Enero 29, 2017
15:23 pm
『 T Y E E 』
Lo de Skyle salió mucho mejor de lo que esperaba. Quizá me temía un ataque de sobre protección parecida a la que de seguro me daría Ian, o quizá que le desagradara por completo la sola imagen de nosotros dos juntos. Podría llegar a imaginarse algo así como una relación explosiva de dos bombas nucleares totalmente poderosas. Por el contrario, parecía contento por nosotros, como si fuese alguien totalmente ajeno a la familia. Lo que creo que pensó, es en que Kylan por fin se muestra un poco más humano, y yo estoy bajando esa faceta de tía mala de mierda.
Aunque decir que Kylan avanzo después de su confesión, seria mentir.
De quien hablamos es Kylan Hooligans. El tío rudo y sin corazón que no puede batir sus debilidades en todos lados. No se arriesga a ser muy cercano conmigo si están los chicos en la habitación, por lo cual su indiferencia me golpea en la cara a cada segundo; quizá, solo quizá, se relaja un poco si el único que está en casa es Skyle. En su defensa puedo decir que yo tampoco lo busco mucho, no me van las cosas empalagosas y las palabras de amor, por lo cual no iba a rogar su amor. Además, él tampoco espera eso de mí. Un tema completamente diferente es cuando estamos solos, entonces es como una persona diferente, de doble cara, así como de esas que hablan mal de una persona con otra, y luego se acercan fingiendo ser su amigo; pero de manera contraria. Se muestra desinteresado si hay alguien presente, pero llega a ser una sanguijuela cuando estamos a solas. Mr. celos y sobreprotección. Por otro lado, la personalidad obsesiva y controladora es difícil de hacerla desaparecer. No es precisamente con los chicos, de alguna forma sabe que hemos pasado a ser una especie de pequeña familia; pero en otros lados le gusta jugar el papel de guardaespaldas.
Cierto día por la tarde fuimos de compras. Tenía un hambre que me tenía de mal humor, no había nada en el departamento, y joder, soy insoportable cuando tengo hambre. Propuse ir de compras, porque no había manera de que pudiéramos seguir comiendo comida chatarra por cuarto día consecutivo. Las patatas fritas ya me salían por la nariz. Entonces, aunque a ninguno realmente nos atraía la idea de ir de compras, porque eso de jugar a la feliz pareja de recién casados llenando su despensa por primera vez, fuimos.
Con un humor de perros, sin tomarnos de la mano, ni enviarnos sonrisitas tontas. En cuanto llegamos nos separamos, yo partí hasta el final del pasillo donde sabía que estaban los cereales los cereales que quería en ese preciso momento, y él en cambio se separó de mi para ir al sector de los autos, necesitaba un no sé qué para su regalón, y sin más, me dejó.
Como si fuera una broma personal, las cosas que más necesito, siempre son las que están más alto, justo donde yo no alcanzó. No fue para nada diferente con el cereal.
Me puse a esperar a Kylan y me limite a mirarlo desde abajo mientras esperaba por alrededor de unos interminables diez minutos a que llegara mi acompañante y me hiciera el favor. Sin embargo, al parecer se había emocionado con aquel sector o se olvidó de que no vino solo, y se tomó más tiempo que una chica eligiendo la ropa. Termine por encaramarme en los pisos de más abajo, los que contenían todo tipo de galletas y dulces. Solo conseguí rozar mi objetivo, porque justo cuando estaba por tomarlo, resbalé.
¿Así o más torpe?
Jamás di de cara contra el suelo como estaba esperando. Unos brazos bastante fuertes me agarraron de la cintura y me apegaron a un pecho duro que por supuesto no era de Kylan. Rubio, todo sonrisas y bastante raro. Lancé una mirada de desagrado, no de agradecimiento, porque para cuando yo me di cuenta de lo que había pasado, el chico aun no me soltaba, y ya había pasado mucho tiempo. Él no tenía intención alguna de hacerlo. Era como si nos hubiéramos congelado, ninguno se movía. Yo de la impresión, y él porque se las estaba dando de galán.
—Casi caes— dijo. Nunca había escuchado algo más estúpido. Ni siquiera como cuando vas corriendo, tropiezas, derrapas, te raspas la piel, queda casi colgando, te estas desangrando en el suelo, todo el mundo lo vio, y aun así viene un idiota a preguntar, "¿Te caíste?"
No me jodan.
—No hombre, que intentaba volar— Le escupí. Sin embargo, mi sarcasmo no le prendió la neurona. No me soltó. Siguió mirándome embobado, como si fuera una dulce y frágil princesa. O como si fuera la primera vez que ve una mujer.
Ese podría haber sido el preciso momento de cualquier libro romántico en que los personajes se conocen y quedan perdidamente enamorados a primera vista el uno del otro. El único problema es que yo ya tengo a mi idiota y sé que no va a gustarme cualquier otro idiota. Para rematar el drama de la escena, Kylan nos vio.
Ah sí, porque no podía aparecer antes. Tenía que ser justo alli.
Entonces ahora la escena se parecía a un cliché de cualquier obra; descubren a uno de ellos en una situación sospechosa y comprometedora, todo se malinterpreta y se complica, la pareja pelea y terminan por separarse por un tiempo. El caso aquí es que nosotros somos un tipo especial de seres humanos; todo lo que se supone que debemos hacer, lo hacemos de revés. En vez de agradecerle, yo le gruñí, Kylan en vez de irse, se acercó y lo encaró.
Me saco de los brazos de aquel sujeto y pasé a los suyos tan rápidamente, que ni cuenta me di. La verdad le fue tan fácil, que nunca me había sentido más pequeña que en ese momento. Tomo mi mano y se situó justo delante de mí, luego le dio una sola y única advertencia al chico con la cara de «Atrévete a decirme que no» y le dijo que jamás volviera a tocarme. Jamás. Porque lo dijo dos veces, con un tono seco y lento que me puso los pelos de punta incluso a mí. Luego comenzó a caminar y me saco del allí.
Para colmo sin mi cereal.
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Editado: 05.11.2020