Jueves, 18 de Septiembre
Cuando la niña y yo volvimos a casa, estaba contento. Aunque no decía mi nombre nunca y en casa de Delia estuve callado hasta que la morena pilló el chiste del juego y me hicieron de rabiar durante un buen rato. Parecía que el estresante estado de ánimo de Soph había cambiado para sorpresa de David y Franny. Mi tía se preguntó qué tendría Delia. Yo me respondí para mí mismo… aunque no creo que mis razones fueran las mismas que las de la niña.
Franny obligó a Sophia a meterse al baño y la niña no rechistó demasiado mientras contaba lo bien que se lo había pasado con mi silencio obligado. Mi tía se reía de mí y yo me encogí de hombros.
Entré en la habitación de David que estaba con su ordenador chateando con alguno de sus compañeros de clase o… ¿alguna amiga?
—¡Qué paz! —me dijo dándose la vuelta para mirarme—. Menuda hora de descanso.
—Tienes que tener más paciencia con tu hermana —le dije sin querer echarle la bronca.
—Ya la tienes tú por mí —dijo riéndose—. ¿Y qué? ¿Te vas a liar con Delia o qué?
—No, sólo somos amigos —le dije a mi primo, sorprendido por su pregunta. No por la pregunta en sí, sino por que me hubiera preguntado así.
—¡Ah! Creía que te molaba.
—Bah… paso —dije. Él se rio, no me creía.
Hablamos un rato de sus amigas y esas cosas que tanta gracia me hacían. Pero prefirió imitarme también en esto y dijo “Bah… paso.”
Le dejé allí con el ordenador y fui a la habitación de Sophia que ya estaba con su pijama puesto. Eran las seis ya. Me puse a jugar un poco con ella a la consola, porque me lo recordó y no podía librarme. Tenía que dejarme perder y a la cuarta carrera empezaba a notarse. Ella me miró y me sacó la lengua. Franny nos llamó para cenar. Ya había llegado mi tío hacía un rato. La niña salió corriendo apartándome de la puerta. La miré y me fije que había dejado el mando tirado en el suelo. Me acerqué para recogerlo y lo guardé en el cajón. Allí vi un papel. La letra no era de Sophia y si no recordaba mal, era de Delia.
1. Venir a ver a Sophia muchas veces y ver pelis.
2. Un peluche.
3. Que Sophia consiga que su primo me invite a cenar fuera.
Volví a leerlo unas tres veces. Me puse a sonreír mirando la nota. Así que estos eran los secretos de los que hablaban entre ellas para hacerme de rabiar. Por eso Sophia me decía el otro día aquello de la cena. Volví a sonreír mientras doblaba el papel y me di un par de golpecitos en la palma de la otra mano con él pensando en si lo haría o no. Después me volví a reír y lo guardé justo cuando mi tía me llamaba para cenar a grito pelado.
*
Esta mañana estaba nervioso cuando he llegado a clase y he visto a Dean. Él se reía de mí. No he podido evitar, otra vez, pensar en la fiesta que le prometí a Delia que haríamos. A mitad de semana aun no le había dicho nada a nadie… ¡es tan complicado! Todo lo que tiene que ver con Delia lo es, y no sé porque me lio yo solo. He mirado a la mesa de Emily y justo me estaba mirando. Me ha sonreído y se ha puesto a sus cosas. Tenía ganas de que las clases pasaran rápido hoy. Empezando la mañana por química cualquier día se puede hacer más largo de lo normal. ¡Uf! No me gusta nada, de verdad que no. Me entero poco. Pero hoy menos. Me he pasado parte de la hora preguntándole a Joanne porque no entendía los ejercicios hasta que ella, cansada ya de mí, me ha dicho con una sonrisa que lo dejaríamos para luego. He resoplado y he mirado a Delia que estaba copiando lo que la profesora ponía en la pizarra. Me he puesto a hacer dibujos en la esquina del libro mientras que apoyaba la cabeza en mi mano izquierda. Después había matemáticas y eso lo piloto un poco más, pero estaba deseando que diera la hora del recreo. La hora de mates ha durado como tres.
—¿Qué tal eso? —le pregunté sereno a Jo mientras salíamos al patio.
—Nada… —dijo tranquila—. Pero bien.
Ella se ha reído. No conozco mucho a Aaron, pero veo que a él le gusta mucho Joanne. Sin embargo mi amiga, la rara, parece que no capta la señal. Es como si estuviera siempre en “No disponible”. Y, lo peor, eso parece atraer aún más a Aaron.
Cuando acabaron las clases he ido a casa de Dean a comer. Habíamos planeado ir después a Hyde Park y yo le había dicho que le iba a presentar a alguien genial. Dean no paraba de preguntarme y yo sólo esperaba que aquel hombre que me sacó veinte libras estuviera en aquel banco, si no sería una broma patear todo el parque para nada.