-¡Callense, la van a despertar!- chilló Seth en un susurro.- necesita reponerse de toda esa acción.
Me moví un poco y entendí que estaba en una cama, una cama suave y fresca con olor a una combinación de frutos rojos y hasta con un poco de esencia a chocolate. Era tan suave y relajante que sólo me concentré en eso y olvidé que debía despertar y levantarme. Debía levantarme porque ayer huiamos de un asesino junto con Seth y Stone, el chico que medía casi 1.90 y que tenía una piel tan dura como la roca, una piel que hizo que me fracturara la mano derecha por golpearlo. La mano derecha, no me dolía, de hecho podía moverla y no sentía dolor. Era como si jamás se hubiera roto... todo era tan raro, lejano y perfecto...
MALDITA SEA, AYER ME ROMPÍ LA MANO Y NOS PERSEGUÍA UN ASESINO, ADEMAS EL IDIOTA DE SETH ME HABÍA DROGADO.
-¡SETH ROBERT CLIFFMANN!- Fue lo primero que grité al recordar lo ocurrido. Me encontraba en una habitación pequeña pero muy bonita con paredes decoradas con papel estampado de flores amarillas y un tocador de madera de roble con un gran espejo al centro, al otro lado de la habitación había una puerta blanca a medio abrir y junto a la cama en la que estaba, había una ventana medio abierta por la que se podía ver un jardín hermoso y algunas enredaderas floridas. Me puse en pie sin dudarlo, pero me caí. Me dolían las piernas, me dolían muchísimo, las miré para ver que pasaba y casi grito del horror. Ya no llevaba jeans, sino un vestido suelto de color verde, un verde que combinada a la perfección con los moratones violeta que llenaban cada parte de mis piernas llenas de cortes y heridas frescas. No entendía, ayer Seth me había dado las píldoras y me dormí, pero cuando lo hice no tenía así las piernas.
-¡Quieta!- Me ordenó una voz dulce y melodiosa, casi infantil, desde otra habitación.- Al fin podré curarte.- Por la puerta, entró un chico de no más de 13 años con cabellos grises y finos, como los de un anciano, ojos sumamente raros, ya que uno era de un gris hermoso y el otro de color violeta claro. Pero lo que más desentonaba en él era su ropa, llevaba una bata médica desabotonada y debajo de esta un suéter de lana y unos pantalones de tela café. El conjunto en si era muy raro para ser sólo un chico de 13.- ¡Hola Paige!, ¿O prefieres que te diga Chloe?- asentía a lo segundo mientras con mucho cuidado, él me ayudaba a ponerme en pie, para luego sentarme en la cama- Ok Chloe, soy Alexander Martins. Tu doctor- Dijo esto último con una sonrisa juguetona que me hizo sonreír sin querer.- Ok, ahora si intentaré curarte, es que luego de que volviera a armar tu mano, tu mente creó un escudo que te volvió intocable y prácticamente inmortal, ya que intenté curar tus piernas, pero una especie de campo de fuerza me arrojó volando. Dolió, pero estoy bien.- Dijo intentando restarle importancia. Me sorprendió la naturalidad y comodidad con que me trataba. Stone tenía razón, este chico Alexander, era sencillamente agradable.
-Lo lamento, descubrí mis poderes hace cuatro años, pero no he logrado controlarlos del todo, de hecho aún no entiendo muy bien cuáles son mis poderes.- Dije un poco avergonzada.
-Ohh no, tranquila, a mi me ha llevado más de 70 años controlarlos por completo y poder usarlos para ayudar a los demás.- Creo que me quedé con la boca abierta o algo así ya que el chico se puso en pie y me trajo un vaso de agua fría.- Vaya, veo que nadie te lo contó - dijo rascándose la nuca repentinamente incómodo.
-Tampoco hace falta, si no te sientes cómodo, no te haré contarmelo.- Dije volviendo a la vida y sacando la voz de repente. El chico en si me sorprendía, pero lo que hizo, jamás me lo esperé. Se acercó y con cuidado me abrazó. Su cuerpo tibio se sentía fantástico en comparación al mío helado de forma natural, siempre estaba así de frío. Sin pensarlo, lo rodeé también con mis brazos y me sentí reconfortada de una forma especial. Su perfume a frutos rojos y chocolate me hizo entender que ésta era su cama y por un breve momento sentí culpa ya que pensé que lo había hecho dormir en un sillón o algo así.
-Gracias, necesitaba un abrazo sincero- Me dijo cuando luego de un buen tiempo nos soltamos- y no, dormí contigo, no en un sillón.
