Por buscar la luna. Cielo.

Ave de presa.

Recorrieron los campos de hierba estrella durante una gran parte de la tarde. El verde se extendía por kilómetros, tanto que, desde la perspectiva de Buitre, parecía mezclarse con el blanco de las nubes.

Después de un largo recorrido, con el precipicio de la meseta a apenas unos cuantos metros, por fin llegaron a una ladera muy empinada. Buitre pensó que solo una cabra o quizá un loco hubieran intentado bajar por ahí, pero Coyote se dirigió a ella sin vacilar y sus alumnos fueron detrás. Empezaba a creer que estaban locos cuando se detuvieron. Los chicos se sentaron en el suelo. Unieron las puntas de los dedos, cada uno por separado, y cerraron los ojos. Al poco rato la piel de los tres empezó a cambiar.

Buitre nunca había visto la transformación de nadie más, así que observó con verdadera curiosidad el evento. El pelaje salía de sus poros remplazando la piel humana. Los rostros fue lo primero que adquirió la forma animal, luego los chicos se tiraron al suelo entre espasmos. Aunque ninguno gritó de dolor, sus rostros bestiales mostraban todo lo contrario.

Durante ese momento sus extremidades cambiaron periódicamente. Los dedos se convirtieron en garras y los codos (buscar sinónimo) cambiaron sus ángulos. En poco tiempo, dos felinos muy grandes y un perro enorme empezaron a bajar a saltos.

La transformación de Coyote fue mucho más rápida. Simplemente se tiró al suelo y antes de caer ya era un perro de pelaje marrón. Él también bajó dejando a los otros dos hacerlo al final.

—No esperas que baje por ahí. —Comentó Buitre mirando cuesta abajo—. No en esta forma. —Se señaló a si mismo.

Los cuatro primeros ya habían bajado cerca de quince metros y seguían avanzando. Toh lo miró, parecía sopesar la posibilidad de dejarlo transformarse. Al poco rato agitó la cabeza y llevó una mano hacia su cuello. Buitre se apartó de inmediato. Ella puso cara de fastidio.

—Te voy a quitar el sello.

—¿Sello?

—Lo que te impide la transformación. Está en tu cuello.

Buitre aún dudaba pero se acercó y la dejó hacer. Sus dedos estaban fríos y le provocaron un escalofrío al contacto. No pudo evitar moverse

—Quédate quieto.

—Ya, ya.

Toh volvió a lo suyo, sus movimientos eran delicados y precisos. Le provocaron cosquillas pero hizo un esfuerzo para mantenerse lo más inmóvil posible. Después de un momento algo ocurrió. Fue como si hubiera tenido algo pellizcando su cuello por largo tiempo y ahora se lo quitaron.

Se llevó una mano al lugar afectado y se sobo disfrutando la sensación. Agradeció antes de darse cuenta pero Toh no respondió nada. Miró el cielo. Había pasado poco tiempo pero ya extrañaba estar allá arriba. Sin pensarlo más corrió hacia el borde de la meseta y saltó. Antes de empezar a caer ya era un ave. Extendió las alas dejando que la resistencia del viento lo sostuviera. Estuvo cerca de tocar las hierbas que crecían en la ladera, entonces aleteó y comenzó a subir. Más y más alto, tanto como no lo había hecho antes.

Ni siquiera volvió la mirada, no hubiera visto gran cosa de cualquier manera. El sol estaba cayendo en el poniente y las sombras alargadas hacían que su mala vista fuera aun peor. Prefirió concentrarse en escapar. Podía seguir el plan de la viuda y esconderse en Nieve... No, Nieve estaba muy cerca, iba a tener que alejarse mucho más, pero ya tendría tiempo para pensar en eso.

Cuando llegó lo más alto que pudo se puso rígido y comenzó a planear mientras giraba en dirección al oriente. Tenía que alejarse lo más que pudiera antes de que Toh supiera lo que pasaba.

Consideraba la dirección que debía tomar cuando escuchó algo. El viento soplaba fuerte a esa altura pero aún así, sus oídos de buitre detectaron una variación en la corriente. Plegó las alas e intentó virar para alejarse de la trayectoria que estaba siguiendo, no lo logró a tiempo.

Unas garras filosas y potentes le apresaron las plumas y rasguñaron su piel. Soltó un graznido de dolor y agitó las alas tratando de que lo soltara, tampoco pudo lograr eso. Sintió como el viento se agitaba por la acción de unas potentes alas, el mundo giró y de pronto se encontró mirando el cielo. En un instante las garras lo soltaron y volvieron a agarrarlo, ésta vez ni siquiera podía agitar sua propias alas.

Su atacante se tiró en picada, el viento azotaba sus plumas con violencia. Miró hacia abajo y notó el suelo acercándose rápidamente a pesar de la obscuridad cerniente. Solo cuando estuvo muy cerca el ave lo soltó. Él extendió las alas tan rápido como pudo, el viento las hinchó y frenó la caída aunque no le impidió chocar contra el suelo. La hierba estrella amortiguó un poco pero igual quedó magullado y adolorido. Sospechó que incluso se había roto algún hueso. Entre chillidos de dolor dejó ir su forma de zopilote y quedó en el suelo tendido, sin apenas atreverse a mover.

Entonces la vio, era una águila enorme, de plumas café muy obscuras, excepto en la cabeza que eran de un blanco puro. Descendió planeado en círculos a su alrededor, sin quitarle los ojos de encima. Sus plumas se agitaban con el aire produciendo un sonido grave como de golpeteo. Ella chilló mientras bajaba, y el sonido agudo se le metió en los oídos provocando un escalofrío que recorrió su cuerpo entero. Era una cazadora espléndida, le infundía temor y admiración a partes iguales.

Al poco rato llegó al suelo y se posó junto a su cabeza. Las patas eran tan grandes que podrían envolverle la cabeza sin problemas. Nunca se había sentido tan vulnerable. Se imagino esas garras afiladas sacandole los ojos de las cuencas y se estremeció.

El águila se sacudió y en un momento volvió a ser humana. Toh lo miraba desde toda su altura.

—Vuelve a intentarlo. —Dijo inclinándose para verlo de frente—. Don Cima prefiere vivos a sus buscadores pero estoy segura de que no le preocupará que sean tuertos, entiendes.

Buitre asintió, aunque no estaba del todo consiente. Su corazón latía como loco y en su cabeza aún veía a la enorme ave de caza, peligrosa, mortífera, hermosa. Toh lo ayudó a levantarse sin ninguna delicadeza y con un toque en su cuello devolvió el bloqueo que lo mantenía en forma humana...



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En el texto hay: magia, habilidades especiales

Editado: 20.02.2022

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