Me levanto para ir a clases, pues resulta que al final los tontos de mis amigos decidieron ir a la universidad.
Cuando logro estar lista salgo de mi apartamento con toda la intención del mundo de no llegar tarde a clases, pero yo creo que la suerte no está de mi lado porque cuando arranco el carro este no hace ni un solo ruido, lo vuelvo a intentar y nada.
—¡No puede ser! —exclamo.
Salgo del carro y marco el número de Gabdiel.
—Buenos días, Ellie —me responde.
—¿Estás en la universidad?... Dime que no, por favor.
—¿Por qué?
—Mi carro no enciende —explico.
—Dame 10 minutos y estoy allí.
—Gracias.
Me voy a sentar en el escalón de la entrada del edificio.
—¿Qué haces en el piso? —me pregunta la voz de un chico que reconozco.
Me volteo para ver a Kellan —A mi bello y especial carro le dio la gana de no encender hoy.
—¿Quieres que te lleve?
—No, descuida, ya llamé a Gabdiel.
—Está bien, pero la próxima vez no lo hagas venir hasta acá si cualquiera de nosotros te puede llevar sin problemas.
Está bien, gracias.
—Vale.
Kellan sube a su carro y sale del estacionamiento.
A los minutos llega Gabdiel y yo me pongo de pie. Entro al carro del lado del copiloto.
—¿Cómo estás? —me pregunta mi amigo.
—Aquí respirando, ¿y tú?
—Recuerda que hoy es el juego así que cambia esa cara, después se me pega tu amargura.
—Lo lamento —digo sin ánimo.
Gabdiel saca algo de su maleta.
—Ten, para que te endulces el día —dice y me da una barra de chocolate.
Sonrío —Gracias, Gabdy.
Llegamos a la universidad y cuando entramos al edificio nos encontramos a Jazz con la maleta de Paula en un hombro y la suya en el otro.
—¿Dónde está Paula? —le pregunto.
—En el baño.
—Y tú la esperas como buen novio —digo bromeando.
—Le agarro la maleta como buen amigo —me corrige haciendo énfasis en amigo.
—Sí, claro.
—Antes que se me olvide, Gabdiel, Kei me escribió y dice que adelantaron la práctica una hora. Así que tendremos que saltarnos la última clase.
—De acuerdo.
Paula sale del baño y los cuatro nos encaminamos a la clase. Jazz y Gabdiel caminando delante de nosotras y van hablando cosas sobre el juego de hoy.
—¿Irás al juego? —le pregunto a Paula.
—Claro, no quiero que Jazz me mate, es muy importante para él ver que lo apoyamos.
Me río por lo que dice, pero es verdad.
El día no ha terminando y estoy agotadísima y todavía falta una clase más, que es a la que los chicos van a faltar por la práctica.
Todos estamos afuera del salón.
—Ellie, no podré llevarte a tu apartamento —me dice Gabdiel.
—Cierto, bueno tomaré el autobús y trataré de hacerlo antes de que llueva porque por lo que veo va a llover.
—Lo siento.
—No seas tonto, solo recuerda que tienes que ganar y dedicarme un gol.
—¿Tú dices?
—Así es —confirmo sonriendo.
—Haré todo lo que esté en mis manos.
Nos despedimos de los chicos y entramos al salón.
La profesora Regina nos da la materia de Contabilidad de Costo y desde el primer día nos ha dado material de la clase sin parar y parece que hoy no será la excepción.
—Jóvenes copien el siguiente laboratorio, lo pueden hacer en grupo y lo traen resuelto la próxima clase —dice la profesora y comienza a dictar de qué va el caso.
Presiento que terminaré cansada de hacer tantos laboratorios.
Cuando el reloj marca la hora de salida resulta que copiamos un poco más de cinco páginas.