Y como todo adulto con sus propios problemas y sus vidas de indiferencia, mis padres olvidaron por completo aquella cita con el doctor, dejando que Tinker Bell y yo fuéramos aquellos buitres malévolos una vez más.
Mi conciencia me decía que habían pasado los días suficientes para que Hailey se olvidara de mí ya que podía sentir el correr del tiempo deslizándose por mis sienes, pero la chiquilla me sonrió con emoción al verme.
Tal vez fueron minutos... o quizás segundos lejos de ella, no lo sé, la realidad era que el peligro volvió a ser el protagonista y sin embargo lo ignorábamos a la perfección.
Aquella tarde de verano, mis padres decidieron hacer un pequeño compartir en el patio trasero, el olor desagradable de la barbacoa provocaba un pequeño temblor en la orilla de mi garganta, sentía como algo en mi cerebro se retorcía y gruñía con desagrado, no podía probar ni un bocado de aquella comida, sentía incorrecto comer algo que unos días antes estuvo vivo, que unos meses atrás gozaba de una esplendida existencia... simplemente me parecía algo atroz.
Allí sentado en la orilla de la alberca veía como todos los invitados de dicha reunión reían y disfrutaban, sin embargo yo no podía deleitarme de tan dichosa reunión en lo absoluto, sentía que de igual forma moriría mañana o quizás el otro año y por ciertas razones no prefería guardar ningún recuerdo que me llenara de nostalgia ni de tristeza mientras estuviera agonizando, tal vez mis pensamientos se estén volviendo absurdos, tal vez Peter Pan sea incoherente, quizá el hecho de no tomar ciertas píldoras amargas, de rienda suelta a tan grandiosa creatividad y filosofía pues una cosa si tenía y tengo clara, mi mente es un asunto delicado para la sociedad, mis pensamientos y recuerdos me atan a algo incomprensible que de ninguna manera va a permitir que mejore algún día.
Nunca podre borrar cada una de mis ideologías aunque algunas veces las olvide del todo, la vida siempre recrea aquel recuerdo tan aterrador que sin importar lo que pase, me seguirá mas allá de la muerte, y ese es mi mayor castigo... ser alguien que no quise ser, nacer siendo un pecado y crecer cometiendo otros.
Y ahí estaba Hailey, siendo la carnada perfecta para una bestia tan sedienta.
[¡Tonto Peter! Si no es para ti, no será para nadie más...]
-¿Por qué estas usando traje de baño?- pregunte apretando la mandíbula.
-Las hadas lindas pueden usarlos, las sirenas los usan siempre-respondió frunciendo ligeramente el ceño.
-A Peter Pan no le gusta- proteste- Esos niños-señale a tres chicos que nos miraban disimuladamente donde, detrás de ese bajo perfil, se escondían monstruos cínicos y manipuladores-Esos tres insolentes de allá quieren matarte-sisee- Y con esa cosa pequeña que llevas puesta los atraes como polillas hacia la luz-gruñí.
-Peter no creo que-
-¡No! Sin peros, vístete- la empuje delicadamente hacia la casa- anda.
Y sin rechistar los hizo, me obedecía de tal manera que aun no puedo creerlo, sabia, que si despertaba al verdadero Peter iba a sufrir tanto como yo, y sin embargo tiempo después la vi hablando con aquellos inocentes chicos, que pertenecían a la familia.
Nunca pude diferenciar si eran celos o demencia, pero algo se retorcía y gruñía con desesperación cuando los chicos se le acercaban a Tinker bell, y era una cosa inevitable para mí, que termino con un espectáculo aquella horrible tarde, cuando golpee a esos chicos, cuando llore de desesperación por algo que no existía...
Finalice ese día castigado, encarcelado en mi habitación, todos creían que había aprendido la lección, pero lo que nadie supo, fue que en medio de la noche cuando los grillos ladraban hacia las estrellas una pequeña niña se escurrió dentro de mi calabozo, dando rienda suelta a la mala actitud a la mala mentalidad de aquel pequeño monstruo, consintiendo sus actos, aceptando cada vez más sus errores...
Y fue ahí, en medio de caricias de consuelo, cuando Hailey acaricio los labios de Peter Pan... con una simple y perfecta presión de labios dio inicio a otro tropiezo entre esas dos pequeñas almas, ese beso cegador rompió la única barrera que quedaba...
Desde esa noche, el juego había comenzado.
-Déjame-susurro-quiero darte un besito-dijo Tinker Bell tomando mi cara con sus delgadas manos.
-¿Un besito?- fruncí el ceño.
-Uno chiquito-dijo soltando una risilla traviesa mientras se acercaba a mi rostro.
-¿Eso remediara todo lo malo que hice hoy?-pregunte esperanzado.
-Sí y mucho más-finalizo rompiendo la distancia que había entre ambos.
Y así fue como me acostumbre a corregir lo imposible con simples besos, así fue como ella misma termino de empeorar la desastrosa historia.
Porque Hailey malcriaba a Peter, la relación de esas dos personalidades diferentes a veces brincaban de la exasperación, se empujaban unos con otros para poder actuar de a cuerdo a las circunstancias.
Peter Pan y Tinker Bell, ellos creaban sus propias tristezas, Peter y Hailey pagaban por ello.