¿otra vez tú?

Capítulo 1: “¿¡Otra vez tú?!”

—¿Entonces qué? Pasas a buscarme mañana ¿Cierto?— pregunté mirando por la ventana el Sol esconderse en un hermoso atardecer, y las aves a lo lejos buscando dónde pasar la noche.
 

— Claro, solo convencer a Noah y nos veremos en unas horas.
 

— Me parece bien.— bostecé.— voy a preparar las cosas, ya que no queda de otra, nos vemos, te quiero.

 

— Nos vemos, te quiero igual tonta .— respondió mi mejor amiga colgando la llamada.
 

Después de unas vacaciones de verano no tan divertidas, debía haber ido al estúpido Campamento, bueno, aquí estoy, el día anterior al comienzo de clases de mi último año de preparatoria. Suelto un suspiro tan solo de pensarlo... no es nada, solo que la escuela es un infierno, pero bueno, sin presiones. Seré positiva y diré que este será mi mejor año, o eso espero.
 

Y ojalá que lo sea.
 

Busco mi mochila para preparar las cosas, y lo hago. Ya es algo tarde. Me doy una ducha, ceno con mi familia y me subo a mi habitación quedándome dormida antes de darme cuenta.


 

(...)


 

Un ruido ensordecedor atormenta mi cabeza una y otra vez y aparentemente no hay quien lo detenga. Abrí los ojos y apagué la alarma de mi mesa de noche volviendo a la cama.

Estaba aprovechando los últimos minutos de sueño, para luego ir a, lo que muchos consideran emocionante para mí es algo terrible, si, >>Drama Queen<< a sus órdenes. Aún quedaba media hora para dormir, o eso creía, incluyan eso a la lista de cosas arruinadas por Zack, mi hermano mayor.
 

Su voz comenzaba a fastidiarme, pero no quería despertar ¿Qué no dejan dormir aquí o qué?
 

—¡Arriba Leandra! Es el primer día de clases.
 

Odio que me digan Leandra.
 

—¡Venga Espabila! Llegarás tarde.— dijo agitando frenéticamente mi cuerpo una y otra vez.
 

— Y aunque llegara tarde, no sería tu problema.— dije con voz soñolienta y poniendo mi almohada en mi cara.—Ya vete.
 

Quitó bruscamente la almohada de mi cara. Dios, que penitencia estaré pagando. Mi hermano es dos años mayor que yo, pero cuando quiere, puede comportarse como un niño pequeño o peor.
 

— Idiota, largo de aquí.— solté un gruñido.
 

— ¿No te levantarás?— me retó al parecer rendido. Mi silencio fue la respuesta.—Bien— escuché como salía de mi habitación.
 

Claro, pero conociendo a mi hermano esto no acabaría así, y tal como lo dije, apareció nuevamente cinco minutos después.

Lo próximo que paso, fue una mezcla entre enfado y ganas de matar a alguien, no sé si lo habéis experimentado, pero un cubo de agua helada a las siete de la mañana no ayuda ¿Qué digo a las siete?! ¡Un cubo de agua helada para despertar nunca ayuda!

Como reflejo a esta acción me levanté bruscamente y lo miré frunciendo el ceño.

 

—Hijo de.......¡¡Mamá mi hermano me ha tirado un cubo de agua encima!! —grité mientras el agua corría por todo mi cuerpo ya mojado y hacía que mi pijama se ajustara más a mí. Siendo sincera no tenía el mejor cuerpo del mundo, pero tampoco estaba tan mal, simplemente ahí estaba.
 

— Te dije que debías levantarte, te lo mereces dormilona.—dijo y me sacó la lengua.
 

Muy maduro Zack, muy maduro.
 

—¿Qué está pasando aquí?— apareció mi madre recostándose en el umbral de la puerta de forma despreocupada, ya debía estar acostumbrada a nuestras peleas.
 

—Pasa que este imbécil acaba de lanzarme un cubo de agua fría encima.—me quejé.— Pescaré una neumonía ¡Por su culpa!—dramaticé.
 

—Zack...—señaló a mi hermano —vete de aquí y deja de molestar a tu hermana...
 

Fue mi turno de sacarle la lengua, él solo me dio una mirada cansada.

 

— Y tú, Leandra, cámbiate, pareces un perro mojado.

 

Mi madre siempre tan encantadora.
 

—Y huele a perro mojado también.— agregó mi hermano recibiendo un almohadazo de mi parte y la mirada asesina de mi madre—Ya entendí, ya me voy— bufó.
 

—¿Qué tienen hoy todos con llamarme Leandra?— rodé los ojos algo fastidiada.

 

— Solo apresúrate o llegarás tarde cariño.—habló mi madre dándose la vuelta para seguir en lo que estaba haciendo.
 

Hice una mueca mientras tomaba mis cosas para darme una ducha y arreglarme un poco. Me quité el pijama que traía y al abrir la ducha pegué un brinco, maldita sea.

Dios ¿Porqué!? ¿No era suficiente con el cubo de agua fría? Ahora también la ducha sale helada, tanto que me sorprende que no salgan cubitos de hielo en vez de agua. Aún así ya estaba adentro, me di una ducha rápida y salí envuelta en mi toalla. Me vestí y arreglé, tomé mi mochila y me miré al espejo, debería hacer algo con mi cabello. Simplemente me hice una coleta mal hecha que no quedaba tan mal con mi cabello oscuro.

 

Bajé las escaleras viendo el desayuno ya servido en la Isla, me senté en uno de los asientos colocados allí y desayuné mirando a la nada —literalmente— tenía tanto sueño que estaba en mi mundo.

 

—Oye enana—habló Zack interrumpiendo mis pensamientos y haciendo que mi atención se captara en él.
 

—¿Qué quieres?

 

—Uhh. Alguien está molesta, parece que está en sus días.— enunció robando un poco de mi cereal, le di un manotazo —Auch.

 

—No te metas con la comida.—musité.
 

—Vale sólo vengo a decirte adiós, iré a ver algo de la Universidad.— sonrió.
 

—Pero si la Universidad está a kilómetros de aquí.—fruncí el ceño.

 

—Exacto.— me respondió, rodé los ojos.— ¿Sabías que si te peinas le harías un favor al planeta?— preguntó revolviendo aún más mi cabello.
 

— Sólo vete.— le di una mala mirada y sentí su risa por lo bajo mientras se alejaba de mí.
 

Tomé mis cosas, me puse mis audífonos y escuché algo de música mientras esperaba que Noah llegará, mi mejor amigo. Si me preguntan, Noah, Caroline y yo hemos sido mejores amigos desde siempre, desde que éramos muy pequeños como para recordar cuándo exactamente.
 




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