Pensamientos de una egoísta

CAPITULO 2

Sé lo que se aproxima. Tengo miedo, miedo porque sé que él me causará dolor. Él no me golpea, el me lastima de la manera más dolorosa que puede existir. Él me lastima, no me agrada cuando me mira. Él no es bueno, él me lastima y también a mi hermana.

Elías es como se llama, el ser más despreciable que existe en la faz de la tierra, es el esposo de mi hermana.

Me toca, quiero gritar, pero me impide, me lastima, me duele. Lloro, intento gritar, pero esta casa es demasiado grande como para que alguien me escuche. El simplemente me daña de la manera más dolorosa que puede haber. Vuelve con esa mirada y esas palabras que hasta ahora me dañan.

—Eres más deliciosa que la perra de tu hermana- mis ojos se cristalizan porque no hago nada por ayudar a mi hermana.

La puerta se abre, y del fondo sale mi hermana. Hermosa como siempre, pero esa belleza se ve opacada por sus lágrimas, Elías le grita, no lo entiendo, habla en otro idioma, mi hermana se queda callada y me mira pidiéndome perdón con esa mirada tan deslumbrante que tenía.

Veo como la arrastra, llevándosela. Quiero pararme quiero moverme, mas mi cuerpo no lo permite. Me siento cansada. Pasan los segundos y escucho el grito desgarrador de mi hermana.

Me levanto desesperada, no siento mi cuerpo solo siento el dolor que me embarga cada vez que el me toca de esa manera sucia. Corro y encuentro lo que me hace gritar de dolor, no mi dolor físico, sino por mi dolor del alma, veo a mi hermana desangrada en el piso. Y a su costado el monstruo que me persigue.

Mi hermana grita. Me dice que me salve que corra y me esconda

—“Vete te he dicho que te vayas de aquí” —veo una imagen muy difusa y luego despierto de la pesadilla que cada día me mata.

—“Lárgate de aquí”

Me levanto como todas las noches desde que cumplí 13 años. 12 en punto es y yo ya me desperté. Mi cabeza me punza, me duele. La cicatriz que llevo arde como un veneno latente en mí. No lloro, y como todas las noches me culpo por ser tan egoísta.

Pasa media hora y mis miedos han terminado, me he convencido que eso ya no pasará de nuevo, pero eso no impide que lo recuerde. Me digo a mi misma que tengo suerte, que a niños del hospital a esta hora los están inyectando medicina, a esta hora les duele las articulaciones y no pueden dormir. Me digo a mi misma que tengo suerte de no haber sido abandonada como esos niños con síndrome de Down.

Me calmo sonrío un poco y hago mi rutina de siempre.

Llamo a Olivia. Probablemente a esta hora esta despierta. Son como las 7 de la mañana en Perú y ella sabe despertarse muy temprano.

Sonrío cuando escucho su voz es muy dulce y conciliadora

—Hola Luisa, como estas.

—Bien, llamaba para preguntarte como estas y como esta Antonio.

—Él está bien

—¿Y Julito como esta? — sus repuestas son muy cortas y sé que no está molesta. Ella me oculta algo.

—Él se encuentra un poco mejor, tú ya sabes que con las quimioterapias no puede ni jugar.

—Olivia dime lo que te aflige recuerda que somos amigas. Te conozco por más de 5 años y sé muy bien que tú no eres así. Dime que pasa— suspira y sé que está intentando no llorar

—Hoy me desperté más temprano de lo normal y fui a ver a Julito, sabes, él estaba despierto. Él lloraba. Mi hijo se muestra feliz con todo y con todos. Verlo llorar me destrozó el alma. Me rompió el corazón — y se rompe en llantos. Julito venía a mi cuarto por las noches, me hacía ver que tener un amigo hace la estancia mejor. Me siento culpable porque de alguna forma yo le acompañaba.

—Julito es un niño fuerte. Simplemente no quiere que ustedes lo vean llorar. Todos sentimos y en algún momento sacamos lo que llevamos. Déjale que llore, pero hazle ver que siempre estarás dándole un hombro para llorar. No le des palabras de consuelo, porque eso para el no sirven de nada, acompáñalo en silencio. No puedes decirlo que se sanará pronto, porque él sabe que eso no pasará en un futuro muy cercano. Hazle saber que tú eres su mejor amiga, cuídalo, pero no lo hostigues tanto. Dale caprichos, pero no muchos. Ámalo como solo tú sabes hacerlo.- le digo intentando reconfortarla.

—Gracias. Hablar contigo me reconforta, sorprendentemente sabes cómo se sienten las personas.

—Ese es mi trabajo ¿no?-

—Si tienes razón. — se hace un silencio al otro lado de la línea.

—Pronto vendré a visitarles — murmuro. — mi papá me ha liado mucho, con esto del trabajo. Así que posiblemente el fin de mes estaré por ahí; bueno si es que no muero antes, con la cabezota de mi hermano seguro que muero de una insuficiencia cardiaca milagrosa. —respondo con humor. Quiero hacerla reír, pero ella ni siquiera me pregunta que ha ocurrido. Supongo que aún está triste por lo que pasó.

—Sí, sería bueno que nos visites. Julito te extraña demasiado.

—Yo también lo extraño a él. —murmuro con voz melancólica



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En el texto hay: secretos, amor, dolor

Editado: 04.03.2019

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