P R E F A C I O

Aeropuerto Juan Santamaría – Costa Rica

Septiembre de 2017

–¿Todo listo? –Pregunta Evan a sus acompañantes.

–Sí. –Responde Clint mientras se sube junto con él al helicóptero.

–Bueno es hora de regresar. –Le dice una vez que se abrocha el cinturón.

Seguido de eso le da orden al piloto que despegué y así poco a poco se van alejando del aeropuerto para ir a la ahora abandonada isla Nublar.

Han pasado ya dos años desde la caída de “Mundo Jurásico”, después de ese día Evan se sintió perdido, ya no tenía nada ni nadie, pero la suerte pareció sonreírle porque unos días después un antiguo amigo de la secundaria lo contacto y logro obtener un nuevo trabajo. Ahora mismo se encontraba trabajando para un laboratorio perteneciente a una compañía alemana y en los últimos meses mostraron un interés por las criaturas des extintas de la isla y por eso Evan ahora se dirigía para allá, como empleado de confianza debía ver desde el cielo el estado de la isla y de los animales, además de ver de cerca la actividad volcánica del monte Sibo que se dio a conocer en febrero.

Él no tenía información exacta del porqué de ese interés, pero no le importaba, ya que el pago fue lo bastante convincente como para que aceptara sin dudar el puesto.

Al mirar por la ventana solo se veía el mar, kilómetros y kilómetros de mar.

–¿Pensó alguna vez en volver? –Al escuchar la pregunta se gira a ver al castaño.

–Para nada, creí que después de ese día sería la última vez que vería ese trozo de tierra –le responde Evan a Clint. –¿y tú?

–Casi muero durante el ataque de esa cosa, creo que lo último que quisiera sería volver.

Clint fue uno de los pocos miembros de la UCP que sobrevivió al ataque de la Indominus en el bosque. Luego de eso estuvo algunos días en el hospital gracias a sus heridas, pero logro recuperarse y tiempo después volvió a trabajar siendo parte de la seguridad privada de otra empresa, allí conoció a Evan y tras saber que ambos estuvieron en el incidente descubrieron que tenían esa y muchas cosas en común.

Clint al igual que Evan estaba solo ya que su esposa murió gracias a una complicación durante el embarazo del que fuera sido su primer hijo, ya que el pequeño no soporto y también falleció dejando casi destrozado al hombre.

La isla poco a poco va tomando forma en el horizonte. Por el radio inician a hablar pidiendo que se alejen porque están entrando en una zona en cuarentena, pero no le prestan atención y deciden apagarlo.

–Allí esta –Dice Evan al ver la costa de la isla.

Poco a poco la distancia se hace más corta hasta que el helicóptero inicia a sobrevolar la isla.

Clint enciende su cámara e inicia a grabar.

Entre la selva logran ver lo que quedan de las vías del monorriel y las ruinas de algunos edificios.

El castaño enfoca la cámara en un par de braquiosaurios que caminaban en el bosque. Los árboles inician a disminuir poco a poco hasta llegar lo que solía ser el centro del parque.

Los edificios yacían ya en ruinas y entre la maleza, algunas partes de las vías del monorriel que pasaban sobre la laguna ya habían colapsado.

Fue inevitable que los recuerdos regresaran tras ver esa imagen.

El helicóptero sigue sobrevolando la isla y en su paso sobre esta se logran ver a los dinosaurios que aún se encuentran vivos.

En su recorrido más al norte queda antes ellos el monte Sibo, el volcán de la isla, que se levanta imponente. Al estar cada vez más cerca Clint enfoca su cámara al pico y de inmediato en el cuadro quedan a la vista varias rupturas de magma.

–Parece que les queda poco tiempo a los dinosaurios. –Dice una vez que ve como el magma brota de la superficie del volcán.

  –¿Qué? –Pregunta Evan acercándose y viendo lo que filmaba la cámara. –Debemos notificar esto.

(...)

MAYO  DE  2018

OCEANO PACIFICO: COSTA  RICA

Recién amanecía y ya una pequeña embarcación pesquera se encontraba mar adentro, hace poco habían lanzado una de sus redes y esperaban tener un buen día.

Un chico de tan solo catorce años se encontraba en la popa dibujando el amanecer, disfrutaba ver como poco a poco el sol se elevaba y el cielo dejaba de verse del intenso color naranja de la mañana para pasar a ser un suave tono azul celeste.

Una leve brisa sopla haciendo que la hoja en la que dibujaba en su cuaderno se pasara a la siguiente.

Un leve golpe hace que todo el barco se estremezca.

–¡Parece que ya está! –grita alguien de la tripulación.

De inmediato se inicia a escuchar el sonido de la máquina que se encargaba de traer la red a la superficie.

El niño se acerca a uno de los costados del barco y ve como la cuerda es jalada desde el mar por la grúa del barco.

Una figura en el agua que pasa unos metros del barco capta la atención del chico.

–¡Papa! –Inicia a gritar el chico mientras camina en la dirección en donde está.

–¿Qué sucede? –Dice el hombre sin despegar la vista de la grúa, ya que él debía detenerla en cuanto la red saliera del agua.

–Hay algo en el agua. –Dice el chico.

–Siempre hay algo bajo el agua hijo. –Le responde el hombre mientras posiciona una mano en la palanca porque la red ya estaba cerca de la superficie.

–Hablo de algo grande, lo vi desde la popa. –Le informa.

–Déjame término y me cuentas, ¿Ok? –Le dice el padre.

El chico solo asiente y sale de la cabina en dirección a la popa del barco.

–Nunca me escucha, ojalá y le pasara algo y su única salida sea escucharme. –Se queja.

La red sale del agua y queda en el aire a la vista de los presentes.

–Pare...

La frase de uno de los presentes se ve interrumpida al ver un gran animal saltando del agua y comiéndose los peses con todo y red.