Hoy recibí una gran sorpresa.
Anya, Zidane, Demetrio y Kylan (exactamente diario, ellos formaron una amistad a partir de una mision) me visitaron acompañados por globos de colores, corbatas, gorros de fiesta y un obsequio (de parte del chico alto pelo oscuro rizado, ojos color miel y una sonrisa encantadora).
Cuando vi entrar a Anya por la puerta de mi habitación sin su vestido salmón (que tanto me había contado que usaría en la fiesta de otoño) me sorprendió bastante y detrás de ella entraron los chicos con las cosas que ya nombre.
Había guardado mi mochila con un cuaderno, lapicera y el llavero (que papá me dio) en la mesita de noche, desesperada quise agarrar la mochila pero antes de que lo pudiera hacer ya tenia encima mío a mi amiga abrazando me.
-Como no puedes ir a la fiesta se nos ocurrió traer la fiesta hasta ti- su justificación. Me sentí muy feliz al escuchar eso, entonces de mis ojos brotaron lágrimas felices.
Aquella noche fue muy divertida. Jamás me había sentido tan feliz desde la muerte de mi padre.
Antes de marcharse Kylan se quedó en la habitación poniendo como excusa que algo tenía para decirme. Antes de que pudiera decir alguna palabra empecé a sentir como una fuerza me tomaba por el cuello y empezaba a faltarme el aire. La cara de Kylan y de los chicos no me indicaban lo mejor. Anya gritaba pidiendo ayuda a los doctores, ellos entraron sin sangre al dormitorio.
Me desperté más tranquila sin saber que fue lo que pasó. Mamá se encontraba a mi lado y mis amigos estaban afuera.
Mi madre solo me dijo:
-Descansa princesa, mañana estarás mejor no te preocupes solo fue un pequeño susto- sus palabras me tranquilizaron un poco y me dormí al instante.
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