Diciembre 22, 2016
09:05 Am
『 T Y E E 』
Después de cuatro días, y de miles de clases sin decirnos palabra, aun cuando seguimos sentándonos en los mismos puestos de siempre, no sé porque entro a la sala y busco de manera tan emocionada a mis amigas, pero ninguna ha llegado aún.
No hay mucha gente aun en la sala, y susurran realmente bajo, por lo que me es cómodo y no me arrepiento de haber llegado tan temprano. Primero veo su cabellera negra pasar por la puerta, luego su figura, y su interminable brazo conectado al de otro chico. Me cuesta reconocerlo, pero sé que lo conozco, es el del pub, con el que la deje aquel día para que pudiera sacarse de la mente a Ian. Vike tira más de él y le da un beso en los labios antes de voltearse y que sus ojos den con los míos. Pasan en seguida de una expresión de felicidad, a una tan radical y seria que me la plasma en la cara a mí también, pero la interacción dura tan poco y se voltea tan rápido hacia el chico, que olvido el gesto y mis ojos caen entristecidos. Casi me siento inservible, como si desde un principio jamás hubiéramos sido amigas. De haber sabido que iba a cambiarme por ese imbécil, la dejo en su pieza ahogándose en su mar de lágrimas.
Lo arrastra hasta un banco, no al que siempre se sienta junto a mí, sino que uno mucho más allá, en el lado izquierdo de la sala, lo suficientemente lejos como para que ni siquiera pueda mandarme un papel. Detrás de ellos viene Mary. Se para en medio de la sala cuando se da cuenta de que ellos no se dirigen a nuestro puesto habitual, y se tambalea de un lado a otro decidiendo a quien seguir.
Mary funciona como intermediario entre nosotras y trata de llevar una conversación en la que podamos dirigirnos más de dos palabras, pero ni aun después de aquella llamada y de toda una semana ignorándonos casi inconscientemente, puedo lograr enojarme. Finalmente camina hasta mí y se sienta a mi lado arrojando los cuadernos sobre la mesa con más fuerza de la necesaria.
Vuelvo a mirar a Vike y a su novio, más ella me ignora de manera teatral, como si ni siquiera supiera que estoy aquí, o peor aún, como si no me conociera. A mí me invade la curiosidad; me gustaría saber cómo las personas de un día para otro pueden dejar de lado a quienes decían querer.
—¡Tyee!— chilla Mary. Me vuelvo a mirarla despegando mis ojos de la escena romántica un par de bancos más allá. —¿Me estás escuchando?
—Por supuesto. Estoy de acuerdo— le digo eso porque los temas de Mary siempre tienen que ver con algo de sus gustos. Nueva música, series, libros o algo así. Tan solo me queda decirle que opino lo mismo que ella.
Frunce el ceño. —¿Estás de acuerdo con que no te hable?
—¿Qué?— abro los ojos confundida. —Perdón, ¿Que decías?— Ella suspira y termina con una media sonrisa apenada. Así que no estaba hablando de música.
—Que no tengo idea que pasa entre ustedes, pero no estoy de su lado— me dice, y yo sonrío de igual forma que ella. —Creo que es estúpido que comience a alejarse sin sentido después de tantos años.
—Está bien, Mary— la tranquilizo colocando mi mano sobre su brazo. —No tienes que defenderme.
—¡Pero estas sola!— reprocha, y suena peor cuando ella lo dice. —Deambulas de allí para acá como un alma en pena— arrugo el ceño. No estoy sola, tengo a cinco hombres viviendo conmigo, la tengo a ella, y como si fuera poco, a un imbécil que me sigue a todos lados pidiendo mi perdón.
—No estoy sola— frunzo el ceño yo esta vez. —Simplemente tengo mucho que hacer. Además he estado trabajando mucho últimamente.
—¡Es cierto!— Su tristeza se disipa rápidamente, ahora la noto realmente emocionada. —Dime, ¿Como te va? ¿Qué hay de esos nuevos compañeros guapos? Podría ir a visitarte.
Le sonrío de medio lado, más que contenta de poder cambiar de tema de conversación. Le digo que quiero mostrarle una foto que le hice a un compañero nuevo, pensando justamente en que el chico es del estilo que Mary siempre mira, con vestimentas simples y actitud tranquila, por eso trate de fotografiarlo secretamente, lo que resulto un poco escandaloso porque él se dio cuenta y tuve que improvisar mentiras sobre el propósito de mi actitud psicópata. Eso fue el domingo, el mismo día en que puse mi teléfono en modo avión y lo mande a volar, solo que no voló; y tengo que mentirle, diciéndole que cayó a un vaso con alcohol en una fiesta y que está completamente muerto, para no revelar que sufrí un ataque de ira porque un CK dio con mi número y comenzó a enviarme mensajes. Mi amiga termina por desilusionarse, pero promete que ira a verme algún día. Si Vike estuviera a nuestro lado nos diría algo como «No puedo creer que alguien así te llame la atención», ya que es todo lo contrario del gusto de Vike, y yo defendería a Mary, diciendo que ella solo busca estúpidos que le rompen el corazón. Se reiría, porque sabe que es verdad.
Cuando la clase comienza, deseo poder sumergirme en la materia, prestar mucha atención para entender y así poder tener mi vista en otro lado; pero sin embargo no puedo dejar de pensar y mirar a Vike. Su pareja ya ha abandonado la sala, porque evidentemente no tiene los mismos ramos que Vike. Así que Vike se quedó conversando con una chica que se sentó a su lado a último momento.
—¿Hace cuánto que sale con él?— le pregunto de la nada en un susurro en medio de la clase. Mary me mira un tanto confundida, le toma un par de segundos captar a que me refiero. A diferencia mía, ella si es buena estudiante, y si puede concentrarse.
—Dos semanas, ¿quizá?— me responde sin dejar de escribir. —Me dijo que lo conoció en un pub—. Si, esa parte de la historia ya me la sé. Irónico es que yo los presenté y ahora me cambia por él. —Nunca pensé que conseguiría novio. Ya sabes, nadie le es suficiente.
—Solo lo está usando como parche para tapar el nombre de Ian tatuado en su corazón— Y eso es tan estúpido. Aunque tapes un tatuaje con otro tatuaje, siempre recordarás por qué te lo hiciste. La memoria nunca olvida.
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Editado: 05.11.2020