Orquídea de plata

Orquídea y rosa

    El triste jardinero sembró una rosa hoy 
su huerto era marchito y la tierra como ceniza 
Quizás tenía fe, o simplemente era un soñador
Pasaron seis inviernos, ligeros para los hombros del jardinero 
La semilla se hundía en el huerto, pero semilla era
El jardinero se arrodilló y exclamó a su Dios
¡Qué te he pedido yo en esta vida! Solo una rosa. Polvo es esta huerta, pero polvo seré yo. ¡Dios mío, Dios mío, Dios mío, dame una rosa! 
Pero la rosa no creció.

    Los fuegos del cielo descendieron 
Ardió la tierra 
Y cuando el rocío llegó 
Una pequeña flor creció 
Dichoso el jardinero rezó tres días 
Y al cuarto olvidó a su Dios 
Su pequeña flor crecía, era morada y no lo entendía 
Pero bebió tres cañas en un día.
Algunas veces iba a hurtadillas al huerto 
A llorar por la rosa
Sus lágrimas de papel cayeron sobre la simiente 
Y esta creció.

    Dos flores en su huerta 
No eran su milagro 
Aquellas tenían una pugna secreta cuando el jardinero acariciaba sus pétalos 
Se encendían en invierno por la mirada de su cuidador 
La rosa y la orquídea cruzaron sus raíces 
Morían un poco cada día 
Las caricias del jardinero resquebrajan sus pétalos 
Lloró y calló 
No rezo a su Dios 
Con su tejera de cristal miró a las dos 
¿Cual he de cortar? 
¿La rosa que siempre añore y a la flor que me amó?

 




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