecía desesperante, la atormentante idea de tener cierta culpabilidad en su decadencia, al menos forzándola a recorrer parte de su galaxia en busca de algo que no pudieron encontrar, agotando su escasa energía, llevándola a ese estado. Se le cristalizaron los ojos, pasando a volverse negros, como algún tiempo atrás, haciendo retroceder un par extra de pasos a sus espectadores. Tal vez le daban su espacio, tal vez evitaban una descarga hacia ellos. Entonces Rose dejó oír un suspiro. No, no un suspiro, tomó aire, mucho y precipitadamente. Sus pupilas se encogieron, su mirar se perdió en un punto muerto a distancia. Los trillizos se percataron, acercándose poco, Nathan dio varios pasos más en su dirección. Ambas estaban en trance. Al tocar con timidez el hombro de Rose, arrodillada a los pies de su hermana, esta dejó ir de forma aún más precipitada el aire que había tomado momentos atrás, volviendo a la realidad.

—Vi algo más... debemos despertarla.

— ¿Cómo? Hasta ahora solo esperamos a que lo hicieran solas. —Su mano pasó a volverse firme, sujetando el hombro de la chica.

  Ella observó a Opal poco más que unos segundos, en esos ojos vueltos a la normalidad había cierto sentimiento de seguridad. Acarició con delicadeza la mejilla de esa chica, levantándose un poco más para ubicarse a su altura. La vio directamente a los ojos, a esos apagados, y se acercó a ella. Los demás se dedicaron a observarlas, expectantes. Rose apoyó, igual de delicada, su frente sobre la de Opal, uniéndose ambas. Cerró los ojos, suspiró lentamente, como si se concentrara en lo que estuviese por hacer. La escena dejaba mucho que desear, era mal interpretable, demasiado. Entonces la parte consciente de ese dúo susurró una frase, una en su lengua, esa que llevaba siglos sin hablar.




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