Perreador

Capítulo 5

De entre las más de sesenta posiciones sexuales mostradas en el Kamasutra, y las posiciones mostradas en las películas de Ron Jeremy, solamente una, en especial, obsesionó tanto a Nico desde sus años mozos, el llamado coito a tergo, el de las bestias, el de la vaca, el del galgo, comúnmente conocido como «de perrito», Nico sin vacilar le llama la posición más natural de todas, explica emocionado, «los perros huelen a la perra, le huelen la cola, le huelen la chocha, no se demoran en desenvainar y listo, envisten sin más, sin burocracia, sin besos, sin caricias, igual hacen los gatos, pero la gata cede más, se deja caer dando pie a que hasta el gato más chaparro alcance, por el contrario que la perra, que permanece parada durante el coito, por eso cuando un perro chihuahueño trata con una perra labradora termina siendo imposible, las gatas colaboran, se bajan hasta el suelo, a pesar de que los gatos son más cabrones, al final se largan, dejándolas chillando un largo rato, despertando a todo el vecindario. Qué decir del león, más fácil no se puede, la leona le menea las nalgas y éste se hace de rogar, como todo un proxeneta en medio de la sabana, aunque ahí no haya más nada qué hacer que coger, el muy cabrón se da a desear, al grado que la leona mejor se tira de panza y, le deja las nalgas a disfrute, para no hacerlo saber que está impaciente, se finge desmayada o dormida o muerta o lo que sea, el león se la clava, dándose gusto por un largo rato, y no se detiene hasta habérsela tirado cuarenta veces en el día, toma su siesta, ya habiendo descansado lo suficiente, repite la dosis, luego pide de comer, qué alegría, casi todos los animales cogen igual, a excepción de algunas especies que prefieren cucharear».

«Deberíamos aprender de ellos», opina Nico, «¿para qué tanto rito?, la cena, las flores, la copa, el baile, las velas, todo para que al final nos demos cuenta que la mujer trae sus calzones de encaje, que los usa sólo cuando va a coger, y al término de tanta pantomima y cursilería barata, el hombre se le echa encima para celebrar la danza del aplastamiento. ¿Quién carajo inventó la posición del misionero?, esa mierda de incomodidad», reclama Nico, «esa posición abusiva en la que un panzón de cien kilos se acuesta, a mansalva, encima de su novia que pesa cincuenta, seguro que los misioneros franciscanos idearon una posición dolorosa para poder violar el celibato sin tanta culpa cuando se tiraban a las nativas paganas, ya que cogiendo de manera cómoda el pecado no sería acompañado por la purga».

Los aztecas lo sabían muy bien, también los moches, los romanos, los egipcios, los mayas, los chimús, los griegos, los fenicios y muchas otras culturas, la posición del perrito es la mejor, no por nada la tenían entre su más selecto acervo cultural, de ahí centenares de figuras, vasijas, platones y dibujos que los arqueólogos se han encontrado alrededor del mundo entero para dar crédito a esta antigua costumbre sexual, los cuales son muy apreciados en los museos de historia. Este tipo de figuras contribuyeron a que Nico se obsesionara más aún con la posición del perrito, al advertir que no es el único que otorga carácter festivo a dicha postura. Es habitual que, a donde quiera que viaje, si se encuentra con una pieza indoamericana o africana, ya sea de barro o cerámica, que insinúe a una figura humana postrada en cuatro patas siendo dominada por otra, él siente la insoportable debilidad por comprarla, así se ha hecho de una gran colección de parafernalia alusiva a tal práctica animal, entre sus curiosidades cómicas tiene su almanaque Mayasutra, que muestra una gran variedad de posiciones sexuales sobre una hamaca, que a pesar de ser concebido a manera de broma, la calidad gráfica de dicho artículo, sorprende por su fino detalle de imitación de un dibujo códice que se antoja a un original, impreso sobre un cuero de acabado mate con textura áspera, y tomando mucho en cuenta el acertado uso de los colores rojo y azul.

Y no es que a Nico le guste ver coger a los perros, sólo los admira, por prácticos, él mismo pudo comprobar lo práctico de esta posición un día que, sin tanto preliminar, sólo un par de besos y ya, volteó a una chica, la hincó en un sillón, haciendo que ésta quede apoyando sus codos en el respaldo, le bajó los pantalones deportivos y la penetró, tan sólo haciendo a un lado la tanga, sin quitársela ni bajarla, permaneciendo de pie, ahí descubrió que la posición del perrito podría evolucionar combinándola con la posición del lobo, así él no sufriría la presión de estar hincado. Mientras seguía empujando la pelvis, se le cruzó por la cabeza el primer bosquejo del Perreador, y apareció en su mente un dibujo abstracto que pedía a gritos salirse para ser plasmado y proyectado en un papel, para tomar forma verdadera.

La vida de un júnior que sólo se dedica a malgastar el dinero de su padre y a andar de putas, puede tomar sentido, de un momento a otro, con un buen golpe de inspiración. Cuando Nico fue estudiante y conseguía las mejores calificaciones creyó que tenía la vida hecha, pensaba que un día surgiría de la nada un proyecto sumamente original con el cual sorprendería a su padre y a sus compañeros, tal y como ocurría con sus calificaciones, las cuales aprobaba sin ningún esfuerzo. No fue así, Nico ha sido capaz de mejorar todos los productos fabricados por la empresa de su padre, pero no ha logrado diseñar nada suficientemente original para poner su nombre en el mapa de los diseñadores destacados, para así, por fin, quitarse de encima la sombra de su padre.

Esta vez la oportunidad brillaba ante sus ojos, que advirtió al meter y sacar su pene con desfachatada comodidad, sin lastimarse los codos, las muñecas ni las rodillas. Lo advirtió al poder observar plenamente la jugosa y apretada vagina de la chica, contrayéndose al ritmo del mete saca. Le fascinó ver rebotar las turgentes nalgas redondas, mientras él, se le iba en contra de manera vehemente. Pudo experimentar una penetración total mientras la jalaba de la cadera hacia sí y le hacía vueltas de chocolate molinillo, cambiando de ruta de vez en cuando, para variar, de lo húmedo a lo seco y de lo seco a lo húmedo, ella así lo permitía.




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