Perdóname por ser mujer (1)

28-La gente cambia

Clara del Castillo

Se podía oír el ruido de la música retumbando en todo el colegio, había escuchado que solían hacer pequeños festivales de rock en la escuela. Así que me fui hacia el patio para poder apreciar la música de los jóvenes. Mientras caminaba pude escuchar ese timbre de voz que hace tiempo dominaba todo mi ser. Empecé a caminar más rápido hasta llegar al patio y ahí me encontré con un escenario semejante al de aquella época. Realmente parecía como si el tiempo hubiese vuelto a ese entonces, en donde él también se subía al escenario y hacia delirar a todos. Definitivamente el pequeño Marco es el reflejo de su hermano, tiene el mismo talento para todo. Es más, justo estaba cantando la misma canción que Ezequiel canto en el festival de la escuela.

2005-San Bautista.

Los gritos de la multitud en el enorme patio de la San Bautista podrían escucharse hasta el próximo barrio. Bueno, creo que esto ya era normal, cuando Ezequiel se subía a un escenario todos enloquecen. ¿Quién no? Si él era el chico perfecto; capitán del equipo de futbol y goleador; musico; lindo; demasiado inteligente a pesar de que nunca fuera a clases; y un motivo por el cual la mayoría lo idolatra, era uno de los más acaudalados del colegio. Aunque, a mi nada de eso me importaba, Ezequiel era perfecto, pero no por todo eso, sino porque era el chico al cual amaba. Mi amado príncipe.

Debido a que se estaban tomando un receso, fui hacia el bar del colegio para poder comprar comida ya que no había almorzado. Pensándolo bien ayer solo comí una manzana, creo que debería comer un poco más, pero no quería engordar, capaz debería comprar una barrita de cereal con agua, aunque, esas barras eran muy mentirosas con respecto a las calorías. Sin embargo, estaba muriéndome de hambre, supongo que no pasaba nada si compraba un sándwich de miga.

Al final mi hambre pudo más y me compre un pequeño sándwich de miga.

Fui nuevamente hasta el patio para poder ver a mi pelinegro favorito que estaba poniéndose nuevamente en posición. Pero de repente al escenario subió la rubia con la que Ezequiel estuvo el primer día de clases, esta lo sorprendió abrazándolo por detrás y robándole un beso cuando Ezequiel giro para ver quién era. Parece que quería hacerlo enfrente de todos para que viera que Ezequiel tenía algo con ella. Él le respondió el beso y ella se fue complacida del escenario. Suspiré.

Algunas veces me pregunto ¿Por qué si yo veía ese tipo de escenas tan a menudo, aun me seguían afectando? Pero tenía que calmarme, a Ezequiel no le gustaba que le hiciera escenas de celos. No quería que él se enojara conmigo.

Parece que Ezequiel esta con Lunadijo una morocho a su amiga, ambas estaban adelante mío.

Bueno, eso no es raro. Mirala, ella y él se ven increíbles juntos. Además, Luna es modelo y Ezequiel si quisiera también podría serlo.

Un chico como él solo podría salir con una chica como ella.

Supongo que tenían razón Luna era hermosa y yo era una gorda fea. Era por eso por lo que Ezequiel no quería que fuera su novia, lo avergonzaba. Que idiota y ahora andaba comiendo esto, iba a engordar, me iba a ver más fea y así nunca iba a poder estar al lado de él, sin darle vergüenza.

La música comenzó a sonar y Ezequiel empezó a entonar "lamento boliviano" mientras cantaba miraba a todos, pero al mismo tiempo a nadie. Su voz no desafinaba a pesar de que también estuviera tocando la guitarra. Todo lo que hacía, lo hacía perfecto. Él era tan brillante, era como el sol que alumbra mis días. Por ello, tenía que esforzarme para ser la chica indicada para él.

Cuando termino de tocar, me dirigí al baño.

No podía subir ni un gramo más. Todos tiene que ver que yo también puedo estar a su lado.

Me encerré en un cubículo y saqué de mi mochila un cepillo de dientes el cual usaba la punta para hacerme vomitar. Era consciente que esto estaba mal, pero nadie entendería que esto era importante para mí. Además, no me hacía daño, había adelgazo muy rápido desde la primera vez. Y eso era lo único importante.

Después de terminar, salí del cubículo para lavarme la boca.

Estaba enojada conmigo misma por dejar que mis ganas de comer ganaran. No podía ser tan débil. Me mire al espejo inspeccionando toda mi anatomía, era cierto que había perdido peso, pero aún seguía gorda, aun no era perfecta. Tenía que ser perfecta como lo era Ezequiel.



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En el texto hay: misterio, novelajuvenil, traumas

Editado: 05.12.2018

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