Mayo 5, 2017
01:45 am
| Kylan |
Doy vueltas una y otra vez en la sala de espera, ni siquiera logro sentarme. Estoy sudando bañado en sangre, en su sangre y realmente desesperado.
Lo dejé en aquella camilla con la vida pendiendo de un hilo, morado e inconsciente. No sé si estaba aferrándose a la vida con uñas y dientes o hay una entidad divina apostando por él, pero es un verdadero milagro que alcanzara a llegar con su corazón aun latiendo.
Presione su herida y le di una máscara de oxígeno para ayudarle a respirar aunque sea un poco, pero sus pulmones no hacían el trabajo, y yo necesitaba unas mangueras para introducir oxígeno; mangueras que por supuesto no tenía.
Los médicos especializados de Edén dentro del hospital hicieron el resto, se encargaron de las preguntas y de las miles de incógnitas que quedan abiertas cuando se te ocurre cargar con un cuerpo baleado al hombro. ¿Quién fue? ¿Como sucedió?
No creía en nada más que en la lealtad de mis amigos. Si hay algo divino, de seguro que me odia, pues no puedo creer la injusticia con la que imparte la vida. Mafia, niños comprados, padres muertos, familias separadas, mujeres siendo utilizadas, vendidas, violadas. ¿Es eso justo? Claro que no. Por lo que siempre me pregunte, si hay alguien ¿Por qué no hace algo?
La vida me había quitado tanto, que me quitó hasta el miedo.
Es entonces cuando todo te da un vuelco radical. Cuando T quedó encerrada en ese incendió y murió, cuando la tenía entre mis brazos con la vida escapándose por cada poro; con el corazón detenido y sin respirar; y sin embargo volvió a mí. Ahí es cuando me di cuenta de qué hay excepciones, que puede que si exista algo, solo que no está conmigo porque no me lo merezco.
Ahora espero que si esté con Skyle, que se dé cuenta de que era una buena persona y siempre lo será; que tiene el cuerpo de hombre rudo y malo, pero que por dentro aún es un niño. En su interior sigue latiendo un corazón pequeño, lleno de curiosidad y ganas de vivir, y que por supuesto no merece acabar así. Quizá yo si me merezco sufrir el estar a punto de perderlo, pero que no se lo tome tan a pecho, que las bromas al final no siempre son tan graciosas.
No tengo idea de cuanto pasa antes de que lleguen los chicos. ¿Horas? quizá minutos, a este punto ya he perdido la noción del tiempo. Sus caras de susto y preocupación son parecidas a la que debo tener yo. No se han cambiado de ropa, pero al menos no llevan tanta sangre encima.
—¿Que sucede? ¿Como esta?— Ian comienza a atacarme a preguntas.
—¿Entró a cirugía?
Los miro un poco aturdido, estoy tan nervioso que creo que se me ha olvidado incluso hablar. Lo único que tengo en mente es la forma en que lo vi traspasar las puertas de emergencia, bañado en sangre, pálido, casi frío y jugando sobre un hilo con su vida. Tengo los suficientes conocimientos como para saber que a ese punto necesitaba oxígeno urgente y ayuda divina para salvarse.
En estos momentos estoy odiándome a mí mismo y preguntándome si realmente elegí bien lo que quiero hacer dentro de Edén. Como es que tuve la vida de mi amigo sobre mis manos y lo único que hice fue correr a un hospital con él; todo esto, considerando que voy en la mitad de la carrera de medicina.
Al menos esta vez no me quedé en blanco, al menos esta vez atiné a moverme; si me hubiese vuelto a suceder aquel shock que me dio cuando fue la vida de Tyee, Skyle ahora estaría muerto, y yo dándome un tiro en la cabeza por inservible.
—Entró, pero no sé... no sé nada— respondo por fin. Mi garganta está seca y las palabras raspan su camino hasta el exterior. —Dodge lo recibió, pero me dijo lo mismo que ya sabía; está a punto de morir.
—¡Joder!— grita Jaeden, patea una de las sillas, pero está se encuentra anclada al suelo, por lo
cual permanece en el mismo lugar. —¿Como es que no nos dimos cuenta de que estábamos rodeados?
Me cuestiono lo mismo. No somos primerizos, llevamos casi la mitad de nuestra vida en este mundo tratando con este tipo de personas. Tenemos una agudeza única y la frialdad necesaria para actuar ante todo. Nunca, en los años que llevábamos haciendo esto, nos había sucedido algo parecido. Disputas, peleas y combates cuerpo a cuerpo, cortes con armas blancas y uno que otro choque por persecuciones; balaceras de acorralada hacia nuestros enemigos y muchos muertos de su parte, pero jamás habíamos tenido que pasar por un estado tan crítico como este. Nosotros éramos los cazadores no los acorralados.
—Nos confiamos— gruñe Jhon. —Dejamos de entrenar, de practicar. Estamos viviendo estancados en el pasado.
—¿A qué te refieres?— pregunta Ian, y parece que verdaderamente aún no lo entiende.
—A que los tiempos cambian. En cualquier momento van a aparecer con bombas y nosotros aún esperamos resolver todo a palabras.
—Eso es lo que hacemos. Los intercambios funcionan con acuerdos.
—¡Al carajo los putos acuerdos!— exploto. — Estoy harto de tener que seguir ridículas reglas impuestas ¿Por quién? ¿Por qué no podemos llegar armados hasta los dientes e imponer que nos entreguen el dinero antes que las drogas?— una señora un par de sillas más allá me lanza una mirada, pero no sé si es de miedo o de molestia.
—Porque se pondrían a la defensiva y podríamos formar una batalla innecesaria.
—O podríamos darles miedo e impedir que se subleven— Jaeden le frunce el ceño a Ian, quien aún intenta razonar lo inexplicable.
—¿Cuantas son las probabilidades de que algo así suceda? Si provocamos una batalla no sería solo Skyle quien podría estar allí dentro— Ian comienza a subir el tono de su voz, está comenzando a perder los estribos porque está quedándose sin razones.
—Fuimos allá con sonrisas y terminamos rodeados y con una bala en el pulmón de Skyle— digo apuntando a mi amigo en algún lugar de la sala de espera. —¿Como te está funcionando la amabilidad, Ian?
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Editado: 02.12.2020