—Elizabeth, ¿Qué haces aquí?
Preguntó luego de que su madre le indicara que yo estaba esperando en su puerta, y no sé qué me dolió más, si la frialdad en su tono de voz, o el hecho de que sus ojos no brillaran al mirarme.
Había acaba en un segundo con el buen concepto que él tenía de mí, lo llevaba claro. Y aun así no fui capaz de echarme para atrás.
Él era de esos pocos chicos por los que valía la pena que una persona como yo, luchara.
Una persona de la que nadie esperaba más de lo que estaba a la vista: Rubia, superficial y tonta.
Un estereotipo muy sexista que yo estaba a punto de romper cuando tomé la guitarra que había dejado a un lado, recostada en la pared de su pórtico, la acomodé entre mis brazos y comencé a hacer algo que él mismo me había enseñado: Tocar.
Había practicado durante toda la semana, viendo tutoriales en YouTube para perfeccionarme, y cuando los primeros acordes sonaron, repitiendo la melodía de Mercy, una canción de Shawn Mendes que varias veces le había escuchado cantar al final de nuestras prácticas.
El brillo en sus ojos regresó de golpe, y aunque se resistió un poco, no pudo ocular por mucho más tiempo la preciosa sonrisa que formaron sus labios.
«Al menos esta vez había hecho algo bien.»
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Regresé con un marató 1/5
Que lo disfruten ♥