El simio llegó en su carroza blanca, dueña de otro hombre
Vestía seda y alpargatas
Ostentaba lujos de un simple sembrador y ropas de mísero esclavo
Estrechó manos
Miró lascivo montañas dóciles
Desairadas de la vida
Sin demora fueron seducidas por un hombre, mitad simio que carece de alma y migajas de pan duro.