Diario de Paul III: Por la tarde
Londres, 1 de Septiembre (más tarde que antes)
Estoy en mi habitación. Suena de fondo The Clash. Acabo de terminar de cenar. Franny cocina muy bien, además le encantan los Haggis y dice que un día, aunque no sea fiesta, va a prepararlos para mí. Mi tía Franny trabaja en una oficina del centro. Lleva cuentas, un coñazo. Luego en casa se relaja cocinando. Tiene una jornada intensiva para disfrutar de sus hijos, se va por la mañana temprano a las siete y vuelve sobre las tres de la tarde. Nosotros hoy hemos salido de casa a las ocho y estábamos en el cole a las ocho cuarenta. Las clases empiezan a las nueve. Horrible tráfico londinense, prácticamente es lo mismo que se tarda en llegar hasta Inverness desde mi casa.
Voy a evitar, una vez más, hablar de la Odisea del Underground, porque prefiero olvidarlo, la verdad. He llegado a casa y he comido algo que dejó mi tía preparado, luego he estado escribiendo lo de antes y he estado escuchando música. Me he aburrido. Hubiera salido a la calle, pero temía perderme (con lo del metro tenía suficiente). Sobre las cuatro ha llegado mi tía y ha estado preguntándome por el primer día y eso. Yo estoy encantado con ella, me está tratando de lujo y creo que le gusta la idea de que esté aquí. Le he comentado que tenía que comprar cosas para las clases y me ha dicho que ya contaba con ello, así que cuando llegaran mis primos iríamos al centro comercial y compraríamos lo que nos hiciese falta.
Franny está en todo. Mi madre es un poco más desastre para esas cosas porque está todo el día de aquí para allá. Es ingeniero de obras públicas y siempre tiene que estar vigilando, por lo visto, que todo funciona bien. En casa es así también. Ella comprueba que lo tengo todo, pero hace años que me deja a mí lo de preocuparme de qué tengo que tener para las clases. Papá es simplemente un desastre con patas. Aunque parezca un chiste, quizá ni siquiera sabe el nombre del colegio donde he estado cinco años haciendo la secundaria.
A las tres y media ha llegado los niños del colegio. Un autobús de esos amarillos deja a mi prima en la puerta de casa. Y Sophia no paraba de hablar de los amigos que tenía y de lo guapa que era su profesora. Yo le hacía muchas preguntas y ella me contestaba sincera y con cariño. Creo que sabe que es mi prima favorita, no se lo he dicho nunca pero sé que lo sabe. David ha llegado unos cinco minutos más tarde, él ha venido en metro. Me podía haber explicado algunas cosas.
Sobre las cinco, después de que mi tía ordenara sus cosas, les ha dicho a los chicos que nos íbamos al centro comercial y le ha hecho a David escribir absolutamente todo lo que necesitaba para clase porque es muy despistado y siempre se deja algo por comprar. Me ha hecho gracia y de regalo le he dado una colleja. No se ha enfadado, creo que también sabe que es mi protegido. David y yo siempre nos hemos llevado muy bien a pesar de que es más pequeño que yo. Mi madre me decía, cuando pasaban unos días en verano con nosotros en Carrbridge, que no hiciera el gamberro porque yo era el modelo a seguir de David. Desde pequeños él siempre iba haciendo todo lo que hacía yo. Si yo cogía un palo paseando y lo usaba de bastón, en seguida él cogía uno y hacía lo mismo. Aunque en realidad él es mucho más educado y tímido que yo. Por eso lo protejo, no tiene tanto descaro y temo que cualquier tío de por ahí se meta con él y él no haga nada por evitarlo.
En un alarde por hacer de guía turística, a mi tía se le ha ocurrido llevarnos a Harrods para que yo lo viera. Hemos comprado cuadernos y mochilas y bolígrafos y todas esas cosas. David necesitaba unas deportivas nuevas para la clase de gimnasia y yo he aprovechado para comprarme unas botas de fútbol. Las que tenía en Escocia estaban ya viejas y no las traje. Después David necesitaba también un cuaderno de partituras y nos hemos acercado a la zona de música. He flipado con algunas Fender que había allí colgadas. Creo que voy a ahorrar para pillarme una.
Entonces me he dado cuenta de que Sophy no estaba por ningún lado, ni donde la había visto mirando unas flautas minutos antes. Me he extrañado y me he puesto a buscar por el pasillo de al lado. No la veía. David y mi tía estaban en la caja con un dependiente mientras David, el maniático, elegía uno de los cinco o seis modelos de cuaderno que le enseñaban. Me he puesto un poco nervioso, pero no podía estar muy lejos. Miraba por encima de un stand de discos de pop, pero no estaba allí detrás. Entonces me he girado y me he chocado contra alguien que miraba los discos tranquilamente.
—¡Oh! Perdona… —me he excusado ante una chica que me miraba con confusión.
—No te preocupes, no es nada —me ha dicho. A continuación ha sonreído frunciendo el ceño—. Paul…
Yo me he quedado pensando por qué me sonaba sin reparar en que me había llamado por mi nombre. He puesto cara de situación y he abierto un poco los ojos sorprendido. Ella se ha reído y entonces una cabeza ha aparecido detrás de ella preguntando por qué se reía. He mirado a las dos chicas que me miraban y entonces he caído. La de detrás era esa chica que se ha dormido en clase y la chica con la que me he chocado era la amiga con quien iba al metro. He sonreído cuando Sophia ha aparecido a mi lado tirándome del pantalón. He respirado aliviado, de hecho.