Por tu amor

Capítulo uno

Se encontraba sentada sobre la encimera de la cocina tomando una taza de café bien cargado mientras observaba a su hermano pequeño jugar con su hijo, el mayor armaba montones de bloques que poco después su hijo tiraba al suelo y comenzaba a reír sacándole sonrisas tanto a ella como a su madre.

Observó el reloj colgaba en la pared frente a ella, ya eran casi las nueve de la noche y Carlos aún no llegaba a casa lo que empezaba a preocuparle, hace días que venían discutiendo porque a él no le parecía buena idea que comenzara a trabajar de tiempo completo, le parecía muy pronto puesto que Miguel solo tenía seis meses, Carlos aseguraba que lo mejor era esperar al menos uno o dos años más.

Pero ella quería mucho más de lo que estaba haciendo hasta ahora, que se limitaba a arreglar algunos la casa, amamantar a su hijo y cambiar pañales. Amaba a su hijo pero soñaba con poder ejercer la carrera que con tanto esfuerzo se había sacado y la oportunidad que le estaban dando era perfecta.

—Ya deja de preocuparte, hija. —Su madre la sacó de sus pensamientos cuando tomó su mano. —Seguro está con sus amigos o resolviendo algún problema, sabes que Carlos te ama.

Asintió no muy segura de lo que escuchaba, es cierto que se casaron muy enamorados pero su esposo era casi diez años mayor que ella, él había cumplido muchas de sus metas mientras que ella apenas iba por la mitad de su carrera en contaduría pública y por más que había prometido ayudarla y comprenderla siempre, cuando se casaron su relación cambió mucho.

Había pasado de ser el hombre comprensivo y amoroso a uno que la presionaba por hacer cosas que no quería, tuvieron muchas discusiones porque él quería que dejara su carrera para que tuvieran a su primer hijo pero ella siempre se negó, lo que ocasionó un distanciamiento en su relación.

—Además, él siempre ha sido comprensivo y seguro entenderá tu deseo por trabajar.

Se quedó en silencio por unos segundos pensando en qué es lo que debería decir para no dejarla con la palabra en la boca.

—Tienes razón. —Su madre esperó a que dijera algo más. —Aunque algunas veces no estoy tan segura.

No volvieron a hablar más, las dos estaban metidas en su mundo mientras veían a los pequeños interactuar, Andrea se preguntaba si su esposo tenía razón y debería de renunciar a esto también pero rápidamente desechaba la idea, no era justo que ella tuviera que ceder siempre a sus deseos. Comenzaba a cansarse de tener que posponer sus sueños porque a él le parecía lo mejor, no eran justo que mientras ella se quedaba en casa con el niño él cumpliera casa una de sus metas sin tomarla en cuenta.

En ese momento se dio cuenta de que había tomado una decisión, no importaba lo que Carlos dijera o con qué quisiera manipularla esta vez, no cedería, no de nuevo.

—¿Están teniendo muchos problemas? —Preguntó su madre con genuina preocupación, su madre era joven, apenas tenía cuarenta y ocho años pero estaba muy conservada. —Sabes que tienes todo mu apoyo, cariño.

—Sabes que él tiene treinta y tres años, ha logrado todas sus metas y fue él quien se empeñó en que tuviéramos un hijo. —María asiente, sabe todo eso, de hecho fue ella la que la convenció de darle el hijo que tanto pedía porque también soñaba con tener su primer nieto en brazos aunque algunas veces se pregunta si fue lo correcto al ver que su hija no se sentía realizada.

—No me digas que…

—No me arrepiento. —Aseguró. —Pero me hubiera gustado esperar un poco más, cumplir mis metas y no solo haberme quedado con el título para colgarlo en la pared.

Ambas miraron al mismo y a pesar de todo, su madre la entendía, Andrea siempre había sido una soñadora empedernida, su más grande sueño era crear su propia empresa de telecomunicaciones, crear su propia firma de canales televisivos y encargarse de que cada uno de los programas que pasaran transmitieran algo real, que no fueran solo historias comunes, quería mucho más.

Había estudiado contaduría pública porque no podía darse el lujo de perder la beca que había ganado pero en el fondo de su armario tenía muchas cajas llenas de dibujos e historias creadas por ella misma, esos que soñaba con transmitir en su canal algún día.

—Ya pronto comenzarás a trabajar, mi niña. —Acaricia su mano queriendo transmitirle un poco de tranquilidad.

—Eso espero. —Suspiró.

María lamentaba haber lanzado a su hija a los brazos de Carlos, la verdad es que desde que nació había soñado con el día de su boda y que creara una familia, él era muy atento y cariñoso con ella así que le pareció el candidato ideal pero al ver cómo le cortaba las alas a su pequeña se sentía la peor madre del mundo. La había entregado al hombre que poco a poco apagaba su luz y no sabía cómo ayudarla a salir de allí.

El bebé comenzó a llorar de repente y ella de inmediato se acercó a tomarlo en brazos, su pequeño era lo único por lo que agradecía haber cedido tanto a su marido y nunca se arrepentiría de haberlo tenido.



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En el texto hay: poder, amor, superacionpersonal

Editado: 16.09.2020

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