Maraton 1/5
La práctica de los ritos nupciales se llevó a cabo de rápida manera porque solo era una práctica. Kailene era muy inteligente y se había aprendido cada uno de los ritos en tan poco tiempo aunque la falta de sueño y los nervios por la celebración de una boda en tan corto tiempo era algo que ella no podía soportar. Todo ya estaba listo mañana por la mañana comenzaría el primer rito pero era algo ilógico hacer todas aquellas cosas cuando ni él ni ella estaban mutuamente enamorados.
Subió a desayunar, por fortuna era la única que faltaba por desayunar además de Isaac. Él llegó al comedor en poco tiempo cuando a ella le habían traído lo que desayunaría. Isaac se sentó al otro extremo de la mesa para no incordiar a Kailene, todo había fluido muy bien por la mañana que cualquier comentario que el hiciera ella se lo tomaría a mal y comenzarían a discutir.
Lo que dijo ayer no lo hizo con mala intención, pero ella se lo tomo a mal, muchas chicas desearían tener la vida a la que ella ahora tendrá que acostumbrarse. Era una chica rara pero hermosa, tenía una manera de pensar muy diferente a las de otras chicas que el conociera. No quería lujos ni nada extravagante, todo eso le molestaba. Si no fuese tan insolente aquella chica hasta podía llegar a quererla. La relación que tendrían después de la boda sería una relación meramente encaminada a la procreación, no existirá amor entre ellos dos.
La chica se le quedó mirando por un largo tiempo él comía en silencio y ella tenía muchas preguntas que hacerle, no quería molestarlo y mucho menos comenzar una pelea. Dio un largo suspiro y unas palabras casi inaudibles salieron de su boca. El hombre subió la cabeza y la miró alzando una ceja.
-no te escuche ¿qué dijiste? – ella se puso nerviosa y sus mejillas tomaron un color rojo suave.
-¿quería saber si lo hice bien en el ensayo?- el soltó una carcajada que luego culminó con un suspiro.
- no, lo hiciste malísimo- mintió ella bajo la mirada y él se apresuró a decir- era broma no lo hiciste mal – y volvió a soltar otra carcajada ella también comenzó a reírse, el hombre estaba de buen humor ese día y ella podía permitir reírse un poco.
-gracias pero es incómodo hacer todo esto porque tú y yo ni siquiera somos amigos- él la miró frunció el ceño y contesto
-podemos llegar a ser amigos si tu comportamiento no fuese como el de ayer- lo dijo de manera suave no queriendo iniciar una pelea. El rostro de la chica se endureció y exclamo de manera cortante.
- Tú me ofendiste primero refiriéndote a mí como un objeto que habías comprado- dijo en un grito que hasta ella misma se sorprendió. Él puso los ojos en blanco.
- Es la verdad te compre en una subasta porque no lo aceptas todavía, pero no soy tan insensible para tratarte como a un objeto- repuso en un fuerte grito. Ella se levantó de la mesa
- Pues veo que no puedo tener una conversación normal contigo, no veo porque tenemos que seguir con esta falsa de matrimonio puedes elegir a quien quieras para que sea tu esposa- gritó más alto que él.
- Porque hice una promesa y soy un hombre de honor- volvió a gritar levantándose también con una copa de cristal que fue a parar al suelo. Esto no mejoraría.
- No me vengas con eso de la promesa porque es absurdo y un poco tonto, haz lo que quieras pero no me quiero casar contigo- él se levantó y se dirigió hacia donde estaba ella y la agarró por un brazo.
- Eso no lo decides tú, mañana te levantaras, sonreirás ante todos y nos casaremos ¿te quedó claro?- la chica estaba roja de la ira.
-No, no lo haré-dijo desafiante mientras vaciaba una copa de jugo en la cara de Isaac, que la soltó rápidamente y ella aprovecho para irse a su habitación no quería seguir discutiendo con él.
La mañana había sido totalmente un desastre y ella lo sabía, así como también sabía que el comportamiento de él y el de ella no eran apropiados. Se sentó en su cama y el sueño la venció estaba muy agotada por no haber dormido la noche anterior.
Un estruendo de puertas abriendo violentamente la sorprendió se levantó y se sentó en la cama. Era Isaac que había entrado en sus aposentos. La luna se podía ver en aquel cielo sin estrellas y las cortinas descorridas hacían entrar la suave luz de aquella hermosa luna.
-¿Por qué hemos tenido esas dos peleas? ¿Acaso no te caigo bien? – Kailene lo miro extrañada, tenía los ojos rojos como si estuviese llorando. Un olor fuerte salía de su boca y estaba tan vulnerable que parecía un niño pequeño.