Entró a su casa con la mejor cara que pudo poner, miró a Damián recogiendo la mesa y a Alicia acostada sobre el suelo pintando en un cuaderno. Damián sonrió al verla y le lanzó un beso. Alicia dejó lo que hacía y corrió a abrazarla.
—Mami, estoy pintándote.
—Gracias, mi hermosa, ¿por qué te pusiste esta falda de tul?
—Me gusta.
—¿Pero para andar en la casa?
—Sí, me gusta mucho, mamá.
La miró compasiva, se sintió triste al recordar su diagnóstico, se debatía entre mantener la disciplina con los niños o ser la más amorosa con ellos por si acaso.
—Es la única que tienes, si se daña no puedo comprarte otra y es la que usas para los eventos de la escuela. Por eso te digo, pero tienes razón, se te ve hermosa.
Alicia giró sobre sus pies con una sonrisa alegre en el rostro. Emely sintió ganas de llorar, se contuvo apenas.
—Eres la niña más bonita del mundo.
Damián la abrazó y la besó en la mejilla.
—Mi abuelo está despierto, yo quiero dormir un rato.
—Claro, mi hijo de mi vida, anda.
Le dolía verlo teniendo que ocuparse de tareas del hogar cuando debería ser ella quien se ocupe, pero estaba débil y no podía hacer muchas cosas en casa.
—Sigue pintando, Ali, hablaré con tu abuelo.
La niña se echó al piso a seguir pintando en su cuaderno. Emely pasó por la habitación de Damián y esté ya estaba rendido sobre la cama con los zapatos puestos, quiso llorar, se sentó en la cama y le quitó los zapatos y la ropa, lo arropó y acomodó su cabeza sobre la almohada. Beso su cabeza.
—Te amo, mi hombrecito poderoso.
Cerró la puerta y pensó que nunca había vuelto a pensar en los padres de sus hijos, salvo una que otra vez que alguno mostraba un gesto que se los recordara. Damián tenía los ojos y el cabello de su padre y Alicia la nariz y la boca del suyo.
Abrió la puerta de la habitación de su padre. Esté al verla intentó levantarse de la cama. Emely negó y se sentó junto a él, no le diría la verdad, sin embargo, se permitió llorar sobre su pecho, su padre comenzó a llorar también.
—¿Qué pasa, hija?
—No puedo más, me da dolor ver así a mis hijos. El pobre Damián haciendo oficios, no, es injusto.
—Yo sé, y yo soy un inútil.
—No digas eso. No. He tomado una decisión, papá.
—¿Cuál?
—Voy a buscar a los padres de los niños.
Su padre abrió mucho los ojos y le pidió que lo ayudara a incorporarse en la cama.
—Hija, ¿estás segura?
Afirmó moviendo la cabeza.
—Es lo mejor, el padre de Alicia es médico, no se había especializado cuando lo conocí, pero ya debe ser ginecólogo, y yo Alicia no puedo ni comprarle una falda de tul extra, es injusto, debo llevarla al odontólogo, y comprarle sus cositas, ella es una niña, quiere jugar y ni juguetes tiene.
—Eso si es verdad y ¿el otro manganzón?
—Ese es peor, no sé qué será de su vida, pero ese tenía mucho dinero cuando lo conocí y su hijo tiene que trapear y fregar aquí porque no puedo pagarle a alguien para que nos ayude.
Su padre ladeo la cabeza y le dejó ver un gesto triste.
—Y si los niegan.
—No importa, ya lo pensé, los demando y que le den su pensión, que no los vean si no quieren, pero que me ayuden a mantenerlos.
—Fue tu decisión.
—Lo sé, papá, era joven y tonta, no tomé las mejores decisiones.
—Haces bien, lo correcto es decirles.
—Así me quedará un poco más también para cuidarte a ti y a mí que también debemos cuidarnos, porque somos lo único que esos niños tienen.
—¿Cómo los vas a buscar?
Emely alzó los hombros.
—Será por internet, primero, nunca los busqué ni por curiosidad, los dejé atrás y ya, aun así creo que puedo encontrarlos ahora, no deben haberse cambiado los nombres ni los rostros.
Los dos sonrieron con debilidad y tristeza.
—Yo te ayudo —dijo sobando su mano.
Emely abrió el buscador en su teléfono y puso el primer nombre: Augusto Melet. Contuvo el aliento.
—Casado aún con América Smith, hija del gobernador, es yerno del gobernador —dijo con tono apagado, eso hacia las cosas más difíciles, él no podría enfrentar un escándalo así, que se le descubriera un hijo fuera del matrimonio, pero no tenía opción.
—¿Y qué más dice? O solo es esposo y ya.
Emely negó.
—Aquí dice que es el accionista principal junto con su padre de Camel Enterprise. Es el C.E.O
—¿El qué?
—El gerente general, eso quiere decir.
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Editado: 09.07.2023