1 mes 1/2 después
Septiembre 24, 2017
| Kylan |
La hago caminar a través del jardín guiándola con mis manos en su cintura, y ella no pierde la oportunidad de reclamar porque tiene los ojos vendados. Pero incluso solo con eso, ya ha logrado inventarse otras mil motivos más por los cuales putearme. Aprieta fuertemente mis manos a sus costados, nerviosa, e intenta seguir caminando, lento, mientras toca poco a poco con sus pies.
—¡Quítame está mierda, Kylan!
—Espera, que ya casi estamos.
—No me jodas— reclama, y me vuelvo a reír. —¡No te rías! Si caigo lo nuestro llega hasta acá.
—Puede que quizá rebotes sobre esa panza que tienes.
—¿Skyle? — Tyee se remueve aún más nerviosa.
—Joder, tenías que abrir la boca, ¿No?— gruño hacia Skyle delante de mí, quien me dedica una sonrisa mostrándome los dientes.
—¿Qué demonios planeas Kylan?
—Ve adentro— le ordenó al bocazas indicándole con el brazo.
—¿Adentro dónde? Si no veo ni mierda.
—¡Tu no!— entre el enredo le grito a ella en lugar de Skyle , quien aún se burla de mi negándose a entrar. Es como un jodido niño pequeño. —Lo siento, cariño, espérame aquí un segundo. Me despego de ella y robó un beso de sus labios antes de correr para espantarlo, pero Skyle se mueve antes de que alcance a agarrarlo porque sabe que iba a golpearlo.
—¿Kylan? ¿Kylan?— me llama, la veo alargar los brazos hacia el frente intentando encontrarme o tocar algo. —Si te fuiste de verdad me quitare esto—advierte. Frunce los labios con frustración y lanza un suspiro. —Joder, me dejó sola
Me la quedo observando un minuto más sin hacer ruido, parada frente a mí con ese lindo vestido floreado ajustado, y la forma en que su vientre se levanta allí donde descansan nuestros bebés de ya casi cuatro meses. Su cabello calabaza cayendo en lindos risos sobre su pecho. La piel pálida brilla bajo la luz del sol y hace un contraste con la banda negra sobre sus ojos. Me acerco lentamente y tomo sus manos. Su cuerpo se estremece en alerta de inmediato, pero hace lo posible por disimularlo cuando siente los anillos de mis dedos. Siempre juega con ellos cuando estamos juntos. Son muestras de cariño publico que más nos acomodan. Nada de besos ni abrazos, cuando estamos fuera nada mas que el simple contacto es suficiente.
—A la cuenta de tres puedes quitarte la venda, ¿Vale?
—Vale.
—No hagas trampa.
—¡Que no!
Me alejo de ella dos pasos y comienzo a contar.
—Uno— coloca sus manos sobre el nudo.
—Tres— termina, y se quita la venda.
Por supuesto que me la iba a hacer.
Comienza a observar todo alrededor mientras intenta que sus ojos se acostumbren a la luz. Finalmente llega a mí, en el suelo sobre una de mis rodillas, y sosteniendo un anillo sin caja entre mis dedos. Sin caja, pues porque sí. Así que hago lo más cliché que he hecho en toda mi vida, al final de todo, le pido matrimonio. Otra vez.
—¿Te casarías conmigo?
Su primera reacción no me dice nada. Se que quede mirando totalmente carente de emoción. Luego creo captar sorpresa, abre la boca, pero la deja a medio camino, cambia de idea sobre lo que sea que estaba a punto de decir.
—Ya te contesté esa pregunta.
Debí suponer que no me las iba a dejar fácil.
Adiós al momento cliché.
—Joder, solo tenías que decir que sí. Quería hacer las cosas bien.
La veo rodear los ojos. Me pongo de pie y la recibo cuando la veo acercarse a mí. Suelta una sonrisa maliciosa, se pone de puntillas y me roba un beso corto que obliga a mi cuerpo a seguirla por más, pero ella se aparta riendo.
Extiende su mano hasta mi haciendo una seña para permitirme colocar un anillo en el dedo anular. No es nada extravagante, porque se que no le van ese tipo de cosas, así que compre algo mas adecuado. Es un anillo torcido de oro blanco que se enrosca como si formara muchos símbolos de infinito y tiene un pedrería sencilla en la parte superior.
—Te amo— me dice mirándome.
—Te amo.
Busca detrás de su cuello el broche para quitarse el collar donde lleva colgando el último anillo que le di, el cual no pudo llevar en sus dedos porque era muy grande, pero la detengo.
—Puedes quedártelo. Luce mucho mejor en ti.
Toma mi cuello, y esta vez cuando me besa, si se queda allí y antes de que yo siquiera alcancé a tomar la iniciativa, su lengua pide ingreso hacia el interior de mi boca. Me permite saborearla, sentirla, amarla. No creo que exista una forma fácil de describir lo que siento cada vez que la tengo conmigo, o lo que forma en mi interior con uno solo de sus besos, con un solo toque. No sé si existe algún tipo de olor característico en las personas, más allá del perfume, es la combinación con su piel, con los productos que usa para el cabello. No me gustan algo de ella, amo malditamente todo lo que tiene para ofrecerme.
—¡Sorpresa!— gritan a nuestras espaldas, sorprendiéndonos y cortando nuestro beso. Antes de que alcance a voltearme ya he reconocido las voces de Dallas, Skyle y Millán. Ni siquiera me molesto en comentar algo por el hecho de que nos interrumpan, tratándose de ellos ya nada me sorprende. Me separo de Tyee y rodeó los ojos.
—Bienvenida a tu nueva casa, Honey.
—¿Mi nueva que..?— pregunta, y pasa su mirada desde Jaeden que también ha aparecido por la puerta, hasta mí.
—Ni siquiera me dieron tiempo de decirle. Se suponía que esperarían adentro.
—Yo les dije que siguiéramos el plan— se excusa Jhon, encogiéndose de hombros. Se supone que debería verse molesto, pero sé que está disfrutando esto.
—Te estabas demorando mucho— dice Skyle restándole importancia, Millán concuerda con la cabeza.
—Nos íbamos a hacer viejos allí dentro.
—Se estaba devorando a mi amiga— gruñe la pelinegra fingiendo molestia, pero sonriendo.
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Editado: 02.12.2020