Orquídea de plata

La doncella enamorada

¡Oh, dulce doncella! 
No entregues tu azucena 
No la intercambies con el mercader por unas míseras monedas 
Aparta el lingual andrajoso 
Que como serpiente embravecida busca la inocencia innata 
De una flor cuyos pétalos desconocen la calidez de la estrella madre
Huye del dedal de oro que solo busca la calidez de la pradera.

Huye del oscuro rostro que llama desde las cenizas 
Que silva y sonríe cauteloso 
Huye de la mano que posee la rosa y la estruja hasta hacerla simiente 
Huye del enano que canta sus melodías a la carne y las huestes 
Pero sobre todo, huye del rey pasivo que reclama las praderas de occidente.




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