Julio 28, 2017
03:44 am
| Kylan |
Es la primera vez que estoy en el estudio de Caín, hablando muy en serio. No dejaba que nadie ingresara allí más que Ferrari, y quizá algún que otro hombre que sea cercano a él. Eran realmente pocas las ocasiones en que lo veíamos, para todo lo demás siempre tenía voceros, y cualquier otra cosa podía ser hecha en alguna sala privada o algo. No me sorprende en realidad que no sea la gran cosa, ni siquiera él lo es. Me encuentro rodeado de cuatro paredes de un feo color gris y un escritorio con su par de sillas; dos sillones al frente, poca iluminación y nada de vida. El lugar de Hellion también estaba bajo varios metros de tierra, pero casi ni lo aparentaba.
Ferrari me arroja hacia el interior y caigo de rodillas en medio de los sillones. Camina con prepotencia hasta situarse de pie junto a Caín, quien se sienta tras de su escritorio. También está vistiendo de traje. Ese parece ser el outfits de los jefes de la mafia, aunque él es mucho más patético que el de BlackHand, porque esta muy flaco, parece demacrado, como si hubiera pasado por mucho estrés por un largo periodo de tiempo y eso sin considerar que su sola apariencia no impone mucho respeto. Se mueve un poco de un lado a otro en la silla sin dejar de mirarme; luego apoya su cabeza en las manos cruzadas sobre la mesa. Respira y se toma bastante tiempo antes de dirigirme una palabra. Yo me mantengo allí mismo y no intento nada, porque sé que no hay nada que pueda hacer. Me quitaron todas las armas que llevaba en la cintura, y probablemente no saldría vivo si intentara alguna estupidez.
—Y dime— comienza él, —¿Te has divertido en este intento de... revolución?
—Debo confesar que no— respondo, un poco receloso, lentamente enderezándome. —La parte divertida aún no llega.
Caín hace lo posible por esconder el hecho de que no entiende a lo que me refiero. —¿Qué fue lo que hiciste con el dinero que nos robaste?— prosigue, cambiando el tema.
—¿Que... te robe?— suelto una risa de labios cerrados , y luego me encojo de hombros totalmente divertido. —Ladrón que roba a ladrón.
—¿Alguien te ha dicho alguna vez que no tienes muy buenas ideas?— alza las cejas. —¿Burlarte de mí? ¿Y en estas condiciones?
Miro mis «Condiciones» a las que él se refiere. No tengo ninguna bala, no me han golpeado, no estoy medio moribundo. Restándole el hecho de que me ha atrapado, yo no veo tales condiciones.
—No tengo nada que perder— miento. Nada que perder tenía cuando mi hermano no vivía conmigo, cuando no me importaba mi vida, cuando no estaba Tyee, cuando no estaba a punto de ser padre; ahora tengo todas las que perder, pero eso no lo sabe.
—Nada que perder, ¿eh?— él se inclina hacia adelante y apoya su mano en su barbilla, fingiendo estar pensando. —Es interesante que digas eso, considerando que estas aquí, sin armas, sin nada y frente a mí.
Como si él fuera la gran cosa.
Suelto una sonrisa. —Interesante es que creas que tú eres algo por lo que yo debería temer.
—No se trata de miedo, se trata de probabilidades.
—Un pequeño desliz dentro de mis planes no es algo que no pueda solucionar
El que sonríe ahora es Caín. —Siempre tuviste un aire de liderazgo, lo admito— dice, y levanta el mentón un poco. —Creí que serias muy grande, que llegarías a ocupar el lugar de Ferrari algún día, quien sabe. Pero sin embargo te gustó quedarte bajo la sombra de Fiat.
Que pronuncie su nombre me revuelve el estómago, me alborota la paciencia y me dan muchas ganas de dejar de lado mi prudencia. Simplemente de explotar arremetiendo contra todo.
¿Cómo mierda se atreve?
—Es que no todos somos como tu— escupo, haciendo uso de cada fibra de paciencia que alguna vez he tenido, —no todos necesitamos desesperadamente demostrar poder.
Caín parece dolido, pero intenta esconderlo nuevamente. —¿Y eso te sirvió?
—Mucho más de lo que crees.
Caín se pone de pie y comienza a pasearse por alrededor de la sala. Lentamente, en silencio. Le hace una señal a Ferrari, este se acerca a mi para golpearme en la mandíbula y me da un golpe en la cabeza con la culata para hacerme caer de rodillas sobre el suelo nuevamente. Escupo sangre de mi boca antes de levantar la cabeza y ver a Caín parado frente a mí.
—Esto no tenía que acabar así, ¿Sabes?
—¿Y cómo si no?— pregunto sarcástico.
—Con todos ustedes vivos.
—No hables como si lo lamentaras— gruño. —Tu fuiste quien acabo con Fiat. Te atreviste incluso a matar a la familia de mi hermano.
—Porque no me dieron más opción— comienza a moverse nuevamente, y aunque está detrás de mí, no me esfuerzo por mirarlo. A este punto muchas cosas me dan igual. —Tenían un futuro prometedor, pero jamás fueron muy cooperativos.
—¿Te sorprende?
—Claro que sí. ¿Quién no nace deseando un futuro lleno de dinero fácil, buena vida y rodeado de lujos?
¿La gente humilde? Quienes prefieren trabajar honradamente a matar. Quienes prefieren ser felices antes que rico. Dicen que una dosis justa de ambición es necesaria para ayudarnos a crecer. Pero creo que también hay personas que solo quieren hacer lo que les gusta, despreocupadamente, y morir joven y tranquilo. Y nadie tienen el derecho de arrebatarte eso.
—Sabía que no estarían de acuerdo de irse conmigo. Y tampoco podía dejarlos libres.
—¿Por qué no?
—Porque jamás habrías dejado de buscarla. Lo supe cuando te fui a ver a la cárcel. Ninguno de ustedes a habría olvidado.
¿Está hablando de Tyee?
Esta vez me giro a mirlarlo, pero el también esta caminando para situarse al frente.
—¿A qué demonios te refieres?
—La chica. Necesitaba llevarla conmigo, formaba parte del acuerdo. Hellion eventualmente la habría dado por perdida. ¿Pero ustedes? — se mofa. —No, no se habrían rendido. El estúpido cariño que le tienen habría estado siempre de por medio.
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Editado: 02.12.2020