Palabras Al Viento

CAPÍTULO 16

No podía creer lo bien que veía. Pero no pasó desapercibida la mano que se posaba en su cintura, de forma protectora. “Que se creía ese individuo, no tenía que protegerla de él” 

-Buenos días- Les comento mientras se acercaba a ellos y tomaba la mano de Eloisa besando sus nudillos sin apartar los ojos.

-Buenos días - Con un ligero movimiento Luis liberó la mano de Eloisa de ese hombre que la alteraba de manera significante. 

-Muy bien, sentados todos - Con esa pequeña indicación se rompió la burbuja en la que estaban inmersos los tres. 

Luis dirigió a Eloisa a sentarse a un costado de Villanueva quedando de frente a ese extraño. La mirada que le dirigió Villanueva a Luis prometía que necesitaba una larga plática.

Eloisa estaba inmersa en sus pensamientos, pensando las mil posibilidades de porque el estaba ahí. Pero  cada una de las posibles teorías era cada vez más absurda o más imposible.

-Muy bien, creo que es todo lo que podemos avanzar el día de hoy - Dijo Villanueva, colocando la mano en el hombro de Eloisa - Señorita Montes, pase por favor a mi oficina.

Una vez dentro de la oficina de Villanueva, Eloisa se sentía como en la oficina del director. Con un escritorio de nogal recién pulido, una sala de tres sillones de color camello con una mesa de cristal que hacía el toque perfecto.

-Siéntese por favor - Le indico la silla que se encontraba, frente a su escritorio - Me podría explicar qué fue lo que pasó en la reunión. Porque esa forma de estar tensa, que pensé que se rompería cuando la toque no es normal.

-Fue solamente una sorpresa quién es el cliente. Pero no se preocupe no tendrá ninguna queja mía.

-Eso espero- le contestó mientras se retiraba.

Una vez fuera de la oficina pudo soltar el aire que no sabía que estaba reteniendo. Dedicandole una sonrisa de complicidad a la secretaria. Con paso presuroso se dirigió a la oficina de Luis, necesitaba ver de qué trató la junta porque no recordaba nada.

-Espero que ahora si me saludes como se debe - Recargado sin despreocupación estaba en el descansillo de las escaleras- Claro si no tienes otro perro guardia.

-¿Que haces aqui? - Le dijo Eloisa pasando por su lado.

-Buscando a la mejor constructora y resulta que es donde estas tu. - La tomó del brazo para que se detuviera. La giró lentamente para tenerla de frente - Podemos hablar, sólo quiero cinco minutos.

Eloisa respiro profundamente, soltando todos sus miedos - Está bien, solo cinco minutos que tengo que realizar muchas cosas.

-Te sigo.

Recorrieron en silencio todo el trayecto hasta llegar a su oficina. 

-Que no me molesten, por favor- Fue la única indicación que dio Eloisa a su secretaria.

Sentándose detrás de su escritorio, porque necesitaba esa distancia, la protección que pudiera brindarle el escritorio. Armándose de valor lo vio a los ojos esperando que su voz sonara segura - Tu tiempo corre. Que quieres Manuel.

-Primero hola. Me gustaria saber como has estado, pero creo que eso llevará más de los cinco minutos que me puedes dar es por eso que mejor te invito a comer 

-No puedo - Eloisa interrumpió, con una voz calmada todo su sermón- Como te habia dicho estoy ocupada y sobre todo para que quieres verme. Si no te molesta puedes retirarte.

-La verdad si me molesta, pero lo dejaré pasar. Te veré en la siguiente junta - Con una inclinación de cabeza y con la vista fija en su amiga que ya no conocía - Que tenga buena tarde señorita Montes. - Delicadamente cerró la puerta y caminó hasta su coche, donde se lamento que ese encuentro que había soñado durante tres largos años no se diera como estaba en su imaginación.

Ella corriendo a sus brazos y charlando animadamente poniéndole al tanto que hizo durante ese tiempo.




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