Al día siguiente lo que despertó a Buitre fue el barullo de las personas en el dormitorio. Todos se preparaban vistiendo el uniforme verde que ya conocía. Algunos ya estaban vestidos del todo. Cuervo intentaba despertar a alguien que se aferraba a las cobijas. También notó que las chicas se cambiaban ahí mismo, sin ningún pudor.
Con el sueño aún cerrando le los ojos, Buitre se levantó. Se puso unas sandalias de cáñamo trenzado y suelas de algo que estaba entre madera y cuero, aunque de color verde obscuro. También la camisa, pero de ésta solo usó una manga, el resto lo puso sobre su brazo herido.
Aún luchaba con los broches cundo Toh atravesó la puerta doble del dormitorio. Todo el mundo se levantó, excepto Buitre quien siguió debatiendo con la camisa sin darse cuenta de lo que ocurría. Hasta que la mujer llegó frente a él y se le quedó mirando, solo entonces reaccionó. Se levantó y la camisa quedó suelta a sus costados.
—Estas despierto, es más de lo que me esperaba. —En cuanto dijo esto se dirigió a la salida—. Que alguien le ayude con eso. Los quiero afuera en un puente de ciclo.
Buitre se preguntó, ¿cuánto era eso? Nunca había escuchado esa expresión. Sabía medir el tiempo con puentes pero era una forma ambigua que expresaba lapsos muy largos. También conocía un método que usaba la luz solar pero eso solo estaba al alcance de los niveles más altos de cielo. La gente normal usaba relojes de arena, lo que no servía de mucho.
Sus especulaciones no llegaron a nada, tampoco pudo cerrar la camisa. Miró a su alrededor y notó que todos estaban metidos en sus propios problemas, nadie iba a ayudarlo así que se afanó en su tarea. Después de mucho batallar, logró cerrar uno de los broches, pero el resto de jóvenes ya estaban empezando a salir. Jamás lo lograría a tiempo.
Volvió a maldecir su suerte. ¿Qué tenía que estar haciendo él en esa situación? ¿Por qué tenía que esforzarse para mantener contentos a sus captores? Dejó de intentar cerrar la camisa, decidido a ignorarlos por completo. Justo entonces Toto se paró frente a él, ya tenía el uniforme bien puesto.
—¿A caso nunca has usado camisas? Déjame, ya lo hago yo. —Dijo y comenzó a ayudarlo.
—No hagas eso. —Advirtió Buitre molesto, estaba harto de todo.
—¿Hacer que...? Si te castigan quién me va a ayudar a colarme en la cocina. No es sencillo sabes. —Cerró el último broche, no lo hizo con mucho cuidado por lo que lastimó el brazo herido. Él se quejó y se apartó por reflejo.
—Lo siento. —Toto se apresuró a disculparse—. Nunca había ayudado a alguien con un brazo roto. ¿Te duele, suelto los broches? —Mientras hablaba de manera atropellada intentó hacer lo que decía pero Buitre le detuvo.
—Tranquil... —Se detuvo de manera abrupta. Aún no sabía si era ella o él, así que cambió lo que iba a decir—. No pasa nada, déjalo, se acaba el tiempo.
Toto saltó recordando la advertencia de Toh.
—Cierto. —Giró y miró hacia la entrada. Sobre el marco de la puerta había una caja de madera con un círculo repleto de números. En la parte de abajo, cubierta con cristal, le colgaba un péndulo que se balanceaba de un lado a otro—. Vamos. —Echó a andar hacia afuera, como Buitre no le siguió se detuvo a medio camino y lo apremió con la mano hasta que él se dispuso a salir.
Afuera estaban un montón de chicos formados frente a los dormitorios. Había una persona supervisando a cada dormitorio, supuso que eran oficiales. Otra más, a quien Buitre reconoció como Coyote, que parecía pendiente del par de dormitorios cercanos. Lo mismo ocurría en el otro extremo del lugar. Por si fuera poco, Toh también miraba un poco apartada, no parecía muy contenta. Los dos rezagados se apresuraron a formarse bajo su atenta mirada.
Uno de los oficiales, un hombre alto, moreno y pelón, pasó frente a Toto revisándole de pies a cabeza, asintió aunque le señaló una arruga provocada por correr hasta la formación. Fue corregida de inmediato. Luego revisó a Buitre, su boca se torció en una mueca de disgusto.
—La camisa se usa bien fajada, y el nudo de las sandalias no es el correcto. El cabello no es el reglamentario, en fin, un montón de cosas...
Buitre se molestó aún más. ¿A caso no veía su brazo herido? Iba a decir algo pero Toh lo interrumpió. Le puso una mano en la cara y lo desplazó hacia atrás.
—Yo me encargaré de él.
El tipo parecía molesto pero aún así, asintió y retrocedió. Luego de todo eso Coyote tomó la palabra. Se escuchaba perfectamente a pesar de que estaba bastante lejos.
—¡Reclutas! —Todos patearon el suelo, provocando un sonido atronador—. Estoy seguro de que han escuchado los rumores, así que seré directo. Nieve se esta movilizando, intentan esconderlo pero sus esfuerzos no son suficientes. Por lo tanto, la selección de rangos sera adelantada. Dentro de una luna serán ascendidos los que pasen las pruebas.
Un rumor empezó a nacer entre los chicos pero se apagó rápidamente. Coyote siguió hablando.
—Debido a ésto, todos aquellos que no estén en entrenamientos especializados, comenzarán a realizarlos de inmediato.
Ésta vez el murmullo si que se hizo escuchar. Buitre intentó preguntarle a Toto que eran esos entrenamientos, pero Toh estaba a su lado y lo calló antes de que siquiera dijera una palabra. Los oficiales frente a cada grupo adelantaron un pie pisando fuerte el suelo y levantaron su mano derecha con la palma hacia el frente. El ruido se fue apagando por fases pero rápidamente. Una vez más, Coyote retomó la palabra.
—Sabemos que una luna no es suficiente para que todos asimilen las lecciones. No esperamos que aprueben, pero sí que den su mejor esfuerzo. Los oficiales y los encargados harán recomendaciones una semana antes de que comiencen las pruebas. Solo los mejores de ustedes serán tomados en cuenta... Recuerden siempre. ¡Por la búsqueda!
El siguiente sonido fue incluso más fuerte que el pisotón de todos los chicos juntos.