El Congreso
Entraron al salón y se quedaron inmóviles, el lugar estaba lleno de cambiantes desconocidos, pero eso no era lo más desconcertante, era la mezcla de decenas de aromas diferentes que les irritaba la nariz, eso, y la idea de que estaban rodeados por dominantes.
—Quédate a mi lado Riley.
—No tengo ningún deseo de irme a explorar.
Con el corazón agitado, Aiden avanzó detrás de los demás con Riley muy junta a su lado, el lugar era un amplio anfiteatro con cientos de sillas negras y un estrado en el fondo.
—Ahí están los White Claws — dijo Liam señalando a Sean, Luke y otros tres pumas desconocidos.
—Y ahí están los Moon Fighters —añadió Alexei con su mirada fija en Derek Miller al otro lado del lugar.
—Los Blue Moon también han venido —siguió Liam.
— ¿Quienes?
—Son un clan puma de Argentina, aliados desde hace mucho tiempo de los White Claws.
Aiden siguió la mirada de Liam hasta un hombre de tez morena y cabello negro azulado, rodeado por cinco mujeres de aspecto similar.
—Casi todos los tipos cambiantes están aquí —siguió Liam—. Todos excepto los traicioneros guepardos.
— ¿Olvidaste que un guepardo forma parte de nuestro clan? — Alexei lo miró con indignación.
Aiden notó la molestia de su amigo, Alexei se había hecho amigo de Tarah, la compañera guepardo de Hunter. Entendió muy bien su reacción, pero Liam era... Liam, una persona difícil y poco sociable, propensa a dejarse llevar por prejuicios.
—Hola —los saludó una mujer alta, rubia y de sonrisa deslumbrante—. Todos los sumisos deben asistir a una pequeña reunión antes de empezar. —Señaló una puerta a la derecha—. Los dominantes deberán quedarse al lado de sus líderes en los asientos mientras que los sumisos deberán permanecer en los laterales ¿Han entendido?
Liam la miró con expresión fría.
—No somos perros como para que una humana venga a darnos órdenes.
La sonrisa desapareció y en su lugar apareció una mueca de espanto, Liam no tenía buenos modales.
—Hemos entendido bien, disculpe a nuestro amigo señorita, gracias.
La mujer asintió y se fue a hablar con otros cambiantes.
— ¿Señorita? —Se burló Alexei— ¿Desde cuándo sabes hablar con humanos?
—Oye —saltó Riley—. No es su culpa querer ser amable —eso fue un reproche directo para Liam.
—No vine aquí para ampliar mi círculo social.
Riley alzó la barbilla, pero bastó una sola mirada de Liam para hacerle callar lo que sea que estuviese a punto de decirle.
—Vamos Riley.
Ella aceptó su orden sin protestar, quería alejarse de Liam lo más rápido posible, aunque era un amigo, su actitud aislada y recelosa intimidaba a cualquiera.
—No entiendo cómo Aria lo eligió a él como lugarteniente, yo en su lugar habría escogido a Alexei.
— ¿¡Te estás comparando con Aria!? —evitó alzar la voz.
— ¡No! —sonó ofendida—. Sólo digo... —se aclaró la garganta—. Que no entiendo la elección de Aria.
Aiden vio cómo se hacía más pequeña de lo que ya era y miraba constantemente hacia donde estaba Aria, sus mejillas se habían vuelto rosadas y sus ojos marrones se volvieron verdes. Tenía miedo.
—Liam no es la persona más sociable del mundo —le dijo para tranquilarla—. Quizás Aria quería la fuerza antes que la amabilidad. Vamos, o nos perderemos la reunión.
Notó como ella relajaba su postura y caminaba más alejada de él, Aiden la dejó entrar primero a la sala. "Esto debe ser una escuela de artes" se dijo cuando entró a la sala, una pila de sillas estaba acomodada al fondo, cuatro ventanales sin cortinas reflejaban la salida del sol, un escritorio y una pizarra blanca le indicaba que en vez de sala, eso era un aula.
—Bienvenidos —habló una mujer de mediana estatura cuando cerraron la puerta—. Mi nombre es Mary Ann Smith, voy a hacer esto lo más rápido posible. Ustedes están aquí como embajadores de sus clanes —lo dijo como si ni ella misma lo creyera.
Un murmullo se elevó entre los presentes.
—Ustedes como sumisos tienen la capacidad natural de calmar cualquier ambiente sobrecargado de energía tensa. Es por eso que han acompañado a sus líderes, para neutralizar cualquier arranque de agresión por parte de los dominantes.
— ¿Eso es todo? —preguntó Riley, su tono de sorpresa no pasó desapercibido.
La mujer, despejó su ondulado cabello negro y fijó sus ojos oscuros en ella.
—Esa es su tarea a cumplir.
—No obedecemos órdenes de extraños —exclamó alguien detrás.
—No es una orden —replicó ella con tranquilidad—. Pero por el bien de los suyos, quédense en el auditorio. Ahora voy a tomar lista de todos los clanes presentes, quiero que cuando diga el nombre de su clan levanten la mano por favor.
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Editado: 06.09.2018