—¿Nicolás?
—¿Papá?
—Espero que no se te haya olvidado la cena de hoy, de todos modos, llamo para recordártelo.
—No se me ha olvidado, pero ahora que lo pienso, quizás no pueda asistir.
—¿Qué podría ser más importante que la cena? Ah, ya sé, sigues con tus pendejadas de ese aparato que inventaste, el coge-a-gatas ese…
—El Perreador.
—Perreador, coge-a-gatas, como sea que se llame, igual no deja de ser una pendejada.
—Igual que tu cena de esta noche.
—La cena de esta noche es muy importante, hoy nombran a tu hermano presidente de la empresa.
—Ajá, mi hermano.
—Así es, tu hermano, y es muy importante que estemos ahí toda la familia, va a estar la gente de los periódicos y la televisión. Espero que así, como estás muy puesto para pedirme dinero para la renta de ese departamento en el que vives, seas igual para llegar a la cena. No me vayas a decir que se te olvidó, no creas que no me doy cuenta que no dejas de sacar material y dinero de la caja chica para construir ese aparato.
—A mi hermano no le cantas el dinero, incluso lo conviertes en presidente de la empresa.
—Tu hermano se gana su dinero en la empresa, tú nunca vas, a menos que sea por dinero, si él, al menos, tuviera tu inteligencia, pero ahí estás malgastándola con tus juguetitos sexuales, un día de estos me sales con chingaderas que saliste del closet.
—Está bien, papá, te veo a la noche.
—Ponte una corbata. Y una última cosa, no lleves a tu amigo, el vago huevón, o tu mayate, o lo que sea.
—Bye papá.
—Adiós.
A diez años de haberse graduado de la carrera de diseño industrial, Nico todavía conserva su vida de júnior, ha tenido un trabajo intermitente en la empresa de su padre, misma que fundó su abuelo materno, pero la madre de Nico nunca se sintió atraída por trabajar con su padre, fue su esposo quien aprovechó esa oportunidad de trabajar con su suegro, quien desde un principio se hizo notar en la pequeña empresa, dedicada a la fabricación de equipo ortopédico, y con su espíritu emprendedor, sus habilidades y su gran visión para los negocios, hizo crecer la empresa hasta llegar a ser la compañía líder a nivel nacional en equipo ortopédico.
El padre de Nico asistió a la universidad sólo dos semestres, quiso ser ingeniero mecánico administrador, pero, aunque dejó la carrera inconclusa, o más bien sólo la empezó, siempre siguió creyéndose ingeniero. Se vanagloria diciendo que ser ingeniero es el escalón más alto en la evolución del hombre, dice que los ingenieros son los protagonistas principales en el desarrollo del mundo y que sin ellos aún estaríamos en la edad de piedra, y dice también que entre los peldaños más bajos, a pesar de ser universitarios, se encuentran los abogados, ya que si no andan quitándole todo lo que tienen a las parejas desavenidas, andan hallando la forma de separar a las que todavía tienen arreglo, con el único propósito de quedarse con una mordida del pastel, y para colmo de males, siempre terminan metiéndose a la política, donde sólo contribuyen en frenar el desarrollo de los ingenieros, «imagínate dónde estaríamos ahora si no existieran los políticos, sobre todo los abogados políticos, quizás ya hubiera colonias de humanos viviendo en Marte», suele decir siempre que tiene oportunidad, Nico le ha escuchado esa frase mil veces, pero está seguro que no la dirá en la cena para nombrar al nuevo presidente. Ya que, como tiro salido por la culata, su hijo primogénito, hermano mayor de Nico, decidió estudiar la carrera de derecho, razón por la que su padre poco a poco ha ido dejando su verborrea de lado, y la ha transformado en algo que dice más o menos así, «un ingeniero que se mete en la política, y peor aún, en un partido de izquierda, representa la mayor aberración que pudiera ocurrir en el desarrollo del planeta, simplemente es inconcebible, es una contrariedad, o vas pa’ delante o vas pa’ atrás».
Cuando Nico decidió estudiar diseño industrial, su padre se alegró con la idea de que un día podría contribuir aportando una nueva imagen a los productos que manejan, y no se equivocó, así ha sido en los últimos diez años, pero de manera intermitente, muy intermitente, debido a que su mente dispersa siempre lo coloca en pos de los más extraños proyectos, mismos que nunca gozarán de la aprobación de su padre, empezando por el Perreador, y aunque es un aparato que pudiera ser producido en serie en la fábrica de su padre, el simple hecho de vender un objeto que incite a tener sexo en una posición que él considera inmoral, significa para él algo similar a que un ingeniero se inmiscuya en la política, «o vas pa’ delante o vas pa’ atrás». Y en cuanto a la inconsistencia de la participación de Nico en la empresa, su padre está seguro que cualquier otro elemento habría dado menores resultados teniéndolo de tiempo completo calentando una silla y gastando café, papel higiénico y aire acondicionado.
Desde niño, Nico tuvo afición por analizar el funcionamiento de los aparatos, apenas dejaba de funcionar un ventilador y ya lo estaba desarmando, lo mismo aplicaba para planchas, licuadoras, radios, y un sinfín de cosas más, algunas veces los lograba arreglar, pero eran más las ocasiones en las que sólo dejaba piezas desperdigadas por doquier, algunas otras veces armaba cosas extrañas con la chatarra de los electrodomésticos descompuestos, en su cuarto, conserva todavía una colección de robots fabricados por él, los hace desde niño, y aunque no se mueven, no hacen absolutamente nada, decoran muy bien en una repisa, algunos los ha regalado a sus amigos y algunos otros los ha vendido por internet.