- ¿Cómo sabes que pensé eso?- Le pregunté al darme cuenta
- Jajaja, pensaste eso en voz alta sin darte cuenta.- Me dijo entre risas. Pero entonces reaccioné.
- ¿¡Dormí contigo?!- grité espantada sin saber bien porqué
- Tranquila, sólo fue para asegurarme de que estuvieras bien y no te afiebraras a te dolieran mucho las piernas.- y entonces volví a sentirme culpable, él se había quedado para cuidarme y yo le grité por haberlo hecho
- Perdón, es que no sabía...- Dije avergonzada.
- Oh no, fue mi culpa por decirlo así sin mas- Dijo riendo- , aunque fue chistoso ver tu cara de espanto.- Y volvía a ser encantador...
- Oye... ¿Qué me pasó en las piernas?- las había movido y el dolor punzante había vuelto de forma radical.
- Chocamos el auto anteayer- Dijo Stone entrando en la habitación como si nada- ...choqué TÚ auto anteayer y lo convertí en una lata de refresco aplastada. Perdón.
- Hijo de...- iba a gritarle todo sin controlarme cuando sentí las cálidas manos de Alexander sujetandome no con enojo, sino con dulzura. Suspiré y acabé diciendo- ...Dolores Umbridge- con voz casi aburrida.- Gracias por contenerme Alex.- Sus ojos se iluminaron durante un segundo y cuando volteé a ver a Stone, éste estaba con la boca abierta a todo dar.
- Déjala- Dijo Alex dirigiéndose a Stone rápidamente y dedicandole una mirada para que guardara silencio.-, así está bien.- No entendía nada, pero por algún motivo sentí que era mejor no preguntar.- ¿En serio Chloe? ¿¡Dolores Umbridge?! Recuérdame anotar eso en mi lista de insultos, fue genial.- Dijo levantando una mano para darme los cinco. Le respondí y él rió.- Ok, ahora te quitaré el vidrio de las heridas, pero necesito que te tiendas en la cama, ¿si?, seré cuidadoso para que no te duela.- Stone salió de la habitación haciendo una mueca rara, pero sin decir nada. Me tendí en la cama y le sujeté una mano a Alex; él me hacia sentir segura a pesar de haberlo conocido hace no más de 20 minutos.
- ¿Va a doler? Las heridas se ven bastante mal.- pregunté un poco asustada
- Para nada, seré tan cuidadoso como sea posible.- Y decía la verdad, ya que uno de mis poderes, vaya uno a saber cuál, me indicó que no mentía.
- ¿Qué poder tienes y como me va a ayudar?- Si, sé que soy muy curiosa, pero he sido así desde que tengo memoria, me gusta saber todo lo posible y si hay que hacer muchas preguntas para eso, me parece bien.
- controlo los elementos de la tabla periódica, ya sabes, y puedo construir o destruir cosas a voluntad sólo con saber de que están hechas y mi poder me permite saber de que se compone algo con Sólo tocarlo. Sé que suena mal, pero te aseguro que no dolerá. Voy a destruir los vidrios de tus heridas, los sacaré con mis poderes y una vez que la herida este limpia, sanaré esa piel para que quede como nueva.- ¿Qué tenía este chico para hacerme confiar en él tan rápidamente?
- Ok, pero no sueltes mi mano, tengo miedo.
- Ohh, no lo tengas, no permitiré que te pase nada malo.- Dijo con suavidad acomodando un mechón de mi pelo rebelde detrás de mi oreja, igual que como lo hacia Seth para reconfortarme.
- Tiempo, ¡SEEETH! ¿DÓNDE ESTÁ SETH? ¿ESTÁ BIEN? LO NECESITO, NO PUEDO VIVIR SIN ÉL.- Me estaba desesperado, pero él entró corriendo al cuarto. Con el apuro y el miedo, me había sentado de golpe en la cama y ahora me dolían más que antes las piernas.
- Tranquila, perdón por no venir, es que... no quería asustarse.- entonces me fijé en los moratones y cortes en su cara y manos y noté una cicatriz que probablemente habían tenido que coser.
- Seth, sé que eres feo, pero nunca tanto como para asustarse.- Dije y el chico de pelo plateado echó a reír de forma descontrolada mientras que Seth me miraba a punto de estallar en carcajadas. A continuación, cogí uno de mis zapatos que dejaron junto a la cama y se lo tiré directo a la cara, aunque como era de esperarse, lo atrapó antes de que lo golpeara.
- ¿A qué va eso?¿Que te pasa?- preguntó alarmado.
