Papá por sorpresa

Capítulo 1. ¿Papá yo?


 


 


 

Madrid, España.
Santiago Bustamante.

 

—Señor... ¿desea algo especial de comer?

—No, lo mismo de siempre.

Asiente y se aleja a la cocina.

—Señor...

—¡Ahora qué! Caramba.

La empleada trae el teléfono en la mano. Sabe que odio que me molesten cuando estoy trabajando.

—Tiene una llamada urgente del señor Mohamed.

—Y ahora qué quiere este —cojo el celular y respondo a la llamada. —¿Qué quieres? Tengo suficiente con todo lo que me mandaste.

—Si estás parado siéntate porque lo que te voy a decir te hará caer —ya va con sus misterios. No estoy de humor

—Habla, Mohamed.

—Me han llamado de un albergue.

—Ya deja de locuras, por qué te llamarían de un albergue.

—Santiago, como tu mano derecha y tu mejor amigo —según él mismo—. Cómo te explico que han llamado preguntando por ti. Escucha bien lo que voy a decirte —empieza a desesperarme —Tienes una hija.

Su broma ya empieza a sonar incoherente.

—. Basta ya, Mohamed. ¿Qué clase de broma es esta?

—Ninguna broma.

—Estás empezando a caerme como patada en los... —No termino la frase porque lo respeto.

—Su madre la dejo abandonada cuando nació, hace solo un par de días recibieron una carta que ella dejó. Asegura que tú eres el padre —que broma más asquerosa, ¿quieren que lo reciba con alevosía? —  Se llama Minerva Jurado, la conociste en tus vacaciones a Barcelona.

—No la recuerdo ¿por qué me dices eso por celular? Ven y hablamos aquí.

Corto la llamada para que no ponga más excusas. Esa broma no me la creo, no me la creeré, me rio sin poder creer hasta qué punto pueden llegar las personas.

Mi mano derecha no tarda mucho en aparecer, trae consigo a una trabajadora social. ¿Qué clase de broma empieza a ser esto? Con qué facilidad de palabras quieren que les explique que están en un error.

—Soy la licenciada Rodríguez. Estoy aquí para constatar que la niña esté en un lugar sano y seguro, que tenga una buena educación y alimentación.

—¿De qué niña habla? Por Dios, te juro que toda esta broma te saldrá bien cara Mohamed.

—No es ninguna broma, señor Bustamante. —sus caras templadas me dan mucho que desear —. La niña no tiene ningún otro familiar que se haga cargo de ella. Usted es su padre.

—¿Qué pruebas tienen de eso?

—Créame que las suficientes.

Como de una noche de resaca pase a estar enfrente de estos dos que aseguran que soy el nuevo padre de una niña que ni siquiera conozco.

—Se están equivocando, ni siquiera conozco a la mamá de la niña.

—.Minerva Jurado aseguró todo lo contrario en su carta. Dice que pasaron una noche en sus vacaciones a Barcelona —eso fue hace más de cuatro años, hace mucho que no voy hacia allá. —Tiene pruebas, señor Bustamante.

—No voy a creerme nada de esto. Todo parece falso y armado. ¿Quieren sacarme dinero?

La licenciada saca unos documentos. Son papeles que debería firmar para hacerme responsable de un bodoque de problemas que puedo jurar que no es mío. Tengo la memoria fresca como hace cuatro años, no quiero montar un drama y que me tachen de loco, pero alguien está equivocándose de padre.

—Si usted no la acepta la niña será enviada con otra familia. Estos son los papeles donde renuncia a sus derechos, y sobre todo a la niña —ok, empiezo a creer que esto ya no es un juego de mi asistente.

La licenciada se retira, Mohamed afloja el nudo de su corbata y se deja caer de sopetón a la silla.

—¡Eres papá! —vocifera. —¿¡Por qué pasa esto ahora?

—Por favor, debe ser una broma.

—Santi, yo si recuerdo a Minerva  —lo miro a los ojos queriendo descifrar su maldita broma pero no está. Habla muy en serio —es la pelirroja a la que te ligaste en la barra. Era cinco años mayor que tú ¿recuerdas?

—Esa noche estuve con tres chicas, Mohamed. Tú cómo mi mano derecha deberías ayudarme a descifrar este enredo de porquería en el que me metieron.

—¿Por qué crees que es mentira?

—Porque no puedo resultar con una hija de un día para otro, ¿no sabes quien soy yo? El futuro heredero de las empresas de mi padre. Tengo una imagen limpia que dar. No decirles a todos "peguen hijos por donde sea"

Carajo.

—¿Y no piensas en que eso puede darte mayor ventaja? Un papá soltero... ¿a cuántas personas no les gustaría eso? Un papá luchon —se ríe —Tu padre te pasa diciendo que sientes cabeza ¿no? Es el momento para hacerlo, pero si quieres todo lo contrario aquí tienes los papeles. Solo pon tu firma y todo esto se desvanecerá, aunque yo lo veo como una ventaja de la vida a tu favor.

Cojo mi pluma dispuesto a firmar, voy a renunciar a algo que ni siquiera conozco. ¿En qué clase de juego estoy metido?

¿Papá yo? Por favor, desayuno a las doce del mediodía,  almuerzo a las cinco y ceno a media noche.

Papá yo, jamás.

—¿Es una niña?

—Sí.

—Es aún peor—susurro —Las niñas tienen dentro el demonio.

Mohamed se carcajea, aunque sabe que digo la verdad. El hijo de mi hermano no es un dolor de cabeza porque es niño.

Voy a firmar estas hojas y nadie me hará cambiar de opinión. ¿Papá? Alguien debe estar jugándome una muy mala broma y en cuanto lo descubra verá cuáles son las consecuencias de haberme hecho pasar por algo tan ridículo y mal actuado como esto.

—Tengo una foto de ella. ¿Quieres verla? Tal vez esto te haga cambiar de opinión.

—¿Por qué tienes una foto de la mocosa?

—No le digas mocosa, ¿qué clase de padre eres? Su nombre es...

—No quiero saber su nombre y no quiero la foto, ya tengo una decisión. No la quiero conmigo. No tengo nada que enseñarle, alguien lo hará mejor que yo, de ser mi hija. Sabes el desastre de ser humano que soy, no soy responsable con alguien que no sea yo, tengo el ego hasta las nubes y un poco narcisista, egocêntrico y no fui heredero de la paciencia, y soy la persona menos amorosa que ha pisado esta tierra. ¿Qué podría enseñarle? No me gusta que nadie toque mis cosas, menos recibir órdenes de un minion.



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En el texto hay: romance, humor y diversion, hija inesperada

Editado: 26.09.2022

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