Jack Manchester Davies
Respiro profundo tratando de que mis emociones se mantenga a raya, cuando mis casi suegros me dijeron que su hija estaría aquí, pues sus hermanos le notificaron que pasarían un tiempo de hermanos, me sorprendió.
Para mí Brenda no era una mujer de campo o montañas sino ciudad, fiesta y compras, ellos me contaron que a ellos tres les gustaba ese lugar de pequeños y que muy de vez en cuando s escapaban allí llevándose al pequeño Sabit.
Por lo que tengo entendido, este es 3 años menos que Brenda y 6 menos que Paolo. Arreglo mi camisa, huelo mi aliento y luego salgo de mi auto, he estacionado a unos metros para que ella no se dé cuenta de mi llegada.
Tomo la bolsa que le he traído y camino hacia la entrada una vez llego a la puerta de madera, toco dos veces y espero, escuchó pasos y cosas caerse hasta que al fin ella abre la puerta, se mira tan hermosa que siento toda mi sangre concentrarse en un solo lugar.
Sus ojos se abren como platos al verme, saca el dedo que chupaba de su boca y me regala una sonrisa.
Mi corazón se acelera con ese simple gesto y la aprecio desde abajo hacia arriba, deleitándome con su figura.
Tiene los pies descalzos, subo por sus hermosas piernas hasta llegar a un corto short negro y miro la casa de nuestros bebe, en esta semana su vientre creció muchísimo, está descubierto y sobre este tiene un poco de harina, sus preciosas tetas están cubiertas por un top de rayas blancas y negras con un poco de escote.
—Pasa estoy tratando de hornear, aunque el jodido horno me gano la pelea y la harina se burló de mí, el unico que no me ha sacado la lengua es el chocolate—la sigo escuchándola parlotear sin parar.
—Yo te traje varias cosas, talves se te antoje alguna—musite y ella se giró para mirarme con ojos brillantes.
—Dejame ver, tus hijos estos días solo quieren dulces y frutas—ela comienza a sacar los diversos dulces y caramelos y los prueba casi todos a la vez.
—Muchas gracias—apenas se entiende por estar tragando con desesperación, debo decir que es gracioso verla asi aunque en el buen sentido.
Tomamos asiento en dos taburetes que tiene a cocina y la veo disfrutar cada bocado, no estoy muy seguro de cómo iniciar la conversacion, sin embargo, espero que las cosas fluyan.
…
—Bien Jack yo te esperaba, pues creo que debemos hablar, sé que firme el contrato donde decía que te daría al bebe pero cambie de opinión, son míos y nunca permitiré que otra muejr sea llamada madre por sus labios, sé que fui una inmadura y tonta pero ellos me importan más que nada y no pienso dártelos si no crees ser capaz de compartirlos conmigo dejame decirte que lo siento mucho yo los tendré asi que no los regalaré, ni que fueran muebles—quiero reír y besarla hasta que sus labios queden rojos como cerezas peor debo mantener la compostura.
—Brenda, yo no estoy...
—No estás equivocado si piensas o crees que dejaré que esas flacuchas sin personalidad críen a mis hijos antes de eso las asesino y a ti te saco los ojos por pito flojo...—comienzo a reír sin poder escuchar que más dice.
Ella me mira con enojo y se ve tan malditamente hermosa que me acerco a besarla sin estar seguro de que recibiré a cambio.
¿Un golpe o un beso?
¡Se mueven! Si sus jugosos e increíbles labios se mueven al compás de los míos, me siento en las nubes, cada movimientos de sus labios me va poniendo un poco más loco, sus manso van a mi cabello haciéndome sentir deseado cuando lo toman con fuerza, por instinto la tomo en brazos y la llevo a lo que supongo es la habitación.
Quisiera decirle que esto significa que ahora seremos solo nosotros; sin embargo, temo que al decir algo ella se arrepienta.
Comienzo a sacar la escasa ropa que trae y voy besando su piel con sabor a harina, chocolate y azúcar, simplemente ¡DELICIOSA!
—Mmmm—gime ella cuando estoy en el sur de su cuerpo, su vientre me impide mirar su expresión, no obstante sé que lo disfruta intensamente, ya que su cuerpo se retuerce de un lado a otro tratando de contenerse.
Cuando al fin siento que ha llegado a la parte alta del placer acelero mis lamidas y ella me regale ese elixir hecho pro los dioses, beso su vientre y pecho y me coloco sobre ella suavemente y lo demás es imposible de contar, ya que es simplemente maravilloso.
...
Tomo la bandeja y pongo lo que cocine, pues había traído algunas cosas en mi auto, ya es de noche, asi que prepare una pasta y un mousse, sé que esas cosas le gustan y yo aunque no sé demasiado cocinar algunas cosas he aprendido.
Una vez tengo todo listo voy a la habitación y dejo que el olor de la salsa y el queso la despierten, efectivamente veo cómo mueve su nariz, s emueve dejando expuesta su desnudez, luego abre los ojos y me mira con ellos entrecerrados.
—Traje la cena—musito ella asiente y se sienta sin importar que la sabana caiga y tanto sus pechos como la casa de mis bebes se expongan ante mis ojos.
Empezamos a comer solo dándonos ciertas miradas que podrían interpretarse de diversas maneras pero yo prefiero pensar que son bonitas y duraderas.
—Deja de verme las tetas si seré tu esposa, no puedes mirarme como comida todo el tiempo—dice sonriendo de medio lado, su cabello cae por su cara dejándola ver absolutamente maravillosa.
—Repite lo que has dicho—digo cuando me doy cuenta de sus palabras.
—Que deje de verme las tetas...
—No eso lo otro—digo ella se queda pensado.
—Que no me mires como comida, pues sería…
—¡Brenda!—exclamo y ella comienza a sonreír hasta convertirlo en carcajadas.
—¿Qué seré tu esposa?—cuestiona con inocencia y asiento.
—Repítelo—expreso y ella rueda los ojos.
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Editado: 30.05.2023