Por buscar la luna. Cielo.

La cima de la montaña.

La colonia del cielo se encuentra en lo más alto de la cordillera, en un cañón formado por dos de las montañas más altas. Las casas y comercios fueron escavados directamente en la piedra. Las calles eran puentes de cáñamo y madera. Cada tanto se rompía alguno y hacía llover los escombros sobré los niveles más bajos aunque era muy raro que ocurriera pues se daba mantenimiento con regularidad. En ocasiones incluso caían personas pero eso era más raro aún, una vez que te acostumbras a la manera de moverte por cielo empiezas a notar los puentes defectuosos o desgastados.

Los más intrépidos de los celestes, los que viven en cielo, incluso utilizan los puentes rotos para moverse más rápido. Buitre era uno de esos intrépidos. Estaba en el techo de una panadería mirando a la gente pasar, cazando. Los celestes ricos eran fáciles de identificar. Todos usaban pieles de algún animal terrestre para evitar el viento que soplaba en lo más alto. Algunos usaban algo parecido a la piel pero de color verde vivo, muy pocos sabían que era. El resto de celestes, la clase medía, usaba huipilli de algodón debajo de pecheras y faldas de mimbre trenzado. No tenían que preocuparse mucho por el viento pero el frío era otra cosa. Entré más bajabas y la sombra de las montañas te cubre, el frío gana terreno.

Buitre usaba ropa de franela, no era lo más indicado para cielo pero era lo que podía pagar así que no tenía de otra.

Una mujer con brazaletes de plata pasó frente a la panadería. Llevaba la vestimenta de piel de los niveles altos. Eso no era normal, generalmente tenía que conformarse con alguien del medio y sacarle algunas baratijas, pero esos brazaletes no eran para nada baratijas.

Sin pensarlo mucho bajó del techo de un salto y el puente se tambaleó bajó su peso. La mujer gritó y se aferró a las cuerdas mientras se hincaba para no caer. Buitre corrió hasta llegar a su lado, y la agarró del brazo firmemente.

—No se preocupe, éste puente lo acaban de arreglar. —Dijo intentando tranquilizarla.

La mujer se soltó de las cuerdas y se aferró al brazo de Buitre tan fuerte que le hizo daño. Tenía una mueca de terror en la cara. Él no dejó que se le notara el dolor, había hecho ésto un montón de veces y siempre resultaba con algunos moratones.

El puente seguía meciéndose pero Buitre estaba acostumbrado y se movía manteniendo el equilibrio, incluso con el peso extra de la mujer.

—Está bien hecho, en un momento se detendrá y todo va a estar bien. —Hablaba con calma usando un tono tranquilo y sereno. Mientras tanto deslizaba uno de los brazaletes para librar a la pobre mujer del engorroso peso. Ella lo miraba a los ojos y pudo notar como su expresión cambiaba del miedo a la irá cuando el brazalete llegó a su antebrazo.

Supo en seguida que algo andaba mal. Nadie normal se preocupa por plata cuando puede caer desde un puente de cielo. No era sólo el peligro de morir, el viajé hasta la falda de la montaña le daba a la experiencia un plus que te dejaba la mente en blanco. El mismo lo había sufrido muchas veces de niño, cuando otros ladronzuelos intentaban quitarle lo poco que tenía.

Intentó soltarse pero la mujer lo tenía bien sujeto, incluso tenía mejor equilibrio que al principio. Casi tan bueno como él, casi.

Buitre se dejó caer contra las tablas de madera. El puente se sacudió y la mujer se vio obligada a soltarlo para no caer. No lo había hecho de inmediato y por un momento temió que estuviera tan loca como para dejarse caer y de paso llevárselo con ella. Eso no ocurrió.

En cuanto se vio libre del agarre se empujó con los pies, se colgó de un lado del puente y aprovechó el bamboleo para darse vuelo. El puente siguiente estaba a diez metros, él voló dos o tres y empezó a caer. Escuchó a la mujer soltar un grito, quizá creyendo que lo había tirado pero Buitre no había apuntado al puente, no a ese al menos.

Cayó al siguiente nivel más abajo y sus manos alcanzaron las cuerdas de cáñamo. Éstas se agitaron violentamente y las personas que cruzaban gritaron de terror. Buitre subió usando las cuerdas y miró hacia arriba. Vio a la mujer soltar un suspiro y creyó que había escapado pero ella hizo un ademán.

Miró a su alrededor, a ambos lados del puente llegaron varios guerreros plumas. Todos llevaban las máscaras de aves que los caracterizan y atuendos de piel pegados al cuerpo. Se preguntó quien era esa mujer y por qué estaba tan decidida a atraparlo. Esos guerreros no habían salido de la nada, estaban preparados.

Los plumas comenzaron a acercarse. Buitre miró hacia abajo, aún había un nivel más. Volvió a descolgarse y se meció para tomar vuelo. Sus perseguidores apretaron el paso pero no fue suficiente, había mucha gente interrumpiendo su avance. Se meció y una vez más volvió a saltar.

Alcanzó el puente con las manos pero si alguien hubiera estado agitándolo la historia hubiera sido muy diferente. Algunos de los plumas corrieron a las escaleras que había talladas en la roca cada cien metros para seguirlo, pero dos de ellos imitaron su maniobra. Buitre se planteó por un momento agitar el puente y dejarlos caer pero no quería tener a un par de muertos en su conciencia. Por muy pesados que fueran, ellos solo hacían su trabajo. Se quedó quieto esperando a que alcanzasen las cuerdas. Incluso se impulsó un poco al frente para contrarrestar el bamboleo que su caída había provocado. El puente estaba casi vacío así que cuando el par de guerreros se subieron en él corrieron a atraparlo. Se acaba el tiempo, Buitre no tenía escapatoria, al menos eso creyeron los plumas. Sonrió, cerró los ojos y se tiró de espaldas. Mientras caía se puso en el brazo izquierdo el brazalete que había logrado robar en medio de la confusión. Abrió los ojos y miró el cielo, ambos cielos. Las nubes viajaban tranquilamente por el azul y en los puentes las personas lo miraban asombradas.

Extendió los brazos, sintió el aire agitándole la ropa y el cabello, entonces se transformó. Su piel se llenó de plumas que ocultaron su ropa. Su tamaño se redujo ligeramente y su cara dio paso a un pico. Plegó lo que ahora eran alas a su cuerpo y giró ayudándose de la resistencia del viento. En cuanto estuvo mirando al suelo las volvió a extender y voló...



#10861 en Fantasía
#4498 en Joven Adulto

En el texto hay: magia, habilidades especiales

Editado: 20.02.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.