Pensamientos de una egoísta

CAPITULO 4

Recuerdo que solía decir que ninguna mujer debe ser maltratada, nunca, las mujeres no deberían rebajarse a ninguna cosa que le diga el hombre.

De niña creía que el único hombre que no me haría daño era mi padre, pero ya ven, él me hizo más daño que todos, cuando era niña yo odiaba a los hombres, no en el grado de ahora, pero los odiaba, sin embargo, había un hombre, el esposo de Ericka. A él lo veía como un demonio, como el mismísimo diablo, él era la pesadilla de mi hermana y ese simple hecho hacía que lo odie a mis cortos nueve años. Lo que en ese entonces no sabía era que él pronto se iba a convertir en mi pesadilla.

Mi hermana era golpeada por ese infeliz, nunca supe el porqué, Ericka nunca me lo dijo, pero si llegué a ver lo que le hacía. Amaba irme a la casa Ericka, siempre que podía iba, pero algo en el comportamiento de mi hermana me llamaba la atención, Ericka nunca dejaba que me quede hasta más de más cuatro en su casa, no lo entendía en ese entonces, pero cuando crecí me di cuenta de que ella estaba intentando protegerme.

Era tarde cuando entré por la puerta de la casa de Ericka, me pareció extraño que esta siga abierta, pero igual entré, total y se habían olvidado de cerrarla. Ericka tenía una casa bella, hermosa, se parecía a un castillo. Pero el ambiente de esta casa me daba miedo. Era frío y daba miedo, escuchaba voces, o solo era mi imaginación de niña, esas voces solo repetían una sola palabra, loca, eran solo susurros, pero para mí eran susurros terroríficos, esos susurros se callaban cuando escuchaban el llanto del hijo de Ericka, esos susurros lo amaban. Ericka no me creía, pero yo sabía que en el fondo ella si los escuchaba.

Increíblemente cuando entré todo está sumido en completo silencio, los susurros habían desaparecido, porque siempre los escuchaba en la entrada de esta casa. El bebe no estaba llorando. Y mi hermana no estaba por ningún lugar. Pensé lo peor, les habrán robado, pero rápidamente deseché esa idea al ver todo ordenado. Entré a la sala, al comedor, al cuarto del bebe y no encontré a nadie. Y cuando llegué al cuarto de mi hermana encontré algo espantoso, ese recuerdo me seguirá hasta el final de mis días, cada vez que escucho sobre el maltrato a la mujer mi mente sin querer vislumbra lo que vi ese día.

Ericka estaba tirada en el piso. Su cara sangraba y comenzaba a aparecer tonalidades verdes alrededor de ella, recuerdo como sus ojos me miraban pidiendo ayuda. Cuando la intenté levantar no lo conseguí, era una niña de 9 años no podía alzar nada. Pero aun así lo intenté, no sé cuánto me tomo levantarla, pero cuando por fin logré pararla, ella me apresuraba a que me vaya, ella quería quedarse sola, su hijo no estaba por ningún lugar, le preguntaba dónde estaba y ella solo me repetía que me vaya.

Quería ayudarla, pero ella no quería, sin embargo, no la hice caso y me quedé.

Al sacarse sus prendas. Lo que vi me dejó impresionada. Todo su cuerpo estaba lleno de marcas, sus brazos parecían no ser sus brazos; su cuerpo simplemente no parecía ser el suyo, no podía moverlo sin emitir un sonido de dolor. Ese cuerpo fabuloso, hermoso, con curvas que hacían a muchos suspirar, ya no existía. Ese hombre se había encargado de malograr todo de ella, hasta su alma.

A esos colores verdosos que adornaban su cuerpo, los vi negros, eran unas negras y oscuras manchas que dañaban a mi hermana. Ella lloraba al ver su cuerpo, pero no decía nada. Desde ese día yo odié a los hombres ese día hizo que me diera cuenta quien era el más grande de todos, el monstruo, él era el monstruo de mis pesadillas, él no era un ser humano.

Ningún hombre tiene el derecho a tratar de una manera tan cruel a una mujer, ella no se lo merecía. Y Lorena tampoco se lo merece.

—Luisa que pasa, que has visto — me pregunta Valentín, yo no hablo nada, sin embargo, le muestro el video que me ha llegado a mi celular.

—Pero ¿qué es esto?....— reproduce el vídeo subiendo el volumen llamando la atención de todos, aunque no hace falta, el infeliz se ha encargado que hasta los sordomudos lo entiendan

—Si quieren ver como una puta se hace más puta, sigan el vídeo hasta el final — el vídeo se corta por un momento y luego aparece mi prima, la hija de mi tía Tatiana. Lorena, es como se llama. Le han grabado teniendo relaciones. Está desnuda, atada y sonriendo, sin saber que le están grabando, y el infeliz de su novio se acerca con la cámara y la besa. Ella se ríe sin saber que la están grabando ven como la querida por todos es un zorrón total. ¿Lo ven? se escucha en el fondo la voz de una mujer. Yo me atino a reírme, no por maldad, sino por cólera. No se debe hacer esto a ninguna mujer. Que un hombre lo haga es hermoso ¿no? Pero que lo haga una mujer, eso es algo indecoroso. Imbéciles. quieren ver más del comportamiento de su dulce y querida Lorena, si lo quieren ver esperen un momento se termina el vídeo, haciéndome saber que no es el único



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En el texto hay: secretos, amor, dolor

Editado: 04.03.2019

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