--¡Mamá saldré a jugar al patio!-- Avisó el pequeño niño antes de dirigirse a la parte trasera de su casa escuchando un dulce "esta bien cariño" desde la cocina de parte de su madre.
Las horas del día pasaban con tranquilidad y el pequeño niño se divertía de lo lindo jugando solo con su balón de futból; imaginaba que era una gran estrella dominando el balón y que un gran público le pedía que hiciera trucos con el objeto, en una de sus demostraciones el pequeño pateó muy fuerte el balón haciendo que este se fuera rebotando y rodando cerca de los límites del terreno donde la maleza alta comenzaba.
El pequeño niño no era un niño miedoso además el lugar era terreno conocido por todos los de la zona así que sin mas fue por su balón.
No había dado más de unos pasos dentro del pequeño bosque cuando de la nada tropezó con algo, cayendo pecho a tierra, por suerte alcanzó a sostenerse con sus manos para evitar un mayor daño.
Con lágrimas en los ojos, aguantando las ganas de soltarse a llorar se levantó y volteó a ver la rama con la que había tropezado; llevándose una gran sorpresa al darse cuenta que no era una rama la que estaba tirada en el suelo sino una muy linda y colorida aunque algo maltratada caja musical.
El niño parecía hipnotizado por aquella interesante caja, olvidando el motivo por el cuál se encontraba en el lugar con gran interés la tomó y la examinó con cuidado dandose cuenta de que la pequeña caja era antigua, con un mecanismo similar a las cajas musicales que su abuela le había mostrado diciéndole que habían pertenecido a generaciones anteriores, con la diferencia que esta era mucho mas bonita que las otras que había visto, y lo mejor es que aparentemente no pertenecía a nadie.
Así que con gran decisión la tomó entre sus manos y la llevó consigo de vuelta a su patio, olvidando por completo su balón, ahora tenía un juguete más interesante a su parecer.
Una vez ya en el jardín trasero de su casa, el pequeño niño con caja en mano se sentó en el pasto, se había percatado de la manivela que estaba a un lado de la caja así que la tomó con una de sus manos y comenzó a girarla logrando que el colorido objeto emitiera la alegre y divertida tonada de "Pop Goes the Weasel". El niño continuó girando la manivela de la caja, provocando que la melodía continuara hasta que e pronto la caja se abrió y de esta salio un humo blanco y negro que contenía pequeños destellos y pequeñas explosiones como pequeños fuegos artificiales; los colores a pesar de nos ser los más atrayentes eran divertidos de ver.
Ante la mirada sorprendida del niño, el humo brillante empezó a mezclarse y crecer.
--¡Hola niño ¿tú serás mi nuevo amigo?! ¡juguemos! ¡mi nombre es Laughing Jack ¿cuál es el tuyo?-- Y con un pequeño pop un payaso enérgico en colores blanco y negro salió diciendo estas palabras.
La tarde estaba pasando y la hora de la merienda estaba llegando, la madre desde la cocina escuchaba a su hijo reír y hablar divertido; se alegraba del hecho de que su hijo al parecer al fin había conseguido un amigo. Era difícil para ellos ser los nuevos en la ciudad ya que no conocían a nadie.
Con esto en mente se dirigió al jardín trasero, pensaba invitar a merendar al nuevo amigo de su hijo junto con ellos.
--Qué extraño, creí haber escuchado a alguien más ¿se habrá ido?.-- Pensó sorprendida la madre al abrir la puerta corrediza que daba al jardín trasero y ver que en el lugar no había nadie más que su hijo jugando. --¡James, ven a merendar cielo, mas tarde sigues jugando!--
--¡Voy mamá!-- después de decirle esto a su madre James se giró hacia un lado y habló como si alguien en verdad estuviera allí. --ya vengo, no creo que a mamá le guste que entres solo así, saldré pronto y continuaremos el juego.-- Con esto dicho James se dirigió corriendo hacía el interior de la casa.
Estas acciones no pasaron desapercibidas para la madre ¿seguiría jugando? bueno, ya le preguntaría una vez estuvieran merendando dentro.
Laughing Jack observó al niño entrar a la casa, no sabía cuanto tiempo había pasado encerrado pero por la forma de hablar del niño y su vestimenta podía decir que habían pasado siglos ; bien, tendría nuevos amigos para jugar y divertirse aunque eso no significaba que se olvidaría de los antiguos.
Recordando el momento en el que fue encerrado, por un momento el amigable rostro de Jack se deformó terroríficamente, mostrando así su verdadero ser.
Mientras esto sucedía, dentro del mismo país pero en otro estado; una solitaria niña jugaba en su habitación con las nuevas y lindas muñecas que su nuevo y mágico amigo le había regalado. La pequeña estaba feliz, su amigo mágico que venía de otro mundo por medio de una puerta igualmente mágica siempre le traía muñecos y peluches, él los hacia moverse y bailar o actuar para ella. Jugar con él era divertido.