Para siempre

Huida ??

Recuerdas cuando eras pequeña y todo era un juego? Así me sentía en este momento, la vida al lado de mi mejor amiga era así, una gran montaña rusa, no me puedo explicar de que otra manera, ni siquiera como hizo para convencerme de estar escondida entre unos jardines espiando a Brayan.

-Claramente no te engaña- Le dije con la voz cansada, me dolían las piernas de estar agachada y sentía los ranguños en los brazos debido a las ramas, debi haberme lastimado cuando corrimos a escondernos. Los dos muchachos estaban estacionados en frente al restaurant, se veían alegres, riendo a carcajadas mientras platicaban. Brayan estaba en cuclillas revisando algo de la parte baja de la moto de Eduardo, mientras Eduardo reía. De un momento a otro lo vi ponerse serio y perder la vista en la nada, sumergido en sus pensamientos, su expresión se veía tan serena, nuevamente sentí esa punzada en el pecho, incluso un nudo en la garganta que qeria explotar, tenía la necesidad de salir corriendo de hay, de tomar a Eduardo y protegerlo, era tan extraño mi sentimiento. 

-Tienes razón- me distrajo mi mejor amiga a mi lado-Reunamonos con ellos- trate de hacer a un lado todo eso que sentia por dentro y con mucho esfuerzo salimos entre las ramas por la parte de atrás para no ser vistas. En cuanto caminamos hacia ellos clave mi mirada en Eduardo, quería ver en su mirada que todo estaba bien, quería una comida tranquila.

En cuando me vio poso su mirada en mi, de arriba hacia abajo, frunciendo el ceño, lo vi ponerse preocupado y automáticamente recordé en donde estábamos, subí mi mano a mi cabello y comprobé que tenía un montón de hojas en el, además de que estaba muy despeinada.

-¿Estás bien? - Me preguntó en cuanto nos acercamos

-Si-Respondi sonriendo- Solo me e atorado entre unos arboles-menti

Su sonrisa cambio a una carcajada, esa risa a la que me aferre para sentirme tranquila nuevamente. 

-Hola amor- mi amiga saludo a su novio. Tuvimos que hacernos a un lado para que pudieran expresarse sus muestras de cariño, ella corrió a sus brazos y se fundieron en un abrazo.

-Creo que voy a vomitar- dijo Eduardo mientras se acercaba a mi, subió su mano a mi cabeza y apreto un poco mi cabello, le sonreí, eran así nuestras muestras de cariño, no hemos sido tanto de demostrar entre los demás, si no de querernos de manera privada.

Entramos al restaurant cada quien con su pareja y disfrutamos de una buena tarde entre amigos, el tiempo se pasó volando entre risa y recordando nuestra vida cuando apenas comenzamos a ser amigos.

-Estoy tan Agusto pero creo que ya debemos irnos- dije mirando a Eduardo, no tenía que consultar si ya se qeria ir ya que sabía que a los dos nos gustaba más estar en nuestra casa.

-Que amargados- se quejo Brayan 

-Si, no me los imagino cuando tengan hijos y todo eso- reclamo mi amiga.

Sonreímos mientras yo ponía los ojos en blanco. 

-perdon pero nosotros si tenemos que trabajar- dijo Eduardo en su defensa

-Entonces paguen la cena- escupió Brayan mientras tomaba a su novia de la mano y se paraban bruscamente de la mesa. No nos dieron tiempo de reaccionar ni de entender que pasaba cuando se levantaban aún tomados de la mano y emprendieron su camino hacia la puerta de salida, las personas en las demás mesas no les perdieron la vista asta verlos perderse en la acera, después sus ojos se pusieron sobre nosotros. Las carcajadas de mi mejor amiga eran las evidentes, podía escucharlas mientras corrían hacia la moto. 

Puse mi mirada sobre Eduardo, quería que me pellizcara el brazo, estaba tan incrédula.

-Pienso que no son normales- dijo Eduardo a mi lado, tan perplejo como yo.

-Creo igual que tu- seguía en shock, soltamos a reír los dos, mientras algunas personas a nuestro alrededor también lo hacían y otras murmuraban en voz baja. 

-¿Viste la cara de Socorro mientras corría?- el tono de voz de Eduardo seguía incrédulo.

-Ni siquiera se terminó su platillo- dije señalando el tenedor con un pedazo de carne aún.

-Creo que llevaba la boca llena de comida aun-se vurlo tapando su boca con la servilleta. 

-Y aún así se reía tan fuerte- me uni a su risa.

-Debio de haber dejado comida tirada por el piso- respondió Eduardo. Arrugue la nariz de solo imaginarme eso. 

-que asco- golpie su hombro -estoy comiendo aún. 

Eduardo solo se rió más fuerte, su risa me sano un poco, sentí la presión en mi pecho sentir un poco de paz.

 




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