Perdóname...

Capítulo 14

Carmen regresó a la habitación de su hija mientras se borraba todo rastro de lágrimas de su rostro, se detuvo en la puerta tomando aire e ingreso más calmada.

Luana estaba dormida en su cama mientras sus brazos fuera del cobertor mostraban las heridas que se había causado al momento de tener la crisis psicótica.

Nicolás y el doctor conversaban cerca a la ventana con voz baja, se acercó a ellos de inmediato.

—Doctor, ¿usted cree que debemos internarla? —pregunto muy quedo.

—En este momento no lo veo necesario, veamos cómo responde al calmante. Por lo pronto despertará en unas seis horas.

 —Avalos, ¿tú crees que tenga que regresar a los medicamentos? —pregunto Nicolás

 —No, Nico, no creo que sea necesario, lo que si será necesario es que vuelva a tener citas con Javiera, es necesario que vuelva a la terapia, hay algo que no sabemos y que ha sido el detonante de esta crisis. Recuerden que por su trastorno siempre estará propensa a esta clase de crisis.

—Lo sabemos —dijo Carmen —No hay cura para este trastorno, han pasado siete años desde la última crisis, por un momento pensé que esto ya había quedado en el olvido.

—No, señora Carmen, esto volverá a repetirse en el momento en que su mente no pueda enfrentarse a algo muy difícil y que la afecte seriamente. Acuérdense que el mayor problema que Luana presenta tiene que ver con su autoestima y en la manera tan cruel en que ella se critica.

Carmen suspiró profundamente mientras volteaba a mirar a su hija, quien había cambiado de posición en la cama, le parecía una niña chiquita, muy tranquila, ahí dormida, una solitaria lágrima corrió por su mejilla.

 —Dejémosla descansar —Manifestó el doctor. Y los tres salieron dejándola sola.

El doctor se despidió, dejándoles las indicaciones necesarias para actuar si se presentaba una nueva crisis, igual él regresaría a las ocho de la noche para ver como seguía.

—Mami Carmen, ¿Tú como estas con todo esto? —pregunto Nicolás

—¡Ay! Nico, me asusté un montón cuando la vi en ese estado, te juro que creí que nunca más la vería así.

—Pero, ¿tú sabes cuál fue el detonante?

—Sí, lo sé. Pero no puedo decírtelo, sabes cómo es ella, tienes que esperar a que ella misma te lo cuente.

—Ok, esperaré entonces. Pero ya debo regresar a la oficina, me he ausentado toda la mañana y hay muchos pendientes que debo atender ahora que Luana está delicada.

—¿Qué supones que dirá el dueño de la empresa?

—No lo sé, pero hablaré con su asistente, apenas llegue a la empresa, para informar que Luana está muy enferma y poder solicitar su descanso médico, voy a ver que invento, no considero que ella quiera que se enteren de que tiene un problema psiquiátrico.

—Gracias hijito, no sé qué hubiera hecho si tú no hubieras estado en nuestras vidas todo este tiempo.

—No tienes nada que agradecer, mamá Carmen, sabes que yo las quiero mucho y son la única familia que tengo en este país. Antes de irme llamaré a Javiera, espero que tenga tiempo para poder venir a verla.

Nicolás sacó el celular del bolsillo del pantalón y llamo a la psicoterapeuta.

—¿Aló? Con la loquera por favor.

—Oye idiota, que tienes —le contestaron al otro lado de la línea

—Javierita de mi corazón, ya vas a aceptarme, sabes que me muero por ti — le dijo Nicolás mientras se aguantaba la risa y Carmen le daba un manotazo en la espalda.

—A ver dime que quieres, porque si no es porque necesitas algo de mí, ni me llamarías.

—Cariño, porque eres así, sabes que mi mente y mi cuerpo solo te pertenecen a ti, ¿hasta cuándo serás tan cruel conmigo y me tendrás esperando por una respuesta?

—Por una vez habla en serio Nicolás, que necesitas, tengo un paciente esperando en la salita.

—Ok, ok, iré al grano. Luana se puso mal de nuevo, acaba de tener una crisis psicótica; Avalos la atendió y la sedo para tranquilizarla, pero recomendó que te llamáramos para que vinieras a verla.

—¿Cómo a qué hora estará despierta?

—Para las seis de la tarde, debe haber pasado el sedante.

—Dile a Carmen, que estaré alrededor de las cinco.

—Gracias cariño, te debo una.

—No me debes una, me debes varias y ya va siendo hora de que me pagues.

—¿Mi cuerpo te sirve? —dijo Nicolás muy seriamente. Mientras Carmen movía la cabeza de un lado a otro sonriendo.

—Tu cuerpo me servirá como el primer abono de todas las deudas que me tienes pendiente. Y ahora te dejo que tengo a Marita mirándome mal por culpa del paciente que me está esperando. Hablamos más rato.

—Gracias mi vida. Cuídate mucho. Bye.

Luego de colgar Nicolás sonrió, a él le encantaba Javiera, pero ella no lo consideraba una persona seria, creía que era un jugador mujeriego. La verdad es que, si lo había sido, pero desde que se había enamorado de Javiera no había vuelto a salir con nadie.




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