Querido Jonathan:
Estuve una semana ausente de clases.
Sí, recibí tu nota y quisiera decirte los brincos que di de emoción al leerla con el mismo sentimiento del momento. Pero ahora no puedo. Me siento horrible, Jonathan.
Todo esto fue un terrible error.
Nunca debí escribirte.
Nunca debí imaginar que el chico más lindo de la escuela podría fijarse en alguien como yo.
Nunca debí intentar dejar de ser la invisible.
Jonathan, será mejor que olvides todo lo que sucedió. Bota o quema mis cartas, son pura basura. Seguro debes pensarlo, ¿no?
Soy una tonta. Una estúpida. Embobada por las irrealidades y mentiras que nos dicen las historias de amor. Quería ser la chica de la escuela que finalmente encontraba a la persona que la entendería. Quería saber qué se siente que le importes a alguien; qué se siente que tomen tu mano; qué se siente que te abrace el chico de tus sueños; qué se siente… ser besada.
Soñé tontamente que podría sentarme junto a tu mesa cada día.
Soñé que caminaríamos juntos antes y después de clases, para hablar de banalidades, la escuela, nuestras familias, nuestros amigos.
Soñé que estaríamos juntos en el baile escolar, nos balancearíamos al ritmo de una canción lenta…
Soñé tanto que olvidé lo que era real. Esto es real. Nunca va a pasar.
Perdona por hacerte perder el tiempo.
Adiós, Jonathan.
Atte.
T.
P.D. T_ _m_
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Editado: 02.10.2019