Febrero 21, 2017
10:35 am
『 T Y E E 』
Creo que el primer punto importante por el cual no soy una cotilla, no tiene que ver exactamente con que no me gusta que me pregunten cosas de mi pasado, sino que también con el hecho de que la gente a veces se esfuerza por demostrar que no poseen para nada el sentido común. Y es algo que me hierve la sangre. No me gustan los chismes, no me gusta escuchas historias personales de los demás ni mucho menos me gusta la gente que pregunta esas cosas.
Y es todo lo que pasa por mi cabeza el primer día que vuelvo a clases. Clain, quien tiene un intento de revista online de DF, a comenzado a seguirme desde el mismo momento que me vio aparecer caminando por la universidad. Lo primero que me preguntó es si podría darle una entrevista para contar a los demás el incidente del incendio. Me costó dos minutos asimilarlo, lo sé porque los conté mientras intentaba averiguar por alguna expresión de su rostro si hablaba en serio o me estaba tomando el pelo. Pero no, allí estaba la chica castaña, más alta que yo, mirándome con sus ojos oscuros brillando de emoción, como si en realidad me estuviera preguntando por algún ridículo premio. Entonces así de sorpresiva como fue su muerte, dejó de serlo. Todo volvió a la normalidad y lo único que quedó detrás fueron las cenizas de una bodega quemada y la histórica «Sobreviviente».
No recuerdo muy bien si le dije que no, y comencé a avanzar, o lo hice inmediatamente después de que conecte las ideas. Sin embargo no se dio por vencida, lo que resto de día, ha vuelto a preguntarlo. Siete veces para ser exactos.
—¡Tyee Smith!— me grita, y me molesta que se sepa mi nombre. Después de que se esparció el hecho de que era una Smith, me volví realmente conocida, pero no así superaba mi título de ahora. La gente no solo ha comenzado a tener mi nombre en su boca en todo momento, sino que además ahora me miran como si el hecho de no haberme convertido en cenizas fuera algo de lo que yo me sintiera orgullosa. Cuando en realidad es todo lo contrario.
Respiro hondo para evitar dejar salir toda esa furia que se mueve dentro de mí, y me detengo para poder darle fin a todo esto. Se acerca nuevamente con una sonrisa tímida.
—Vale, ya he captado que no quieres la entrevista. Lo entiendo— joder, al fin. —Está vez vengo por otra cosa. Mete las manos en su bolso de prefería y la saca de allí con un sobre de un color rosa tan brillante como sus uñas. —Ve, será bueno para ti— creo que me atraganto con mi saliva.
Tengo dos opciones: Uno, tomo el sobre y miento sobre ir; o dos, la ignoro, la esquivo y me voy de ahí. Lo que seguramente hará que me comience a seguir nuevamente y me acorrale en todas las partes posibles hasta que acepte el puto sobre; por lo cual la segunda idea no sería precisamente una opción.
De forma perezosa estiró mis dedos vendados para coger el artilugio lujurioso e intentar sacarla de una vez de mi radar. Cuando el sobre llega a mis manos me doy cuenta en seguida que no es uno, si no dos, y se perfectamente para quien es el otro. Esa es la razón por la cual me está invitando. De seguro ya lo intento con él y no le funcionó.
—Que no se te olvide entregar el de Ian. Por alguna razón ha rechazado mi invitación cinco veces— me muestra un puchero.
El sobre casi se me cae de la mano. ¿Habla en serio está tía? ¿Done esta su maldita dignidad? Si no lo aceptó la primera ni la segunda, mucho menos lo haría la quinta, y la razón es completamente evidente. No sé qué me molesta más, si el hecho de que me invite a una fiesta y me use para llegar a mi hermano, o que me diga 'Ve, te hará bien'. Como si más que la muerte de una amiga quemada por mi culpa, simplemente hubiera terminado con mi ex.
Al final, después de terminar em escenario, me siento completamente exhausta, y sé que se debe también a que mis pulmones han quedado débiles y muy rápidamente me canso. Así que evito decir lo que sea que mi mente estuviera creando y me limito a asentir.
—Vale— es todo lo que suelto, y me marcho de allí antes de que pueda decir algo más.
Cuando entro en Alph sau todo está en completa calma, no hay señal alguna de los chicos más que de mi hermano. Levanta la vista del teléfono cuando me siente llegar, pero se mantiene sentado sobre su trasero en la isla de la cocina; me dedica una media sonrisa, una muy delicada para ser de él. Viste una simple camiseta blanca y unos jeans ajustados, un estilo normal, pero no le combina para nada con la cara que luce como la mierda. Pasa su mano por los alborotados rizos rubios y se acomoda en la silla cuando me ve acercarme. Me siento frente a él y le entrego el sobre, pero no lo hago por hacerle caso a la estúpida chica, lo hago porque creo que es la mejor forma de deshacerme de él por un momento. De él y su maldito instinto sobre protector.
Desde que me dieron de alta en el hospital he tenido a Ian y Skyle encima de mi todo el tiempo. Se preocupan de alimentarme cada dos horas como si fuera un bebé; me mantienen vasos de agua fresca donde sea que voy y verifican que también la beba; «Para mantener tu garganta hidratada» dijeron. Me preguntan cada cinco minutos si me siento bien o si me duele algo, y me habían prohibido salir del departamento, o incluso de mi cama si no era algo importante. Jamás me despegaron la vista de encima, como si pensaran que al cualquier momento se me doblarían las rodillas, me golpearía la cabeza y moriría. De nuevo.
Al final tuve que enojarme para que me permitieran ir a la universidad, y aun así, solo conseguí que Skyle me entendiera; Ian aún se mantiene al pendiente, como si creyera que es su deber. Se que carga con una culpa inexistente, creada por el; me puedo imaginar qué clase de cosas está pensando. Que debería haber estado allí, más pendiente de mí, cuidándome, aun cuando él es solo mi hermano y yo ya tengo unos buenos 21 años.
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Editado: 05.11.2020