Mis manos sudaban mientras intentaba quitarme mi jersey, mis casos fueron tirados de golpe y vi como mi súper arreglo con cinta adhesiva fue desprendido de un tirón dejándome de pronto sin ellos. Gracias por abandonarme ahora, sentía esa energía negativa creciendo envolverme. Debía concentrarme, aún podía vivir sin cascos no sin empleo, mamá, mi pequeña perrita Abdul y yo dependíamos de mi trabajo, ya que las licencias de mamá eran rechazadas, a pesar de las incansables veces que realicé reclamos debido a su enfermedad. A veces me culpo no poder dar más por ella, sentía que me faltaban horas para poder trabajar, nadar, estudiar, llevarla a sus quimioterapias, realizar las compras y todo lo que conlleva mantener una casa, pero no podía hacer más, solamente era yo. Sentía que le debía tanto a mamá, sacarme adelante siendo madre soltera, cuando mi “padre” nos abandonó apenas se enteró que venía en camino, vaya cobarde, si la pudo meter sabiendo las consecuencias tenía que hacerse cargo.
Mi bañador se adhería de tal forma que parecía una segunda piel, el gorro de nadadora me daba un aspecto de operación facial exprés y mis ojos se veían de forma achinada. Caminé lentamente hacia la piscina, era todo por el todo, yo no era menos y no debía sentirme, aunque esté frente a una competidora de clase mundial. En cuanto llegué a mi carril, me coloqué mis lentes, le pedí a todas las energías del universo que por una vez tuviera buena suerte.
- No quiero piedad Irina -le dijo el empresario -haz de cuenta que compites para la clasificación a los Juegos Olímpicos, sé cuál es tu nivel y cuanto puedes dar, confío en ti. - ella hizo un gesto afirmativo con su cabeza y eso me colocó más ansiosa.
- Perfecto -dijo Víctor, un chico muy majo que siempre evaluaba en las competiciones locales. Alguien muy correcto en cuanto a su trabajo. Me dio una mirada cargada de esperanza, él a veces cronometraba mi nado.
Nos colocamos en los carriles, la adrenalina a flor de piel, era ahora o nunca y debía demostrarlo. Apenas tocó el silbato, me lancé sin dudarlo cada brazada era un pequeño triunfo, necesitaba ganar. Mis pies tocaron el otro lado de la piscina y me impulsé, no sabía si Irina ya había ganado, pero deseaba que no fuera así, sabía que era sin piedad y era ganar o perder. Cuando mis manos tocaron ese pequeño rectángulo supe que había acabo todo, Irina también se encontraba ahí y su respiración era irregular igual que la mí. No sabía quién había llegado antes, pero sentía que no era yo la vencedora.
Inconscientemente miré a Víctor, después de todo él era el juez. Me dio una mirada que simplemente no supe interpretar.
-Buen trabajo - nos dijo Josh. - me vio muy emocionado. No quería quedar sin empleo, no hoy.
-Vaya señorita segundas oportunidades, nos has sorprendido, superaste el último récord de 3:53,92 de Ariarne Titmus, tuviste una marca de 3:49,56, prometes mucho y es una lástima que no seas una competidora de nado -me analizó unos segundos y continuó -creo que te debo unas disculpas públicas, lo siento, a veces soy algo impulsivo. Josh me ha comentado el trabajo impecable que realizas en mi club y te lo agradezco, así que te pido disculpas nuevamente y ya tendremos tiempo para conversar en otro momento. Con mis disculpas acepto todas las condiciones de sueldo y relacionadas al trabajo que me solicitaste antes -observó a Irina -ya conversaremos nosotros Irina, sigue entrenando. Tengan todos unos buenos días.
Así como llegó, despareció. Una felicidad brotó de mi pecho, nunca había ganado nada, por el contrario, siempre perdía o no era considerada para las cosas importantes y hoy sin querer batí un récord mundial. Esto es por ti mamá, prometo que todo mejorará.
Josh abrió la toalla y me envolvió con ella.
-Buen trabajo cariño, estoy muy orgulloso -me susurró en el oído.
Caminé a paso firme a los vestidores, tenía una mezcla de sensaciones y ya no sabía qué hacer con ellas. Vi mi reloj y vi que mi horario de salida ya había pasado, tenía que correr para alcanzar a llegar a la reunión con mi supervisora de tesis, más que mal, por eso llegué tarde. Con mi bolso en mano y ahora sin casos, me dirigía hacia la salida cuando de pronto...
-Buen trabajo chica, la técnica de tú nado es muy buena, me gustaría entrenar contigo algunos días -No sabía que responder, la mismísima Irina Kravopa me estaba elogiando, creo que aún no sabía la magnitud de lo que había ganado hoy.
-Claro, no hay problema, siento dejarte, pero mi turno terminó y debo ir a una reunión a mi universidad, nos vemos -me despedí con un movimiento de mano.
Mi día había comenzado mal, fui despedida y re-contratada en tiempo récord tal cual como mi nado en piscina y obtuve el triple de mi sueldo y el reloj aún no marcaban las nueve de la mañana.