Marzo 2, 2017
03:55 am
『 T Y E E 』
Cuando Feel this moment comienza a sonar y un dolor punzante se incrusta en mis costillas, sé que tengo que parar. Llevo la mitad de la noche bailando y moviendo mi cuerpo sin ninguna gota de alcohol, y me arriesgaría a decir que se siente realmente extraño, como cuando tomas una ruta distinta para llegar a tu destino, o cambias el color de tu pelo dramáticamente, algo incomodo que ni siquiera sabes si te gusta completamente. Esta es la primera vez que pongo el alcohol como algo prohibido para festejar. En ocasiones restringía la hora, o me prohibía coquetear con algún hombre durante esa noche, por hoy me siento lo bastante decidida a tratar de cambiar mi estilo de vida.
Para no mencionar que en realidad estoy tratando de no darle demasiada importancia al tema de Kylan y engañarme diciéndome que no es necesario emborracharme para olvidarlo. Que no debo darle acceso al eme para divertirme en medio del drama que estoy viviendo.
Recuerdo que existió alguna vez en que me dije a mi misma que quería ser una chica diferente, buena; me prometí que no bebería hasta emborracharme, porque lo encontraba ridículo. También recuerdo que dije que las drogas no son una solución a los problemas, que solo me harán retrasar el dolor y que por lo tanto debía mantenerme alejada lo más posible de ellas, que yo era lo suficientemente fuerte como para luchar por mí misma. Recuerdo decirme que era feliz, que no importa lo que no tengo, que solo debo fijarme en lo que ya poseo, porque eso es lo que realmente tiene algún valor al final de cuentas.
Aún recuerdo el día en que un idiota me hizo darme cuenta de lo que valgo. Una mierda. Se acercó como si nada y cuando rechacé su petición de follar sobre un sofá en medio de una fiesta, como si yo fuera una cualquiera, me dijo que no tenía que intentar ocultar lo que en realidad soy; una perra fácil y malcriada que se metió en un vestido que no le quedaba. Le golpee las pelotas y lo deje en el suelo. El dolor le hizo vomitar junto a su cuerpo y probablemente ese fue el momento de mayor humillación en su vida. Luego me pregunte a mí misma a quien intentaba engañar. ¿Qué caso tenía ser buena y actuar como algo que no era, si ni siquiera tenía a quien demostrárselo? Podía encerrarme en mi habitación los fines de semana para estudiar e intentar sacar buenas calificaciones, que al fin y al cabo me dejarían aquí mismo donde estoy, o podría salir, divertirme, borrarme, emborracharme, follar con la cantidad de tíos que yo quisiese y eligiese, y disfrutar así del presente, que en mi vida, es lo único certero.
La decisión es más que obvia. Y no me costó nada decidirme.
Veo el brillante rostro de Blake cuando una luz roja le da de frente. Él me sonríe con su espléndida sonrisa de comercial y me aprieta más a él cuando me alejo.
—Necesitamos parar— le digo a risas. Me ha estado haciendo caras graciosas mientras canta a todo pulmón y de forma desafinada todas las canciones que suenan. Me ha hecho reír hasta mi último suspiro de aire y apenas puedo seguir moviéndome.
—¡I wanna run away!— canta. Vuelvo a reír, y él deja de moverse. Toma mi mano y me saca de la pista.
—De verdad debes dejar de hacer eso— me río. De pronto ya no me siento tan deprimida como antes de salir, y debo admitir que se lo debo a él y su propósito de ayudarme a sonreír.
—¿Y ahora qué hacemos?— pregunta.
—Yo iré al baño, tu quedas en libre albedrio.
—Estaré esperándote.
Lo único que espero, es que Blake no se haga falsas ilusiones. Aun si existe la posibilidad de que pudiéramos estar juntos, no sería ahora, no cuando todavía puedo sentir mi corazón apretado y a punto de estallar. No cuando no puedo pensar en él y sentir que esta mejor sin mí.
Aun así soy demasiado egoísta para alejarlo de mí y dejarlo ir.
En la pista solo están las personas más sobrias y consciente. A las cuatro de la mañana los que beben ya se han disuelto hacia sus parejas de fiesta o sus grupos de amigos en busca de ayuda para mantenerse en pie. Los sobrevivientes damos vuelta por todos lados disfrutando lo que nos quede de fiesta. Algunos pasos más allá diviso a Ian con una rubia, la misma rubia con la que lo descubrió Vike y por la cual discutieron más tarde, la misma rubia que me alejo de mi mejor amiga. Aun si no puedo culpar a una chica por los desastres en nuestras vida, no puedo evitar mirarla con odio cuando paso por su lado. Mi hermano no se da cuenta de mi presencia, pero la rubia si, aunque dudo que pueda descifrar en mi mirada lo que quiero transmitir, parece bastante desconcentrada. Se me hace difícil encontrar el baño en aquella casa que es más grande que el primer piso de nuestra fraternidad. Tiene tantas habitaciones como invitados a la fiesta. Abro un par de puertas equivocadas que me llevan a habitaciones de limpieza, de la criada, habitaciones con chicos follando, hasta incluso un sótano. Un par de vueltas más allá me encuentro con una fila de borrachos que se resisten a vomitar sobre la pared, con sus amigos que los sostienen para que no caigan al suelo.
Diviso una cara conocida entre las luces, sin necesidad de que un foco la alumbre directamente, sé que es Vike. Esta con un hombre al cual reconozco enseguida como su nuevo novio y el chico por el cual me ha cambiado. Él la sostiene por la cintura, y ella lo afirma por los hombros para evitar que ambos se tambaleen para todos lados. Están hablando sobre algo que la música me impide entender, pero gracias a su rostro, puedo saber que no está cómoda con la situación; vuelve a bajarse el vestido cuando el intenta subirlo mientras le besa el cuello. Mi familiar instinto de protección me empuja hacia delante y mi memoria me detiene, recuerdo que ella ha tranzado una larga pared entre nosotras y sé que no estará para nada contenta si la cruzo. La miro llevar la situación unos segundos antes de desviar la mirada a la chica delante de la puerta.
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Editado: 05.11.2020