- Me drogarse idiota, me hiciste dormir, permitiste que chocara mi auto y me destrozaste las piernas sin que me diera cuenta gracias a todo lo anterior.- le dije un poco más calmada. Pero no lo iba a perdonar tan fácil; Me concentré en las enredaderas que veía a través de la ventana y en hacer que crecieran, entrarán por la ventana y rodearan a Seth. Pero no funcionó, no logré que crecieran ni un poco, volví a concentrarme y entendí la mano hacia ellas, como si le tendiera la mano para recibirla.
Y esta vez si funcionó, la enredadera comenzó a crecer rápidamente entrando por la ventana a medio abrir y la dirigí con la mano hacia donde estaba Seth, cuando vi su cara de asombro casi me arrepiento, pero recordé que me había drogado y seguí extendiendo la enredadera hacia él, me concentré todo lo que pude para no causarle verdadero daño y lo enrollé con las plantas.
- Chloe, alejalas de mi.- había dicho Seth que ahora chillaba algo parecido a.- Chloe sueltame, no me gustan los espacios pequeños y me siento muy apretado aquí.
- Sabes, odio tener que tomar pastillas o jarabes- empecé a hablar tranquila desde la cama-, también odio cuando me sedan como a un animal salvaje para que no ataque a nadie.- dije acomodandome para que Alex, que ahora miraba asombrado y divertido, me pudiera curar las piernas- Y ayer, hiciste ambas cosas.
- Chloe, al menos dale un poco más de espacio.- Lo defendió Alex en tono jugueton.- Hazle una jaula con la enredadera- empezó a darme ideas.- hazle un corral como la cuna de un bebé.
- ¡No! Chloe, por favor ten piedad, sabes que te las di para que no te doliera la mano.- suplicó Seth .
- ¿Qué dices Alex, lo dejo o no?- Otra vez nos volvieron a mirar raro, sólo que esta vez fue Seth quien miró a Alex.
- DÉJALA, ESTÁ BIEN- Se apresuró a decir Alex.- Y si, creo que merece tu perdón esta vez.
- Ok, pero ¿Por qué me miran raro cuando te digo Alex?¿Dije algo malo?- no entendía, primero Stone y luego seth, ¿Qué estaba pasando?
- Oh nada, sólo es que...- es que...- Odiaba que me llamaran así. Más tarde te explico porqué.
- Oh, perdón ¿Cómo quieres que te llame entonces?- Había sido muy amable y quería devolverle la mano.
- No, me encanta que me digas Alex.- respondió con otra gran sonrisa. ¿Odiaba que le dijeran Alex, pero le encantaba que lo llamara así? Este chico estaba loco, aunque aún así me encantaba.- Ok, luego te cuento, pero ahora libera a Seth y quédate quieta para curarte.- Le obedecí y me concentré en hacer volver las plantas a su lugar, no me costó mucho esta vez, así que lo hice más rápido. Me quedé quieta y tomé su mano ignorando por completo a Seth.
- No te molesta que tome tu mano, ¿cierto?- pregunté al darme cuenta de que tal vez la necesitara
- ¡Claro que no! Está bien, además así te sentirás más tranquila.- ¿Cómo es que era tan amable y alegre?- de hecho, así está mejor ya que podrás apretar mi mano si te duele y lo haré con más cuidado.- Era genial, daban ganas de abrazarlo sin motivo.
- Ok, sólo comienza.- Le dije mientras cerraba los ojos. Oí que suspiraba y empecé a sentir un hormigueo en la pierna derecha, al principio no era molesto, pero al cabo de algunos minutos se volvió incómodo y casi doloroso en algunos puntos. Inconcientemente apreté un poco su mano y el hormigueo en la pierna se detuvo.
- ¿Estás bien? ¿Te traigo un analgésico?- Parecía muy alarmado.- Perdón, no suelo tratar con heridas profundas...
- Calmate.- lo interrumpí.- Estoy bien, sólo sigue y...- Me había enderezado y me sorprendí al ver que la mitad de mi pierna derecha estaba como si no hubiera habido cristales enterrados profundamente en ella.- Wow, realmente eres bueno en lo que haces Alex.- Sonrió triunfante y me ayudó a recostarme de nuevo.
- Ok, canta alguna canción que te guste.- ¿Qué rayos?- te ayudará a relajarte e ignorar el hormigueo.
- ¿Seguro? Puedo dañarte los oídos.- El sonrió enseñando sus perfectos dientes blancos. Comencé a tararear una melodía que me era familiar a pesar de no conocerla y me sorprendió mucho cuando Alex empezó a cantar conmigo acompañando en un tono distinto pero muy armónico. Su voz era suave y tranquilizante, tanto que me quedé dormida nuevamente.