Con la voz hecha cenizas
grito tu nombre al silencio
que devuelve el eco sordo
de un no dicho “te quiero”
Un sabor amargo en mis labios
de mil noches de desvelo
me recuerda que estoy solo
entre los restos de un deseo.
Tan lejana me resulta
aquella luna confidente
que guardó mis pensamientos
de pecados inocentes.
Tan distante me parece
la ternura de esos ojos
que creí me salvarían
de un pasado malicioso.
Se me escapa entre los dedos
la promesa de un amor
tan real como es un sueño,
tan eterno como yo.