Marzo 29, 2017
22:59 Pm
| Tyee |
No es un área verde, no corre aire fresco ni mucho menos tengo un paisaje hermoso para observar. De hecho se trata solo de un hoyo de seis pisos y mucho ruido proveniente de él, pero aquí arriba no se ve a nadie y es lo más cercano que tengo a tranquilidad. Es el único lugar donde puedo pensar. En estos momentos no tengo mucho en mente, más que esas palabras de Hellion.
—¿Cenaste?— me giro a mirarlo totalmente perdida.
Heckler lleva puesto nada más que un short y una sudadera que le hace juego con sus Vans celestes. Se apoya en la puerta de su habitación y guarda las manos en sus bolsillos. No le respondo nada, y creo que él sabe que estoy molesta y no voy a hacerlo, porque me sonríe y continúa hablando.
—Sabes que la parte más importante de tu entrenamiento es...
—Que me alimente bien— le corto y ruedo los ojos. —Es la vez numero dos mil que me lo dices. Créeme que lo recuerdo.
—¿Y entonces a que esperas?
Suspiro. —¿Quién sabe?
Heckler tuerce la boca, se da un impulso con el hombro para alejarse de la puerta, camina hasta mí y se apoya en el barandal igual que yo para poder mirar al frente. Trató de pasar por alto la cercanía con la que se sitúa a mi lado.
—Veo que te fue mal con Hellion.
—¿Como sabes que fui con él?
—Lo supuse— me responde sin siquiera mirarme. —Saliste completamente enfadada de allí, y eres el tipo de persona que hace cosas que requieren mucha valentía cuando está al límite.
—La clase de persona que hace idioteces cuando está al límite— aclaro. Suspiro y vuelvo a mirar al frente. —Lo hice sin pensar.
—No está del todo mal. Todos pasamos por eso en algún momento— las luces generales se apagan y solo el ascensor comienza a brillar. Ni siquiera me he puesto a pensar en que hora es. —Es solo que no supiste ordenar las prioridades.
—¿Como así?
—No estás pensando con claridad, te estas dejando llevar.
—Siempre lo hago.
—Lo sé, y creo que es una de las razones por las cuales le gustas a Hellion— dice. Lo observo, con la vista al frente bajo la tenue luz que proyecta el ascensor; no es más que un chico, un tipo joven que se ve marcado por la crueldad de la vida; alguien que tuvo que madurar y que ahora puede pensar con claridad.
—¿A qué te refieres?
—No tienes límites, haces lo que sientes y siempre termina siendo lo correcto. No crees que haya algo que no puedas hacer si te lo propones y si la gente sabe cómo tratarte puede conseguir mucho de ti.
—¿Utilizarme?
—No. Ayudarles— esta vez él sí me mira. —No eres débil, Wess, pero debes dejar de intentar que todos lo crean.
—Estás insultándome.
Suelta una sonrisa de medio lado. —Estoy sermoneándote— y no tiene descaro en decírmelo. Esta vez se endereza, y la forma en la que me habla comienza a enojarme. —Puedes vencer a esa chica, a ella y a muchos más, pero sin embargo dejas que te aplaste. Si piensas que al verte débil van a dejarte ir, estás muy equivocada; solo lograrás que te traten como basura. Te van a pisotear, y esta vez no vas a poder hacer nada.
—No estoy intentando nada— le respondo, me enderezo y me alejo un poco de él porque su tamaño me intimida. —Sucede que simplemente no puedo.
—¿Que no puedes?— suelta una risa seca. —¡Vi como la empujaste! Y ella también se dio cuenta de que se pasó de la raya contigo. Te subestimamos y nos dejaste boquiabiertos. Si aplicaras un poco de esa fuerza cada vez que va a intentar golpearte, no volvería a tocarte.
—Lleva mucho más tiempo que yo entrenando.
—Pero no ha pasado ni por la mitad de lo que tú has pasado— esta vez soy yo la que guarda silencio. No se completamente a que se refiere, y me da miedo que tenga que ver con parte de mi pasado, porque no tengo idea cómo podría él saber algo de eso; pero lo que más me asombra es que en cierta parte es verdad. Mi historia es lo que me ha hecho más fuerte, ahora solo tengo que sacar esa fuerza. —Veo tipo de persona que eres. La mayoría de nosotros vivió momentos difíciles debido a esto; y nos rompimos en el proceso. Pero tu... pareciera que nada llegara realmente a tocarte. Es hora de que utilices esos miedos a tu beneficio. Convierte tu ira en fuerza y el miedo en tu mayor fortaleza. No vuelvas a dejar que nadie más te toque. Ponle un alto a tu desgracia; es hora de que ella sepa lo que es pasarlo mal.
Me vuelvo a mirar adelante, y no respondo nada, porque en estos momentos no sabría que decir
§
Las pesadillas vuelven a azotarme otra vez. Imágenes de mi pasado que toman forma de monstruo y se encargan de despertarme cada noche. Tengo los ojos llenos de lágrimas y los gritos inundan la habitación al momento en que vuelvo a la realidad. Esta tan oscuro que comienzo a sentirme claustrofóbica, esta vez, no tengo idea por qué Blake no viene a consolarme, y mi crisis de pánico no puede esperar por él. Salgo corriendo de la habitación y me apoyo en la baranda de la fosa para respirar. Inhalo y exhalo hasta que mis pulmones duelen; y solo cuando he dejado de llorar, me encamino de vuelta a mi habitación. A descansar, porque sé que no voy a poder dormir.
Pero cuando he llegado a la puerta y se enciende la luz roja esperando que diga mi código para desbloquear la puerta, no sigo adelante. Una furia ciega comienza a subir por mi cuerpo, una de esas que dan sin siquiera entender el porqué. Lo único que sé, es que si entro allí, terminare destrozándolo. Necesito gritar, llorar de ira sin que nadie me consuele, romper algo, o romperme a mí para ver si consigo apagar las llamas que recorren mis venas.
No quiero acabar sangrando en el suelo con mis cosas rotas, es por eso que decido quedarme allí y golpear la pared.
—¡Maldita sea!— grito, y lo hago nuevamente.—¡Maldita sea!
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Editado: 02.12.2020