Lunes.
—Todos hablan sobre la desaparición de tres jóvenes el sábado pasado. Este es el segundo día y no hay rastros de ellos. La última vez que los vieron fue el viernes a la tarde al oeste del pueblo. Luego, nada... —la conductora del noticiero termina de hablar.
Muestran dos imágenes de los jóvenes, uno moreno de ojos azules y la chica rubia de ojos marrones. Pasan el número que deben llamar por si los han visto.
Si supieran...
Apaga el televisor y camina tranquila hacia la parte de atrás de la mansión.
Es un maravilloso día, la tranquilidad reina el lugar, al igual que el dinero que es lo que más predomina el bosque.
Como si fuera la propia casa de ella, sale al jardín vestida con una bata color rosado pastel, y descalza.
Suelta un suspiro largo cerrando los ojos. Sólo escucha silencio. Siempre quiso eso y ahora lo tenía... pero no iba a durar mucho.
Después de tanto tiempo, comenzó a formar lo que le propusieron y lo que ella intentaba creerse que quería eso, puesto que muchas dudas e inseguridades surgían de ella.
"...Recuerda que una vez que entras, no hay vuelta atrás. Y la salida es muy riesgosa..."
Martes.
—Hoy se completa cuatro desaparecidos, se trata de una chica con a penas la mayoría de edad. Desapareció ayer al anochecer. Piden que si vieron algo sobre el paradero posible de esta joven que por favor se dirijan a las autoridades y reporten...—la misma conductora del noticiero habla informando sobre la desaparición de otra joven más.
Niega sonriendo de lado.
No tiene idea.
Escucha el teléfono sonar, va a la cocina y atiende sin mirar.
—¿Si?
—Estoy empezando a dudar de esto.
Lo escuchaba dudoso. ¡No! Si empezó con esto, debe seguir.
—Vos empezaste con esto —se levanta de golpe del sofá.
—Pero lo estoy dudando...
—Vos fuiste el de la idea. Espera... ¿tienes miedo? —sonríe burlona.
—No... bueno sí... no sé.
—No me hagas enojar más de lo que estoy. Ya tengo dos problemas —lleva una mano a su frente cerrando los ojos con expresión atormentada.
—Lo sé. Pero tengo dos cargas grandes en mi espalda, primero por lo que hago, segundo por esto que realizaremos —se lo escuchaba muy afligido.
—Yo también estoy en la misma situación... hazme el favor de no darme otro problema —suspira cansada abriendo los ojos y yendo de nuevo al sofá.
—¿Problema? ¿Sabes muy bien lo que estamos haciendo? —ahora era él quien hablaba en tono acusador.
—Lo que haremos.
—Lo que estamos haciendo.
—Ajá —pone los ojos en blanco—. Manda otra cantidad de sedantes, ya no hay.
Cambia de tema antes de que siga dándole vueltas al mismo punto. Ella sabe claramente que traerá consecuencias, pero una cucharada se su propia medicina iba a darles.
A parte de que no había sedantes y los necesitaba urgente, está bien que están en una zona alejada pero no para disfrutar mucho.
—Tampoco es para tanto.
No debía abusar mucho de lo que hacía.
—Necesito eso para mañana —aleja el teléfono y corta.
Escucha de nuevo un grito que proviene de la parte subterránea de la mansión.
—A trabajar otra vez —va hacia un cajón del mueble de la cocina y saca el penúltimo sedante de la bolsa—. Espero funcione de nuevo.
Miércoles.
—Sí. Vengo averiguando hace ya un largo tiempo sobre esto. Hace casi unos veinte años atrás esta situación era normal aquí en el pueblo pero después dejó de suceder y ahora ha vuelto.
—¿Usted cree que esas viejas leyendas del pueblo sean verdades? —pregunta interesada la periodista removiendose un poco en su asiento.
—Puede. Pero también puede que las estén cumpliendo. ¿Con qué propósito? Eso no se sabe. Lo último que he recibido de información es que los que desaparecían, no volvían con vida.
—¿Seguirá con esta investigación, oficial?
—Obvio. Queremos la verdad, queremos saber, y queremos que esto pare de una vez...
Niega y ríe a carcajadas al terminar de escuchar lo que dijo el oficial.
—¡Trata de buscarme! —ríe más fuerte aún.
Mientras que uno de ellos escuchaba el grito de ella. No se fijó si cerró bien la puerta. Él era el único despierto en medio de esa oscuridad, atado y vendado, podía escuchar lo que decía, casi siempre lo hacía pero si hablaba o hacía algo que no le pedían, estaría muerto.
Jueves.
Deja de caminar a penas ve lo que anunciaban en el noticiero. Así también como deja caer la taza que contenía café recién hecho, ella lo escuchaba lejano al eco del sonido de la taza rompiéndose. Sólo miraba la tele.
No podía creer lo que estaba viendo. Escuchaba como su corazón latía muy fuerte dejándola aturdida por un momento, sentía que todo pasaba en cámara lenta cuando mostraban las escenas del crimen sucedido en la madrugada.
—Aún no hay sospechosos sobre la muerte de estas dos personas —muestran las fotos de ellos dos—. A penas ayer habló el oficial; hoy lo encontraron muerto en las afueras del pueblo. Junto al cuerpo también del estudiante universitario muy reconocido. Siguen sospechando de que puede ser homicidio o... suicidio de ambos, según todo lo que encontraron.
Una lágrima cae mientras solloza despacio.
Owen... Owen... Owen...
Owen está muerto.
Viernes.
Termina de subir el cierre de la bota azul oscura derecha.
Va al espejo y se observa nuevamente, estiró su camisa blanca con algunos vuelos y pasó las manos por su jeans negros. Ya estaba lista.
Se coloca la cartera de mano y agarra algunos libros también.
Editado: 10.01.2020