Todo era precioso, las flores, los árboles, los animales y el sonido del agua correr, sin que nadie pudiera interrumpir su dulce movimiento; todo estaba tan tranquilo que causaba una paz increíble en cualquiera que pisara el lugar, no comprendía muy bien como había llegado acá, en definitiva no quería irme, no quería regresar a un mundo lleno de problemas y discusiones, solo quería esto, esta paz; no sé cuánto tiempo había pasado desde que estoy en este lugar, no quería irme nunca.
-Hola- dijo una voz rompiendo la armonía que teníamos aquel lugar y yo, me sobresalte un poco- ¿me puedo sentar? - pregunto este hombre que por su apariencia parecía un dulce ángel; él me miró esperando una respuesta y yo asentí dándole espacio en aquel tronco donde me había sentado.
- ¿Quién eres? - le pregunte curiosa, él no respondió, solo observo el lugar a mi lado por varios minutos, todo parecía un sueño del cual no quería despertar, él sonrió mirando el lugar con nostalgia.
-Mi nombre es Abadon cariño- me dijo besando mi mano con ternura - soy dueño de todo lo que estás viendo.
-Wow- dije asombrada, era increíble tener un lugar como estos, me encantaría tener un lugar como este y poder quedarme eternamente - es fantástico- dije embelesada por cada detalle de este bosque.
-Lo sé- dijo él con una pizca de arrogancia causando que yo hiciera una mueca de desagrado y él soltara una carcajada ante mi gesto.
-Me gustaría quedarme eternamente-le dije y este se tensó- vivir en este lugar para siempre.
-No puedes- dijo serio y me estremecí- no está permitido que te quedes.
-No es nuevo- le dije enfocando mi mirada en algún lugar de este bello sitio, este se giró mirándome dudoso por mi respuesta- yo no pertenezco a ningún lugar y menos uno como este- dije sin alguna pizca de tristeza o rabia, por mucho que me costara admitirlo, nunca había pertenecido a un solo lugar, y en donde había encajado realmente, no era precisamente un campo de flores; no era algo que me perturbara, porque solo encontraba paz en mi sistema.
-Claro que perteneces-me dijo acercándose tratando de corregir sus palabras- solo que no es el momento de que pertenezcas a este lugar- solté una risa silenciosa por su evidente preocupación, no me había ofendido por sus palabras, yo era consciente que jamás pertenecería a un lugar como estos.
-Abadon eres muy inocente- dije suspirando y este sonrió sin creerse mis palabras- nunca perteneceré a ningún lugar como este- sonreí recostándome en su hombro como si fuera mi mejor amigo, como si lo conociera de toda la vida.
-No digas eso pequeña- dijo él triste tomando mis manos - no sabes cómo me gustaría que te quedaras - me dijo sonriendo con tristeza- cuando eras niña te encantaba corretear por los manantiales- yo quede estática, no recordaba haber esta acá cuando niña- no es la hora.
- ¿Estoy muerta? - pregunte y este se sorprendió, su mirada estaba cargada de pánico- ¿por qué me miras así?
- ¿Por qué crees eso? - me pregunto asustado y yo solté una carcajada causando más dudas en él- tienes una hermosa risa cariño- me dijo, me sonroje y guarde silencio nuevamente- ahora respóndeme ¿Cómo es que sabes eso? Todas las almas siempre están confundidas.
-No soy idiota Abadon- le dije suspirando- sé que salve la vida de mi hermana- este sonrió y soltó un par de lágrimas- sé que no pertenezco a este lugar porque no he sido buena- le dije y este se puso pálido.
-No estas muerta- dijo él- si lo estuvieras, no estarías en esta sección de mi jardín- me dijo y yo asentí comprendiendo- estas entre la vida y la muerte- dijo él y yo sonreí triste.
-Igual, así estuviera muerta- suspire con tranquilidad, como si las palabras no dolieran en mi sistema- no estaría en este lugar.
-No digas eso preciosa- me dijo triste- si perteneces a este lugar, no es la hora, no es el momento y cuando lo sea yo mismo iré por ti.
-Yo he matado Abadon- dije como si dicha acción mereciera el peor de los reproches- he hecho cosas terribles- le dije a este muchacho dulce e inocente, sabía que todo era producto de mi imaginación, al estar mi cuerpo en shock- ni siquiera creo en ti cariño- le dije y este se sorprendido.
-No importa- me dijo él tratando de convencerme- no fue tu culpa, no te culpes ni te atormentes- no sabía cómo es que mi mente había podido creer este tipo de alucinaciones, lo agradecía, no hubiera sido lindo ver algo terrorífico, como mis pesadillas.
-Ella tiene razón- dijo una nueva voz- no pertenece a este lugar- era un Ángel, a diferencia de Abadon él tenía sus alas negras- ella pertenece al Seúl conmigo y los demás tenebris, foeditatem, infernum y daemones.
- ¿Qué es el Seúl? - pregunte despidiéndome de toda la calma en la que había vivido, absorbí por última vez la imagen de aquel hermoso lugar, sentía que eran los últimos momentos que podría contemplarlo- ¿Quiénes son ellos?
-Mi niña no lo escuches- dijo Abadon levantándose y poniéndose enfrente mío, su cuerpo era enorme y sus alas ocupan un gran espacio, yo era una dulce hormiga a su lado - lárgate de aquí Melier su alma está bajo mi custodia.
-Cálmate angelito-dijo Melier- no quieres que ensucie tu paraíso o ¿sí? - dijo él sonriendo de forma aterradora- además mientras no esté completamente muerta no tiene un Ángel custodio.
Editado: 17.02.2021