Septiembre 25, 2016
09:44 am
| Tyee |
Cierro la puerta lo más despacio que puedo, lo hago esperando que nadie más me escuche llegar, por sobre todo ella, porque no me siento ni con el más mínimo ánimo de escucharla parlotear.
Me muevo lentamente hasta la cocina, arrastrando las quejas de mi estómago por comida y lo más silencioso que puedo, abro el frigorífico. Pero no alcanzó a echarle un vistazo dentro antes de escuchar su grito.
— ¡¿Con quién pasaste la noche?!
Me cago en la puta.
¿Qué mierda su oído?
—Y deja de maldecirme.
Si hasta es psíquica la perra esta.
Sale de su habitación y camina con pisoteadas rápidas pero potentes hasta llegar frente a mí vistiendo su estúpido pijamas de Donas. Pone sus brazos en jarras sobre su cintura, me mira con ojos pequeños y hace una evaluación de cuerpo entero como si sus ojos fueran rayos X, lista para encontrarse con un brazo menos, o mis costillas afuera. Quizá solo intenta descubrir mis mentiras. Mi cabeza gira un par de veces y vuelve a golpearme macabramente —Toc, toc, toc— como un puto reloj.
—Por favor, cállate— le pido haciendo un gesto con la mano que luego me llevo a la frente. El sol que me recibió a la salida de la fraternidad Alph sau solo empeoro mi resaca.
Paso de ella y voy a tirarme al sillón de la sala, dejando de lado la comida. Su mirada me sigue todo el camino. Al parecer, no entiende lo que es despertar de una noche de borrachera, que cuando esto sucede apenas puedes con tu cuerpo, y que no estás como para soportar una voz chillona cargada de una avalancha de preguntas. Me sigue y comienza a dar vueltas a mi alrededor mientras parlotea algo tan alto y sin cesar como si hubiera ensayado el dialogo muchas veces mientras esperaba que llegase. Dejo de mirarla a la segunda vuelta, porque el mundo de por sí ya gira lo suficiente. Ella conseguirá acelerar el proceso si no para. Se detiene junto al respaldo del sillón. La miro a sus increíbles ojos verdes desde abajo y luego me tapo los míos con el antebrazo.
—¿Cómo se llama? ¿Es de Alph sau?— pregunta. —¿Lleva consigo el six-pack? Dime que es la belleza hecha hombre— alarga la "i" mientras habla y usa un tono tan pegajoso, que sonó como si se estuviera desinflando con cada silaba que pronunciaba.
—Dime con quien me dejaste tú, y lo sabrás. Eres una pésima amiga. Voy a matarte— saco mi brazo y dejo que sus ojos den con los míos, brillan en confusión. Solo le falta agachar las orejas y ladear la cabeza —Perra—. —En primer lugar, me arrastraste a la fiesta de bienvenida de la fraternidad sin mi consentimiento, aun cuando te dije que era el último lugar al que quería llegar, me dejaste sola, allí, borracha. ¿Qué tal si me hubieran raptado?
— ¿Quien? ¿Un Alph sau? ¿Habrían hecho algo más que follar?
—Podría pegarme alguna enfermedad.
— Tu no follas sin condon— se encoge de hombros. —Discúlpeme por darle una de las mejores noches de su vida, sor María Teresa. —Las últimas palabras las dice poniéndole profundidad a las "o". De no estar tratando de parecer seria, me habría reído. Ella guarda silencio. Ocupa sus labios para formar uno de esos pucheros que usa para convencer a cualquier estúpido de la universidad. Siempre, siempre funciona con ellos. Conmigo no. —¡No te arrastre! —se defiende. —Llegaste en tus pies, y quedaste feliz en los brazos de Logan.
—¡¿Con aquel idiota?!— Grito.
Me siento de un soplo y abro los ojos tan grandes, que me hace doler la cabeza aún más. Pensar en la sola idea de que hubiera pasado por la cama de más de un imbécil y que, además, uno de ellos sea el idiota de Logan, me revuelve el estómago. Solo entonces me siento sucia. Me pregunto por donde habría pasado sus manos, y si yo se lo permití o lo mande con pasajes y todo a la mierda.
—Parecías feliz— Vike se encoge de hombros retándole importancia; así como si me estuviera diciendo que solo me dejo con Mary para ir por unas bebidas.
—¡Estaba ebria! ¿Qué clase de amiga te deja en ese estado con un maldito mujeriego desconocido?
—Es un Lobo, y está bueno.
—Buenas mis pelotas.
Ella arruga el ceño y me mira con asco, sé que me esta imaginando como hombre y con pelotas. Esta chica nunca cambiará. Me pregunto cómo es que puede verse y escucharse tan bien después de haber pasado una noche como la anterior. Yo me borre, desaparecí, como sea, pero antes de quedar en blanco, recuerdo haberla visto con la sonrisa hasta los ojos y dando vueltas por todas partes con el centro de gravedad en aleatorio. Y, además, con aquel chico que instantes atrás había rechazado. Estaba ebria antes que yo, tiene muy poco aguante para el alcohol, y seguramente también tuvo un tour por alguna habitación; pero a diferencia de mí, ella parece radiante, como si hubiera dormido toda la noche. Y no le duele la cabeza. El encanto de las perras, supongo.
—Y bien... ¿Amaneciste en su cama?— pregunta de la nada después del minuto de silencio que disfrute al máximo. Me deja nadando en mi laguna mental.
—¿Que cama?
—La de Logan.
—¿Que? ¡No!— suspiro. Imaginarme aquella situación me provoca un mareo y comienzo a tiritar. Un escalofrío recorre mi cuerpo; si hubiera despertado en aquella cama, habría corrido hasta aquí, así tuviera ropa o no. —No desperté en ninguna cama, ¿Sí? Desperté en la fiesta de fraternidad, en el pasto; pero apuesto que es mucho más cómodo que los brazos del lobo idiota del Equipo de Fútbol americano.
Vike es mi mejor amiga y lo que quieras, pero no puedo simplemente decirle que desperté en la cama de uno de los chicos más populares de la universidad. Nada más y nada menos que un Titán. Haría un rollo enorme de todo esto, sería capaz de preguntarme hasta la marca de bóxer que utilizaba, y si es que acaso los condones eran con sabores o cosas así. Vike tiene unos gustos bastante extravagantes, y si le miento, me descubre. Yo, personalmente, quiero mantener el secreto, en secreto.
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Editado: 05.11.2020